Cristino Álvarez, la sabiduría gastronómica detrás de Caius Apicius
Gastronomia

Cristino Álvarez, la sabiduría gastronómica detrás de Caius Apicius

El periodista y crítico gastronómico Cristino Álvarez, más conocido por su pseudónimo Caius Apicius, falleció en Madrid a los 70 años de edad

Quienes compartieron mesa y sobremesa con Cristino Álvarez le recuerdan como un gran conversador de conocimiento gastronómico enciclopédico que plasmó semanalmente, desde el 31 de enero de 1981, en sus crónicas para la Agencia EFE bajo el pseudónimo Caius Apicius, una firma plena de saber y sabor.

Murió ayer a los 70 años, en Madrid, este gallego militante, "hombre de buen diente" -dice el cocinero José Manuel Crespo, que oficia en uno de sus lugares favoritos, el Playa Club de A Coruña-, que cambió la crónica parlamentaria por la gastronómica y sentó cátedra.

Con la frase "la imaginación, al fogón" finalizaba sus primeros escritos, cuando los chefs Juan Mari Arzak y Pedro Subijana adaptaban para España la revolucionaria "nouvelle cuisine" francesa, pero acabó reivindicando la cocina tradicional, como dejó plasmado en su última crónica para EFE, "En blanco y negro", sobre la mítica receta de la "poularde demi-deuil" de la "mère" Brazier lionesa.

Autor de una docena de libros recomendables, colaborador de varios medios y miembro de la Real Academia Española de Gastronomía, su presidente, Rafael Ansón, destaca a Efe que Cristino Álvarez "fue un hombre de una extraordinaria cultura, brillante hablando y escribiendo", además de "un gran amigo que deja un recuerdo imborrable en las páginas de la gastronomía". "Trata de enseñar a comer a los ángeles del cielo", desea.

El periodista siguió de cerca y desde sus inicios la revolución gastronómica española de los 80 y, por lo tanto, la de restaurante Arzak (San Sebastián) con tres estrellas Michelin.

"Ha sido una enciclopedia de sabiduría culinaria, un hombre que siempre escribía en positivo y de gran sabiduría", decía a Efe Juan Mari Arzak, mientras que su hija, Elena Arzak, aseguraba que "siempre estaba dispuesto a compartir su sapiencia".

También la del su entonces compañero de aventuras, Pedro Subijana, otro tres estrellas de Donostia en Akelarre, que alaba "su conocimiento y literatura exquisita".

Carmelo Pérez, jefe de sala de Zalacaín, el primer restaurante de España en conseguir tres estrellas Michelin, considera a Cristino Álvarez "una persona irrepetible" siempre dispuesta a "ayudar a las buenas casas". Tanto que consiguió convencer a la nueva dirección del restaurante de no eliminar la exigencia de la chaqueta tras publicar un artículo.

Como buen periodista, Álvarez fue el primero en informar de la muerte del cocinero Santi Santamaría, con quien estaba en febrero de 2011 en Singapur, donde falleció por un fallo cardiaco, y sus herederos gastronómicos no le olvidan.

Óscar Velasco, al frente de la cocina de Santceloni, con dos estrellas Michelin en Madrid, destaca a Efe su "capacidad para narrar un plato" y el sumiller del restaurante, Abel Valverde, subraya que fue una persona "culta y apasionada".

Otro cocinero, Pedro Larrumbe (Madrid), asegura que bajo el nombre de Caius Apicius escribía crónicas "de una buena persona con mucho conocimiento", además de ser un periodista "respetuoso con los restaurantes, lleno de sabiduría y que no se dejaba llevar por las modas".

En 1991 recibió el Premio Nacional de Gastronomía y en 2014 ingresó en la Real Academia de Gastronomía con un discurso sobre el vino y el Camino de Santiago, ya que siempre fue adalid de la gastronomía de su Galicia natal.

Desde A Pulpeira de Melide (La Coruña), uno de sus sitios de referencia, destacan a Efe su "defensa de la cocina coruñesa", mientras que el cocinero argentino Pablo Pizarro, de Boca Negra (A Coruña), le destaca como "un crítico sin crítica afilada, que hablaba con mucho conocimiento de causa y que ayudó a reflotar la cocina gallega".

Para sus compañeros de profesión ha sido un maestro. Así lo dice Carlos Maribona, crítico gastronómico de ABC, quien reconoce a Efe que ha aprendido "muchísimo" de él en los viajes que compartían y leyéndole unas crónicas en las que "compartía su saber enciclopédico sin ser aburrido".

Su viuda, Maribel Corbacho, fue un pilar en su carrera y a sus manos murió entrelazado y en paz tras muchos años de una relación "basada en la admiración por su cultismo". Por el espíritu del gran gastrónomo y periodista Cristino "Caius Apicius" Álvarez se oficiará la semana próxima un funeral que terminará entre vinos.

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