Felguérez: Figura estelar del arte abstracto mexicano
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Felguérez: Figura estelar del arte abstracto mexicano

Su inagotable labor creativa lo ha convertido en una figura clave del arte en México, y en uno de los artistas nacionales más prestigiosos a nivel mundial.

Nació en 1928 en la Hacienda de San Agustín, Valparaíso, Zacatecas, la cual pertenecía a su padre, quien traslado a su familia al Distrito Federal al perder este inmueble, y murió en 1935, sin lograr que el gobierno le indemnizará por la embargo de su propiedad.

Afincado de manera definitiva en la capital, Felguérez realizó sus estudios en colegio de maristas, incorporándose a los scouts, donde hizo amistad con el futuro escritor Jorge Ibargüengoitia Con él asistió en 1947 a una reunión internacional de scouts en Francia, lugar donde descubrió su vocación artística.

En Europa, corrían tiempos difíciles: la comida escaseaba, la postguerra pintaba un panorama desolador, no había restaurantes, ni grandes espectáculos; sin embrago, los museos, iglesias, castillos, eran gratis. Felguérez visitó las grandes catedrales góticas, se maravilló ante la Capilla Sixtina y, al final de su viaje en Londres, quedó profundamente impresionado con la pintura de Turner, en la National Gallery. Devuelta al barco donde se alojaba, realizó un dibujo rudimentario del Támesis, decidiendo así su vocación definitiva: el arte.

GENERACIÓN DE RUPTURA

La certeza de su vocación, lo llevó a inscribirse en la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos en México, donde los métodos de enseñanza, le desesperaron por su lentitud y academicismo. Además, la estética imperante era la de la Escuela Mexicana de Pintura, a la cual Felguérez no deseaba seguir.

Esto lo condujo nuevamente a París, donde se inscribió en la Academia de la Gran Chaumière. Ahí, estudió con el escultor cubista Ossip Zadkine, quien le enseñó el método de abstraer la realidad hacia formas geométricas, valorando la experimentación en el arte, al no conservar los ejercicios realizados en barro, que era reutilizado en la sesión siguiente.

De vuelta en México en 1951, estudió con Fernando Zúñiga en La Esmeralda, para después iniciar su propia obra, la cual expuso en 1954 con gran éxito de crítica y venta. Después, obtuvo una beca del gobierno francés, la cual lo regresó a París una vez más. En este lugar, tuvo un encuentro determinante con la obra de Jean Arp en el Museo Rodin, acontecimiento que dirigió por el camino de la abstracción.

A su regreso a tierras mexicanas, formó parte de la llamada “Generación de Ruptura”, junto con José Luis Cuevas, Vicente Rojo, Alberto Gironella, Lilia Carrillo (con quien se casó en 1969), y Fernando García Ponce, entre otros. Estos no representaban una escuela en sí, ya que cada artista tenía personalidades muy definidas y estilos artísticos diferentes.

La ruptura era más bien una postura de rebeldía en contra de los muralistas, representados principalmente por Diego Rivera y David Alfaro Siqueiros, que lapidariamente dijo: “no hay más ruta que la nuestra”. Sin embargo, la muerte de Orozco en 1949, puso de manifiesto el agotamiento de la escuela que, pese a su prestigio, a fuerza de repetirse, se agotó.

Esta generación de jóvenes artistas, buscaba un arte alejado de posturas políticas y volvían a la pintura de caballete, indagando en una expresión más personal e íntima, experimentando con las nuevas corrientes y vanguardias mundiales, poniendo al día al arte mexicano, el cual se había quedado estancado en su propia escuela.

ARTISTA INTEGRAL

Desde 1959 y a largo de sesenta, la obra de Felguérez se desarrolló dentro de una experimentación constante, enriqueciendo su quehacer artístico, al abordar diferentes disciplinas.

Continuó la experimentación escultórica, que lo condujo de la abstracción a la incorporación de materiales de desechos en relieves monumentales, como el realizado para el Cine Diana, inaugurado con un performance dirigido por Alejandro Jodorowsky, para quién realizara las escenografías cinematográficas de su película La montaña sagrada.

Jorodowsky y Felguérez ya habían participado en el grupo de Teatro Pánico, realizando performances y happenings, que cuestionaban el carácter de la obra de arte tradicional.

En 1969, Fernando Gamboa llamó a algunos de los pintores abstractos más importantes del momento, para trabajar en un proyecto ambicioso: una serie de murales transportables, que se colocarían en el pabellón de México para la exposición internacional de Osaka de 1970.

Lilia Carrillo, García Ponce, Arnaldo Coen, Francisco Corzas, Roger Von Gunten, Francisco Icaza, Gilberto Aceves Navarro, Brian Nissen, Antonio Peyrí, Vlady y el mismo Felguérez, se reunieron en una fábrica para trabajar en su respectivo mural, bajo el tema “El progreso y la armonía para la humanidad”

El resultado fue una serie de poderosas visiones críticas sobre los problemas generados por el «progreso tecnológico» y la concentración de riqueza en los países desarrollados, como la incomunicación, la afectación al medio ambiente, la sobrepoblación, la hambruna, etcétera. Desagraciadamente, estas obras no llegaron a su destino y permanecieron enrolladas y guardadas en bodegas, hasta que encontraron su hogar definitivo en el Museo de Arte Abstracto Manuel Felguérez en Zacatecas.

La generosidad del maestro se manifestó precisamente en la creación del Museo de Arte Abstracto Manuel Felguérez en 1998, en el edificio que fuera el Seminario Diocesano de Zacatecas. El acervo del museo está constituido por una importante parte de la obra del pintor, así como obras de más de 110 artistas abstractos nacionales y extranjeros. La joya del museo la constituye la llamada “Capilla Sixtina del Arte Abstracto de México”: los murales de Osaka.

FELGUÉREZ PINTOR

En la pintura de Manuel Felguérez, se puede apreciar esta aventura creativa que lo ha llevado por diversos caminos en la abstracción. El maestro declaró alguna vez que ante el lienzo en blanco sabe cómo comenzará, pero no cómo terminará la obra, y es ahí donde radica la riqueza de su arte.

Esta experimentación lo ha llevado de una abstracción geométrica constructivista, donde muchas veces, las formas salidas de sus esculturas, se manifiestan en magníficas composiciones que poseen un orden racional.

Por otro lado, ha experimentado también con un expresionismo lírico, donde la textura y color de su pintura, invitan a recorrerla con la mirada y recrear las sensaciones y formas que sugiere.

EL ARTISTA INCANSABLE

Con sus esculturas monumentales, Felguérez ha participado en varios proyectos como el del espacio escultórico de la UNAM, con la Variante de la llave de Kepler, realizada en 1979.

En 2003, develó la escultura monumental La Puerta del Tiempo en la Rectoría General de la UAM de la Ciudad de México, y en 2007, inauguró la Puerta 1808, en el Paseo de la Reforma. Felguérez es un artista incansable, figura clave del arte abstracto mexicano y uno de los artistas más prestigiosos a nivel mundial.

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