Hace ocho años, Paco Ignacio Taibo II se encontró ante la historia de un grupo de jóvenes judíos liderados por Mordejái Anilevich y asentados en el gueto de Varsovia, quienes se prepararon para dar la batalla de su vida ante las tropas nazis. La historia es narrada en su reciente libro: Sabemos cómo vamos a morir, publicado por Planeta.
“Cuando sus compañeros en el exterior de Varsovia, en las guerrillas que estaban en las montañas, le dicen a la Organización Judía de Combate (ZOB) que salgan, que usen la red cloacal del gueto para sumarse a las guerrillas, Mordejái Anilevich reúne a su gente y contesta en una carta a los del exterior: ‘Hasta ahora los judíos sabemos que vamos a morir, pero por primera vez ahora sabemos cómo’”.
Al leer esa frase, Taibo II se conmovió, pues aquel pasaje rompía con la imagen que se tiene de que seis millones de judíos “fueron llevados al matadero” sin oponer ningún tipo de resistencia durante el Holocausto.
Así, el escritor e historiador mexicano inició a buscar datos sobre la insurrección en el gueto de Varsovia. A través de estos ocho años, la información comenzó a reunirse en el pensamiento de Taibo II para así realizar la reconstrucción de los hechos.
El relato se mostró ante sus ojos, tal como describe en su introducción, en una historia renaciente de sus cenizas bélicas, tras negarse a desvanecerse en la bruma de la memoria colectiva occidental.
“Yo no conocía Varsovia y, sin embargo, podía recorrer en una memoria ajena, escrita o fotográfica, algunas de sus calles, las de lo que fue el gueto, tomado de la mano de Moderjái Anilevich, los testimonios de Marek Edelman o el archivo del doctor Ringelblum. Avenidas, callejones, y edificios, portales, comercios abandonados, referencias de postes, tiendas y esquinas que hoy no existen, borradas del bordado de la tierra, piedra tras piedra, vueltas polvo y cenizas, como los que allí habitaban”, escribe Taibo II.
Foto: Planeta
REDACCIÓN
En febrero pasado, el mexicano se dio a la tarea de teclear la historia. Indica que la escritura fue rápida, pero inspiradora y emotiva.
“Mientras la estaba escribiendo en las noches de estos días duros y bajo la tensión de la etapa del COVID y del encierro casero en el que vivía, me conmovía profundamente. Había días en que se me salían las lágrimas cuando estaba contando la historia y peleándome contra la información que iba amarrando”.
En el curso de la redacción, Taibo II se cuestionaba dónde se había metido, pero al mismo tiempo se respondía: “Es una historia que tienes que contarla. Hay libros que te dicen ‘cuéntame’ y otros a los que tú les dices ‘si no te cuento me voy a morir’. Este libro me causó esa sensación”.
El autor afirma que la historia representa “un acto de verdadero heroísmo”, pues 200 jóvenes judíos resistieron contra millares de miembros de las SS que estaban equipados con tanques, aviones y artillería en el gueto de Varsovia.
Paco Ignacio Taibo II comenta que, si bien hay materiales como la novela Mila 18 de Leon Uris (que lleva el nombre de la calle donde estaba asentada la ZOB en Varsovia) o algunas películas, este pasaje de la historia no ha impactado en la literatura como debería.
“No fue fácil encontrar fuentes directas. Cuando estuve en Polonia, en Varsovia a raíz de una feria del libro, me descolgué hasta el lugar donde está la tumba de Mordejái Anilevich. Y la sensación era de ‘¡híjole, no dejaron nada! Porque al final de la insurrección, los alemanes, después de haber asesinado a todos los judíos que quedaban dentro del gueto y haber destruido a los que combatieron (sólo pocos escaparon), arrasaron: volaron la sinagoga, metieron buldóceres y arrasaron para desaparecer la ofensa que significaba que estos supuestos judíos desarmados se hayan atrevido a retarlos en la manera en que lo hicieron”.
Mordejái Anilevich. Ilustración: Hessie Ortega
Estar frente a esa tumba, una piedra blanca irregular que no rebasa los 60 centímetros de altura y que se encuentra incrustrada en los linderos de un parque de Varsovia, hizo que Taibo II pensara en esos fantasmas que, en el idioma del silencio, siguen gritando el registro de una masacre.
Por eso, la escritura de Sabemos cómo vamos a morir se traslada del júbilo y la esperanza de una resistencia, al horror de una matanza gradual que terminaba en los trenes que partían rumbo al campo de exterminio de Treblinka.
Y es que Taibo II también reflexiona sobre el uso del pasado como materia prima para la escritura. Él lo piensa similar a un pintor, como un elemento útil para producir contextos y sombras, en este caso, como el rastro que dejó la existencia de Mordejái Anilevich.
CONTENIDO
Sabemos cómo vamos a morir comienza con una pequeña biografía de Mordejái Anilevich, un joven polaco nacido el 1 de enero de 1919 en el pueblo de Wysków, situado al norte de Varsovia. Anilevich se formó como scout con ideología socialista y fue férreo defensor de los derechos judíos ante el racismo que imperaba en Polonia; un lector obsesivo cuya misión era sobrevivir en la escuela y en las calles.
Las tensiones fracturaron al mundo cuando el 1 de septiembre de 1939, Polonia fue invadida por Alemania. Stalin y su ejército soviético harían lo mismo 16 días después. La guerra había comenzado.
Convencido de que sería un error rebajar la crudeza de esta historia hacia una novela, el mexicano continúa emitiendo un relato histórico donde dibuja en narrativa la vida dentro del gueto de Varsovia, esa prisión judía en la que los nazis aislaron a miles de futuras víctimas.
Heinrich Himmler en un campo de concentración. Foto: Flickr / NoobieNikon
“La barbarie es una forma de irracionalidad arbitraria. Cuesta mucho trabajo meterse en la cabeza de los jerarcas nazis y descubrir las oscuras razones de sus constantes y a veces contradictorias órdenes”, se lee.
Asimismo, Taibo II recoge personajes como el llamado “antihéroe” Adam Czerniakov mientras pasa página hacia el terror que se desató en julio de 1942 para los judíos debido a la hambruna y al abuso de las SS nazis, y también cómo la población dentro del gueto se encontraba al tanto de lo que sucedía en los campos de concentración diseñados por Heinrich Himmler, sobre todo en el campo de Treblinka, destinado para los judíos recluidos en Varsovia.
El relato de la insurrección de la ZOB dentro del gueto judío, demuestra como una luz de esperanza pudo alumbrar en uno de los momentos más oscuros y terribles de la historia, pues morir sin luchar no fue opción para estos jóvenes que decidieron elegir su propia muerte antes que regalar su libertad.
Por eso, Taibo II revela su preocupación de que el público joven conozca la historia de Mordejái Anilevich y la ZOB, para que así cuestione su propia existencia y encuentre una respuesta escondida en las páginas del libro.
“Mi ilusión es que este libro llegue a un adolescente mexicano inteligente y que diga: ‘Bueno, nos hemos estado preguntando de dónde venimos y quiénes somos, pues creo que también venimos de esto’”.
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