Ilustración de portada: Hessie Ortega
El horror es un género poderoso que intenta reflejar y representar aspectos del mundo real de manera extrema. El clásico de culto Suspiria (1977), del director Darío Argento, tiene su versión más reciente (2018) dirigida por Luca Guadagnino, quien brinda una expresión diferente a una historia rica en misterios. Ambas películas giran en torno a la brujería y son violentas, tienen una estética visual poco común y una trama que busca horrorizar y dejar al espectador en medio de dudas.
ART HOUSE HORROR
En los últimos años, el cine de terror ha sufrido reinvenciones que trasladan su impacto a temáticas más profundas e investigaciones históricas minuciosas, otorgándole así distintas caras.
La fama del género, bien ganada, advierte que busca el impacto por el impacto, hacer saltar monstruos y fantasmas a la pantalla para sorprender al espectador. Pero el efecto puede ser diferente, buscando generar una sensación de disgusto al presentar situaciones terribles y que se relacionan con los miedos universales: la enfermedad, la locura, la muerte o el desastre.
Los subgéneros del thriller y el terror psicológico se acercan a connotaciones profundas acerca del ser humano, su relación con otros, sus vínculos familiares o su contexto histórico, mismo que se representa de forma más racional que sobrenatural. El horror ocurre escalones abajo, en la mente humana aquejada por presiones o problemas mentales.
El llamado art house horror ha tenido un nuevo impulso desde el 2013, con cintas como Let the right one in, centrada en las problemáticas de una niña vampiro para relacionarse con seres humanos. Es a partir de entonces que aparecen varias películas por año que se consideran un híbrido entre el cine de arte y el de horror. Dependiendo de la atmósfera, la construcción de personajes, su desarrollo psicológico y los temas filosóficos detrás, el género explora posibilidades argumentales y estilísticas que nutren a ambas concepciones del cine.
Por ejemplo, en The Witch (2015) de Robert Eggers, se establece un contexto histórico alrededor de la figura sobrenatural de la bruja, y se mantiene un clima ambiguo entre la magia, la alucinación y la marginalidad social, con una investigación minuciosa sobre la histeria colectiva y los estados de trance inducidos por una intoxicación por hongos que era común en la época en que se desarrolla la trama.
Suspiria (2018) de Luca Guadagnino. Foto: Amazon.es
EL REMAKE Y LA VERSIÓN
El art house horror suele buscar una visión personal y emparentada con la idea de autoría, por lo que un remake no es común. Sin embargo, en Suspiria de 2018 no se encontrará una copia cuadro por cuadro como la que haría Gus Van Sant de Psicosis (1998). Su versión es una cara diferente de una misma historia, o lo que ocurriría en una realidad paralela.
El argumento que comparten ambos filmes es el de una estudiante de danza que viaja para ingresar a una prestigiosa academia, donde pronto se da cuenta de que ocurren desapariciones y asesinatos sin razón aparente. Eventualmente, los hechos señalan como responsable a un grupo de hechiceras que rigen la academia.
Suspiria de 2018, como versión sustancialmente diferente, comparte los mismos personajes que la de 1977, pero brinda mayor importancia a algunos y los dota de un papel más crucial. El terapeuta y psiquiatra, que en la cinta de Argento funge únicamente como un esclarecedor de la naturaleza paranormal, en la versión de Guadagnino se ve implicado de forma personal en la investigación del grupo de brujas.
Hay un mayor desarrollo de protagonistas y antagonistas, cuyas acciones tienen más motivaciones. La estudiante alrededor de la cual gira la trama, Susie Bannion (Dakota Johnson), en realidad tiene un destino que cumplir en la academia, y Madame Veva Blanc (Tilda Swinton) se da cuenta de su presencia atractiva y misteriosa que la hace resaltar entre sus compañeras.
Varios aspectos de la película reciente se representan de forma más teatral, sin que esto implique una mejora en sí. El psiquiatra Joseph Klemperer (sorprendentemente también encarnado por Tilda Swinton) atiende como su paciente a la joven estudiante Patricia Hingle (Chloë Grace Moretz), quien se muestra delirando y alucinando en el consultorio, moviéndose de un lado a otro como escapando de algo, en un diálogo largo mientras cae una tormenta.
Otro aspecto que añade Guadagnino es el trasfondo social, sin que esto, nuevamente, aporte algo realmente importante a la trama. Su adaptación se desarrolla en Berlín de la postguerra, dividida por el muro y asediada por atentados y presiones políticas. Algunas estudiantes son perseguidas al participar en una resistencia ideológica, y Klemperer se ve movido a indagar lo que realmente ocurre en la academia a partir de la desaparición de una de ellas.
En la versión de 2018, Tilda Swinton sorprende interpretando tres personajes diferentes en la misma película. Foto: vogue.com
La producción de Argento es más plana en estos aspectos, pero su puesta en escena es efectiva. Se centra más en la estética visual y en las emociones que esta genera, mientras que la trama se desarrolla como una película de horror más común, incluso cercana al subgénero slasher.
Pero sus colores son brillantes, generando la sensación de que las escenas de asesinatos son bajo el influjo de una fuerza extraña. Lo sobrenatural se establece en escenarios que podrían inscribirse en un tono fantástico; por ejemplo, un árbol de ramas en curva adorna la pared que resguarda uno de los pasadizos secretos del edificio en que se desarrolla la historia.
Los colores intensos y de poderosos contrastes hacen que se piense en algo que no tiene que ver propiamente con el horror, caracterizado por la oscuridad. Aquí, un asesino se esconde en un espacio que está lleno de luz, pero a través de pasadizos y paredes misteriosas.
Uno de los secretos para este efecto impactante son los picaportes de las puertas, colocados más altos de lo que normalmente están para que el edificio fuera más imponente. Las jóvenes estudiantes que se ven inmersas en el terrible lugar, inicialmente serían interpretadas por menores de edad, pero la producción prefirió no arriesgarse en este sentido para que la película fuera mejor recibida.
Algunos de los asesinatos terminan en una exhibición casi ritual en el centro del edificio, mientras que otros se dan tras una intensa persecución en un cuarto lleno de alambre de púas.
Una de las más extrañas influencias de Argento para lograr este ambiente fueron los cuentos de fantasía, mencionando concretamente los colores intensos de la película Blancanieves. El cine del expresionismo, que se caracterizaba por crear espacios irreales, también formó parte de su inspiración.
Lo anterior, más el uso del color, son aspectos que realzan el carácter inquietante de los sucesos que describe.
Los colores entre ambas versiones contrastan, el cambio pasa de colores llamativos en 1977 a tonos pastel en 2018. Foto: theringer.com
RESOLUCIONES
Suspiria de 2018, si bien avanza en un camino diferente, también da importancia a la estética visual con el uso de colores cercanos al pastel, espacios grandes e imponentes, algunos acercamientos abruptos de cámara y el uso de grano grueso en su fotografía, que la acercan al cine de los setentas.
También aporta características fantásticas, relacionando el baile con la hechicería y construyendo escenas de terror corporal donde las brujas castigan a sus enemigas por medio de deformaciones y lesiones.
Pero no hay que mentir en cuanto al desenlace. Si bien la de Guadagnino es una versión que hace énfasis en detalles no tan presentes en la historia original, y la construcción de escenarios y el desarrollo de personajes cumple su función con creces, su resolución, aunque se anuncia mediante algunos guiños, se antoja bastante abrupta. No integra satisfactoriamente todo el trasfondo político que se ha contado, por lo que este se vuelve más bien un pretexto para generar enfrentamientos (no esenciales) entre los personajes.
Por último aparece un ser monstruoso (del que se notan defectos hasta en su confección) que no se había visto antes, aunque sí mencionado, para comenzar un festín inmenso de sangre donde gran parte de los personajes mueren y se desgarran por acto de magia. Si bien podría ser algo divertido para los amantes del cine de explotación o del género de terror, parece más una conclusión apresurada y un giro de tuerca innecesario. Lo anterior sin que los fallos de esta versión demeriten el producto completo.
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