De la Hacienda de San Antonio Coahuixtla solo quedan las ruinas de su casco, un escenario inigualable para tus fotos de Instagram: una especie de fortaleza abandonada en el campo que sigue siendo bella a pesar de que se han ido sus años gloriosos.
La propiedad se encuentra en el municipio de Ayala, muy cerca de Cuautla, específicamente en el pueblo de San Pedro Aplatlaco, en el estado de Morelos, y a tan solo dos horas de Ciudad de México viajando por carretera.
Los frailes dominicos comenzaron su construcción en 1587. En un principio fue un rancho; con el paso de los años se convirtió en una fábrica donde se procesaba alcohol de caña y, luego, en una fábrica de azúcar con maquinaria alemana de primera. Fue la hacienda azucarera más grande e importante del estado.
En los primeros años de la Revolución Mexicana, la Hacienda de Coahuixtla también fue testigo de las luchas encabezadas por Emiliano Zapata. Con este acontecimiento vino su decadencia hasta quedar en el abandono.
Este edificio histórico, en el que el tiempo ha causado estragos, ha sido locación de algunas películas filmadas desde los años setenta hasta principios de los dos mil.
Entre las más reconocidas está La Generala, protagonizada por María Félix, cinta con la que la Doña se despidió del séptimo arte. La más reciente cinta filmada ahí fue Zapata, el sueño de un héroe (2004).
Pero también hay otras historias que llamarían tu atención y hasta te pondrían los pelos de punta, pues algunos aseguran que en este lugar han pasado cosas espeluznantes.
En los años más prósperos de la hacienda había una joven trabajadora que causaba especial atención por su júbilo y belleza. Ella no hacía caso a nadie, pues estaba casada.
Un día, mientras se dirigía a su hogar, un hombre bien parecido se acercó a ella en su caballo negro. Se presentó como un rico hacendado, y ofreció llevarla a su casa. La guapa joven al principio se negó, pero como la noche se acercaba decidió aceptar su ayuda.
Pero cada vez que esta mujer se encontraba camino a su casa, el misterioso hombre aparecía. Sus visitas eran cada vez más frecuentes, hasta que ella se enamoró de él. Como te podrás imaginar, a estas alturas, la historia no terminó bien. Un día, el jinete tomó por la fuerza a la muchacha. Y, después, no se volvió a saber nada de él.
La dejó embarazada. Con el paso del tiempo el bebé, a quien apodaban El Choco, comenzó a tener un comportamiento extraño. La joven decidió buscar a una madrina para bautizar a su criatura lo más pronto posible.
El día del bautizo, alguien encontró a la madrina con el niño en brazos rumbo a la iglesia. Esa vez sería la última vez que la vieron con vida. Cuentan las malas lenguas que el bebé, con voz de ultratumba, le dijo a la mujer: “Mira madrina, ya puedo hablar; ahora tengo dientes y te voy a matar.” Ella cayó al río y fue encontrada muerta. El bebé del mal, al igual que su padre, se esfumó.
Desde ese momento, sucedieron cosas extrañas, se sentían presencias y muertes extrañas siguieron ocurriendo. Los rumores comenzaron a cobrar fuerza: aquel bebé tenía que ser el hijo del diablo. ¡Ten cuidado cuando visites estas fascinantes ruinas! Dicen que cuando caminas por esos pasillos derruidos puedes toparte con el escalofriante Choco.
Puedes hacer un recorrido de media hora por todo el perímetro de la exhacienda, y visitar sus pasillos oscuros con caminos empedrados que están en ruinas a causa del tiempo y de los estragos de la Revolución Mexicana.
Otra de las leyendas que se cuenta, es que, según la gente que habita en las cercanías de esta increíble propiedad, debajo de esta construcción hay una red de túneles que la conecta con otros sitios.
El segundo nivel es un área de lavaderos que nos ofrece una vista panorámica de todo el lugar. En la hora dorada, los rayos del sol chocan con las piedras y le dan un toque misterioso al edificio.
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