Winchester Mistery House en San José, California, tiene fama de ser la casa más encantada del mundo: supuestamente hay más de mil fantasmas en el inmueble. Esta vivienda, que se puede visitar, originalmente pertenecía a Sarah Winchester, viuda de un magnate de la fabricación de armas. La construcción del inmueble comenzó en 1884, completamente sin guía de ningún tipo de plan de construcción coherente, y continuó hasta 1922.
Las habitaciones, las características arquitectónicas caprichosas y diferentes alas y pisos se agregaron al azar, lo que resultó en un extraño y ridículo rompecabezas de pasillos secretos, habitaciones y escaleras. Hay puertas que no van a ninguna parte y ventanas con vistas a otras habitaciones interiores. Incluso hay una sala construida específicamente para realizar sesiones espiritistas. En su apogeo, la casa tenía más de 500 habitaciones, más de 10 mil ventanas y muchas docenas de chimeneas y escaleras. Winchester es un lugar donde uno podría perderse muy fácilmente. Existen investigaciones científicas, explicaciones de por qué la gente cree que los fantasmas prosperan en tales hábitats.
Los edificios temibles poseen combinaciones de características que los humanos han evolucionado para considerar con precaución, ya sea porque estaban asociadas con la presencia de depredadores o peligros naturales, o porque brindan información sensorial limitada y restringen la libertad de movimiento de una manera que podría afectar la capacidad humana para lidiar con una amenaza emergente.
AMBIGÜEDAD DE LA AMENAZA
Hay diferentes tipos de escalofríos, y la variedad de cosas que asustan van desde muñecos que son demasiado realistas hasta payasos rondando por donde los payasos no deberían estar. Sin embargo, el tipo de escalofríos más aplicable a los espacios se explica por una teoría que Francis McAndrew desarrolló con una de sus estudiantes, Sara Koehnke. El filósofo David Livingstone Smith la ha llamado Teoría de la Ambigüedad de Amenaza. Esta teoría se aplicó originalmente a personas en lugar de espacios. La premisa básica es que aquellos que de alguna manera se salen de la norma nos ponen en guardia porque son impredecibles y no está claro si representan una amenaza o no.
Se probó la teoría en una encuesta en línea a mil 341 personas. Se les pidió que calificaran la probabilidad de que una hipotética “persona espeluznante” exhibiera 44 comportamientos diferentes, como patrones inusuales de contacto visual o características físicas como tatuajes visibles. Luego, los participantes calificaron lo espeluznante de 21 ocupaciones diferentes y enumeraron dos pasatiempos que pensaban que eran atemorizantes. Finalmente, se les pidió a los participantes que expresaran su nivel de acuerdo con 15 declaraciones sobre la naturaleza de las personas espeluznantes. Los resultados fueron consistentes con la idea de que lo espeluznante es una respuesta a la ambigüedad de la amenaza. Los comportamientos no normativos no verbales y emocionales, las características físicas inusuales y los pasatiempos u ocupaciones sospechosas activan los “detectores de escalofríos”.
Las personas que se comportan de formas extrañas e impredecibles, y que violan las sutiles convenciones sociales que permiten comprender sus intenciones, asustan. Son una ambigüedad: ¿son alguien a quien temer? Esta ambivalencia nos deja incómodamente congelados en el lugar, y esa es la psicología detrás de sentirnos "asustados". Es una reacción que podría ser adaptativa si ayuda a mantenerse alerta cuando la amenaza es incierta y enfoca su atención en resolver la incómoda ambigüedad que hay de frente.
MECANISMO DE DETECCIÓN DE AGENTES
Los edificios y paisajes pueden asustar por las mismas razones que las personas: al presentar información ambigua que hace que no quede claro si la estructura representa una amenaza o no. Los elementos viejos, dañados o en estado de abandono, que a su vez pueden considerarse grandes, tienen este efecto en la humanidad porque activan una adaptación psicológica conocida como mecanismo de detección de agentes.
Los mecanismos de detección de agentes evolucionaron para proteger a las especies del daño a manos de depredadores y enemigos. Si se camina solo o sola por el parque en la noche y se escucha el sonido de algo crujiendo entre los arbustos, se responderá con un mayor nivel de excitación y atención. Como si hubiera un “agente” voluntarioso presente que está a punto de hacer daño. Si resulta ser un gato callejero, se pierde poco si se reacciona de forma exagerada. Pero si no se activa la respuesta de alarma y existe una verdadera amenaza, el costo del error de cálculo podría ser alto.
Los entornos naturales más atractivos contienen cosas como agua corriente y prados abiertos rodeados de bosques, las mismas características que habrían sido beneficiosas para la supervivencia de los primeros humanos. En otras palabras, a las personas que se sintieron atraídas por los lugares "correctos" les fue mejor que a las que no, y con el tiempo sus genes se vieron favorecidos sobre los de las personas que pasaban demasiado tiempo en paisajes más dispersos y áridos.
PERSPECTIVA, REFUGIO Y ESCAPE
En su libro The Experience of Landscape (1996), el geógrafo británico Jay Appleton describió dos cualidades físicas que determinan si una casa, por ejemplo, es atractiva o aterradora para los humanos: perspectiva y refugio. Refugio significa tener un punto seguro y protegido para esconderse donde uno puede refugiarse del peligro, mientras que la perspectiva se refiere a la vista clara y sin obstáculos del paisaje. Los hogares atractivos ofrecen muchas perspectivas y mucho refugio, o lo que el arquitecto paisajista estadounidense Randolph Hester llamó en 1979 un "útero con vistas".
Las casas embrujadas limitan las oportunidades de escapar. Nos sentimos incómodos cuando se viola el espacio personal en cualquier lugar, pero especialmente en situaciones en las que se siente que escapar se volverá difícil. Tales sentimientos de incomodidad son sintomáticos del hecho de que estamos constantemente, aunque sea inconscientemente, escaneando nuestro entorno y evaluando nuestra capacidad para huir en caso de que sea necesario.
La “murder house”, el hotel o el asilo de American Horror Story se valen de esa pesadilla, ya que dificultan la huida. La oscuridad y el diseño confuso pueden hacer que sus habitantes se pierdan o ralenticen. Además, la fuga podría verse obstaculizada por setos, vallas de hierro o escaleras derrumbadas. Los edificios encantados carecen de "legibilidad": son una mala combinación de una perspectiva muy baja para el ser humano y un refugio muy alto para las cosas horripilantes que acechan. La típica casa encantada es grande, rodeada de vegetación descuidada y llena de oscuras características arquitectónicas, como habitaciones secretas y armarios debajo de las escaleras. Los áticos y los sótanos también son elementos imprescindibles y, por supuesto, las telarañas, los murciélagos y las ratas son bonitos accesorios de decoración.
Comentarios