El pasado jueves 10 de febrero la Junta de Gobierno del Banco de México (Banxico) decidió incrementar en 50 puntos base la tasa de interés objetivo elevándola a un nivel del 6 por ciento, estricta decisión que responde al desequilibrio en la inflación que actualmente vive la economía mexicana y, además, disipa toda duda relacionada con el actuar de la maestra Victoria Rodríguez Ceja como nueva Gobernadora del Banxico, ya que mantiene la política monetaria restrictiva que comenzó desde junio del 2021, necesaria para la estrategia de desinflación.
El problema actual de la inflación
El Banxico define a la inflación como el aumento sostenido y generalizado de los precios de bienes y servicios en una economía a lo largo del tiempo, situación que la mayoría de los hogares dentro de la economía mexicana han percibido en los últimos meses, ya que el año 2021 cerró con una tasa de inflación del 7.36 por ciento anual, nivel no observado desde enero de 2001, y muy por encima de la meta inflacionaria del 3 por ciento más menos un punto porcentual del Banco Central.
Para el primer mes del año la tasa de inflación abrió en 7.07 por ciento anual, mostrando un ligero retroceso pero siendo aún muy elevada, sobre todo al visualizar que la inflación subyacente, indicador que solamente muestra los precios de bienes y servicios menos volátiles y más relacionados con las condiciones de mercado, inició enero con 6.21 por ciento anual, continuando así con su tendencia al alza y lo cual es preocupante, debido a que este indicador no ha detenido su marcha alcista desde noviembre del 2020, incrementando así las expectativas inflacionarias al corto plazo y mantenido en niveles ligeramente superiores a la meta del Banxico las de largo plazo.
Según el Fondo Monetario Internacional (FMI) en su World Economic Outlook Update de enero de 2022, a nivel mundial la inflación cerró el año 2021 con una tasa del 3.1 por ciento en las economías avanzadas y del 5.7 por ciento para los mercados emergentes y economías en desarrollo, incrementando también las expectativas inflacionarias a nivel mundial. Sin embargo, estas presiones inflacionarias podrían ceder si durante este año se solucionan las disrupciones en la cadena de suministro, la oferta corrige su diferencial con la demanda y se continúa con la política monetaria restrictiva a nivel internacional, estrategia que, sin duda, el Banxico seguirá aplicando hasta que el índice inflacionario subyacente comience una tendencia a la baja, lo cual, puede ser doloroso para una economía mexicana que no ha terminado de recuperarse de la crisis económica originada por la pandemia del COVID-19.
El papel del Banco de México
El Banxico es un órgano constitucional autónomo que tiene como mandato prioritario preservar el valor del peso mexicano a lo largo del tiempo, contribuyendo así a mejorar el bienestar económico del país. Su estrategia de política monetaria radica en influir sobre el mercado de dinero, de tal manera que el precio del dinero, es decir, la tasa de interés (fondeo interbancario a un día), se mantenga en el nivel anunciado como tasa objetivo en la última reunión de la Junta de Gobierno del Banco Central como decisión de política monetaria, y así abaratar o encarecer el crédito, lo cual alienta o desalienta la demanda de bienes y servicios dentro de la economía mexicana.
Dado el contexto inflacionario actual, las decisiones de política monetaria han sido restrictivas desde junio de 2021, es decir, Banxico ha tomado la decisión de elevar la tasa de interés con el objetivo de encarecer el crédito y, por ende, desalentar la demanda agregada, de tal forma que el incremento en precios motivado por la falta de oferta se detenga, lo cual parecería un contrasentido al dinamismo económico necesario para la recuperación económica. Sin embargo, se debe recordar, que el objetivo del Banco Central es mantener el valor de la moneda, en otras palabras, procurar la estabilidad de precios, y por ello las decisiones del Banxico siempre estarán encaminadas hacia este objetivo, como resultado del mandato jerárquico que se expresa en la Constitución.
La contracción económica derivada de la crisis originada por la pandemia del COVID-19 representó una caída del 18.70 por ciento anual en el segundo trimestre del 2020. En pesos, el Producto Interno Bruto (PIB) de México pasó de 18,220,799 millones de pesos, en el primer trimestre del 2020, a 14,980,665 millones de pesos en el segundo trimestre, es decir, el tamaño de la economía mexicana se redujo en 3,240,134 millones de pesos de un trimestre a otro, tiempo que coincide con una tasa de interés particularmente baja (4.00 por ciento) ya que no existían presiones inflacionarias. Sin embargo, una vez que la recuperación económica tomó fuerza y los índices inflacionarios se empezaron a elevar, a partir del segundo trimestre del 2021 la tasa objetivo comenzó a aumentar.
La estrategia de desinflación
La tasa de inflación del 7.36 por ciento con la que cerró el año 2021 la economía mexicana, es un valor no visto desde 2001, sin embargo, dado que el actual proceso inflacionario radica en un desajuste natural entre oferta y demanda originado por la crisis económica de 2020, tanto a nivel nacional como internacional, se espera que este indicador comience su descenso conforme la producción recupere su nivel prepandemia. Aun así, la instrumentación de la política monetaria restrictiva por parte del Banxico tiene que continuar, ya que, sin este ciclo al alza en las tasas de interés, la demanda agregada seguramente escaparía del alcance de la recuperación de la oferta y continuaría incrementando el nivel de precios.
Se estima que en 2022 el Banco Central cerrará con una tasa de interés de referencia superior al siete por ciento, nivel que muy probablemente se mantenga hasta 2023, es decir, la estrategia de desinflación, que consiste en una política monetaria restrictiva, se convertirá en una piedra en el zapato para el crecimiento económico durante los próximos años, lo cual no parece una buena noticia, ya que el PIB de México aún no recupera su nivel previo a la pandemia, en otras palabras, la economía mexicana aún no termina por superar la crisis de 2020.
Adicionalmente, se espera que la Reserva Federal de Estados Unidos, es decir, el Banco Central de aquel país, comenzará este 2022 con el incremento en la tasa de interés de referencia del dólar, por ende, el Banxico tendría que replicar esos incrementos a la tasa de interés del peso para evitar una fuga de capitales financieros, ya que la depreciación atípica que estos desplazamientos entre monedas originarían se podrían convertir en una fuente de inflación, vía el encarecimiento de los productos importados al tener que pagar más pesos por dólar.
En definitiva, el contexto en el que el Banco Central tiene que luchar contra la inflación resulta muy complicado, ya que el reto es controlar el ritmo de expansión de los precios en la economía nacional, pero sin minar gravemente la lenta recuperación económica, ya que, si bien el Banxico no tiene la obligación de fomentar el crecimiento económico, si tiene la obligación de procurar el bienestar económico preservando el valor del peso mexicano. Adicionalmente, las recientes tensiones en Europa sobre la posible invasión de Ucrania por parte de Rusia han comenzado a impactar los precios de los energéticos, particularmente el del petróleo, lo cual se podría afectar gravemente la tendencia a la baja en el índice inflacionario que se espera durante este 2022 en la economía mundial.
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