18 cosas que soñamos
Literatura

18 cosas que soñamos

Poesía didáctica de Daniel Medina

¿Qué ocurre cuando se mira diferente? ¿qué posibilidades encontramos en un cuadro pintado de un solo color? La poesía de Daniel Medina se ha encargado de hacer esta exploración. Ir más allá de la pintura es quizá lo que le ha valido el Premio Punto de Partida 2021 con su obra XVIII. Quizá la interpretación y la experimentación sean las herramientas fundamentales para la comprensión de esta obra. Estamos ante un libro que ha significado una renovación en la escritura de Medina. El texto, constantemente toma riesgos, se aproxima a escenarios inhóspitos para la poesía y convoca a un montón de elementos derivados de una visión única que propone el poeta. Sin embargo, hay un ente al que, con frecuencia se le está llamando: el lector. Pareciera que el principal propósito del autor ha sido involucrar al espectador completamente con la obra. De algún modo, existe una invitación constante a la investigación y a la interpretación. Aparece, de pronto un ímpetu por averiguar una especie de subtexto en el poemario. El valor de XVIII parte de su capacidad de incluir elementos externos al libro y adherirlos a la certeza del poemario.

XVIII es un libro, en el cual, cada una de las páginas mantiene una estrecha relación con los 18 Cantos de Barnet Newman (o, mejor dicho, están escritas a partir de ellos). Se trata de 18 cuadros monocromáticos, minimalistas y abstractos. Cada uno de ellos se compone de uno o dos colores o también de rayas cuidadosamente colocadas en algún sector del área pintada. Es posible visualizarlos por medio del sitio web oficial del Tate Modern, como se le conoce al Museo Nacional Británico de Arte Moderno. Es recomendable realizar esta acción para que la experiencia del libro sea aún más gratificante.

Daniel comprende estos cuadros y nos regala su contemplación a un nivel igual de sugestivo que la obra de Newman. La asimilación del color como ese algo que nos transporta a otra realidad. Existen dos mundos quizá: El blanco y lo que evoca: un pez transparente, por ejemplo. El documento se comprende por 18 poemas breves. Cada uno de ellos con su propia estructura, con su propia manera de realizarse, incluso, se podría decir que cada uno tiene su propia personalidad. Cada página tiene una manera muy distinta de comunicarse, sugerir y aprovechar los espacios. Ese es otro de sus valores, su facilidad de mutar, pero al mismo tiempo hilarse y saberse parte de un ecosistema dotado de símbolos e imágenes.

Daniel Medina nació en Mérida, Yucatán en 1996. Estudió literatura y creación literaria. Es autor de El sonido de los cascos al chocarse (Poesía Mexa, 2020), El dolor es un ensayo de la muerte (Fósforo, 2020; Premio Nacional Universitario de Poesía José Emilio Pacheco 2019), Médium (Sangre, 2018) y Una extraña música (Sombrario, 2018; The Ofi Press, edición inglés-español, 2017; Premio Peninsular de Poesía José Díaz Bolio 2017). Actualmente, becario como Joven Creador por parte del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (FONCA).

Conexión con otros mundos

La metatextualidad es un recurso bien manejado por Medina. La constante mención a otros textos para configurar la perspectiva a ese solo color que pareciera no sugerir mucho. Incluso algunos sucesos políticos, productos de limpieza o simplemente otras obras de cualquier índole, nos ayudan a ir más allá del cuadro.

Vale la pena, entonces, echar un vistazo a varios de estos cuadros para comprender un poco mejor el viaje que nos ofrece el poeta yucateco. Su intención, por supuesto, es crear una especie de lectura didáctica en la que el lector deberá investigar constantemente la referencia que atienden las líneas de este libro. XVIII se convierte una experiencia única al mantener los dos ojos en tres lugares distintos: los cantos, los poemas y el eso de lo que se habla en cada uno de los textos.

dicen que era diestro / dicen que dios era diestro / y aprendió a volar en sudamérica”. Son los primeros versos de V. Su paralelo, el quinto canto, es un cuadro negro que, a su derecha, sutilmente, se encuentra una línea blanca apenas trazada. Al final del poema se mencionan las pampas de Jumana, unas raras líneas dibujadas en el desierto de Perú. Es este uno de los momentos más grandes del libro, imaginar la partida de Dios del mundo, una especie de rastro de algo que despegó en Lima, en Newman y ahora en la palabra de Daniel.

Asimismo, se podría decir que VI es una especie de secuela al texto anterior, lo cual es masomenos extraño tomando en cuenta que otra cualidad de los poemas es no llevar una relación obvia uno con el otro, pero hay que resaltar la naturalidad con la que el artemarcialista Ip Man puede coexistir, tranquilamente, con Alphonse Allais o con Ronaldihno.

VII es esa evasión al lugar común de la que ya se habló: “hay algo oscuro y siniestro en la palabra mar. de tan constante, mar significa no he terminado nunca de nacer y me refugio en este símbolo tan húmedo, patético, involuntario”. Otra forma de hablar del mar y de esa tradición con la que la palabra está cargada y gastada por la poesía de hace siglos o de hace días. En este sentido, hay que destacar esta especie de respuesta que tiene el libro hacía la propia tradición de la poesía. Un rechazo a los moldes y a la convención cómoda del poema. Aquí no se busca exponer el bagaje y la cultura del autor, pareciera que la búsqueda está orientada, más bien, en aquello que es cotidiano y que responde a la sabiduría de su propia generación. Las referencias o los guiños no se limitan de ninguna manera, coexisten porque sí y aparecen de todas partes.

El color

Uno de los tantos juegos interesantes con los que se trabajan los textos, es aquel de “¿Sabías qué…?” un tipo de texto informativo que se popularizó durante un tiempo en revistas infantiles de ciencia y que luego retomó más fuerza en Internet para compartir datos curiosos de una infinidad de temas. Es así como IX recupera esta especie de paratexto para hablarnos de un planeta lejano y prácticamente recién descubierto llamado Kepler 78b en el que la depresión no existe, quizá por la distancia tan corta que guarda con su sol. Hablando del color rojo, XVII incluye, de forma inteligente, coordenadas satelitales que, al colocarlas en el mapa de Google, uno se lleva cierta sorpresa.

Los cantos X, XI y XII son cuadros compuestos por dos colores: amarillo y verde. Asimilados como propios de Brasil, nos habla de un escándalo de lavado de dinero, y de aquella temible e imponente selección de futbol que el texto ilustra junto con las primeras líneas de un comercial de Nike: “puedes cantar como un canario / puedes ser virtuoso pero sólo tocarás / buena música si sabes hacerlo en orquesta: / (dida cafú lucio juan roberto Carlos / silva kaká juninho ze roberto / ronaldo ronaldinho) / ah, qué verde se torna el amarillo cuando quema”. Aquí, entonces, la relación del autor con aquello que habita en su entorno inmediato. Una fijación por aquello que está en los campos verdes y que también debería ser invitado a la poesía

XVIII es un libro publicado por Ediciones O y que puede ser descargado de forma gratuita en su sitio web o con un código QR. Es también una propuesta didáctica y que compromete al lector a interactuar con el texto. Ante todo, hablamos de un poemario que, en todo sentido, pone a prueba y prácticamente no da nada por hecho. Se trata de un reto constante para su consumidor. Por supuesto, no es que sea algo agresivo, lo que se intenta, más bien, es congregar todas las interpretaciones, buscar ese mensaje que no está dicho ni en el poema ni en la pintura. Persuadir para hallar esa otra voz que habita en el espacio en blanco. Una obra que invoca el asombro no sólo en la poesía o en la palabra, más bien el color.

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