Cuando una madre siente rechazo hacía su hijo casi siempre es porque no se logra un vínculo emocional. El ruido que crea el hecho nace a partir de la creencia de que no hay amor más puro e incondicional que el de los padres.
Hay que partir del acto de que el sentir rechazo no necesariamente significa que una madre no quiera a su hijo; y es que se tiene tan romantizada la maternidad que cualquier duda o incomodidad que se salga del estereotipo de la madre feliz es visto con malos ojos.
Dicen que la maternidad es agridulce y ciertamente no podría existir mejor expresión. Las nuevas madres necesitan tiempo para comprender los cambios que han sufrido tanto en su cuerpo como en su vida y es completamente erróneo crearles un ambiente hostil solamente porque se sienten perdidas a la hora de enseñar a vivir a otro ser humano.
Algunas de las razones por las que puede existir un rechazo de la madre hacía su hijo son:
Embarazo no planeado: Evidentemente ser mujer no es sinónimo de ser madre, así que es entendible que la maternidad no es para todas. Algunas mujeres no quieren tener hijos y cuando se presenta un embarazo no deseado puede que se vuelva más complicado el proceso de adaptación; y es que cuidar una nueva vida supone muchísimos sacrificios y cambios en la rutina diaria que no todas las mujeres desean aceptar.
No solamente pasa en las mujeres primerizas que quedaron embarazadas sin desear tener hijos, o no en ese momento, también sucede con quienes ya son madres, pero por una u otra razón volver a serlo no se encontraba dentro de sus planes.
Arrepentimiento de la maternidad: También suele suceder que las parejas decidan tener un hijo para, por ejemplo, arreglar los problemas que tiene el matrimonio. Luego se topan con la realidad de que ninguno de los dos quería ser padre. Es normal pensar que existe una sombra que sobre vuela la maternidad; donde se es feliz, pero también se desea o extraña otro tipo de vida.
Depresión postparto: Se estima que en total entre el 10 y 20 por ciento de las madres han padecido depresión post parto. Los síntomas pueden incluir insomnio, pérdida del apetito, irritabilidad intensa o dificultad para vincularse con el bebé; el tratamiento consiste en antidepresivos o terapia de hormonas y de no ser tratado con la importancia que se merece, puede desencadenar en una depresión grave. Algunas veces pasa que, durante las primeras semanas, las madres pueden llegar a sentirse muy inseguras respecto a los retos de la maternidad y esto puede generar cierto rechazo al bebé. Es importante tomar en cuenta que si pasado este tiempo, la sensación y los pensamientos no desaparecen se debe acudir con un profesional.
Hablando un poco acerca de los mitos relacionados al embarazo, se dice que este es un periodo de bienestar que protege a la mujer de cualquier trastorno psicológico. La verdad es que, según Clinic Barcelona, el 20 por ciento de las mujeres sufre algún tipo de padecimiento psicológico durante este tiempo.
No es ningún secreto que, en general, las enfermedades mentales están rodeadas de estereotipos y estigmas; y más cuando se combina la maternidad con la depresión.
Romantizar la maternidad: Como se mencionó antes, el romantizar la maternidad puede hacer que muchas mujeres se creen expectativas altas de esta y al no cumplirlas, hasta por razones que se les escapan de las manos, se sientan frustradas con ellas mismas y con sus hijos. La maternidad, al igual que cualquier proceso de cambio, es subjetiva y de ninguna forma se deben establecer estándares completamente ajenos a la realidad.
Heridas sin sanar: Las madres también son hijas. Algunas veces el rechazo hacía sus propios hijos puede deberse a alguna herida sin sanar que tengan de su infancia. Por eso se recomienda ampliamente acudir a terapia psicológica antes de decidir formar una familia y así evitar que los niños carguen con las mismas heridas.
¿Qué hacer cuando hay rechazo?
Para empezar, hay que saber que existen las madres que en algún punto han sentido rechazo hacía su hijo. No hay que sentirse culpable, puesto que las circunstancias son ajenas a una misma. Sin embargo, se debe recordar que cuando un niño siente rechazo de parte de sus padres se abre una herida que cuesta trabajo sanar; es por eso por lo que se tiene que acudir a terapia cuando la madre comience a sentir rechazo.
La situación se vuelve más compleja cuando el rechazo es únicamente hacía uno de los hijos, porque esto puede desencadenar en que el niño inconscientemente genere sentimientos negativos hacía su hermano.
Por otro lado, también es importante considerar la perspectiva de los hijos, debido a que, como se menciona, es normal que el hecho de no tener a la madre cariñosa y atenta que se ha venido proyectando por tanto tiempo genere ruido.
Hay que comprender que no todas las personas expresan su amor de la misma forma. Así pues, puede que una mamá sea súper cariñosa con sus hijos y los mime, mientras que otra se preocupe porque luzcan aseados y vayan a la escuela; el lenguaje de amor es diferente, pero el objetivo es lo mismo.
Aun así, no hay que alejarse de la idea de que, pese a lo que socialmente está establecido, sí existen madres que simplemente no sienten cariño por sus hijos; y es de pensarse el hecho de que la situación genere más incomodidad si se trata de una madre de familia y no de un padre.
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