La revista Opinión afirma que la Generación Z, nacidos entre mediados del 90 y 2010, son el grupo que cada vez se inclina más a la idea de no tener hijos.
Dentro del portal se menciona un estudio realizado en cinco países de Europa: Alemania, Italia, España, Francia y Reino Unido; donde se analizaron los planes de 19 mil personas acerca de tener hijos después de la pandemia por COVID-19.
Los resultados arrojaron que en todos los países aumentó el número de gente que no quiere tener hijos entre la Generación Z y los Millennials: en Italia un 37 por ciento, España un 29 por ciento, y en los otros tres países entre 19 y 14 por ciento.
Otro estudio de Reino Unido, realizado por la compañía de análisis de datos YouGov, encontró que uno de cada ocho jóvenes entre 18 y 24 años nunca quiere tener hijos.
Son varias las razones por las que las nuevas generaciones no quieren ser padres. Entre ellas, desde luego, está el cambio climático; muchas personas se cuestionan la necesidad de traer más personas a un mundo que se está acabando. Además está la cuestión económica, un estudio publicado por el diario Criterio muestra que en los países con mayor tasa de desempleo hay menos personas que quieren tener hijos.
Y luego, están las razones personales; como el no querer modificar el estilo de vida, llevar una carga y responsabilidad como lo es criar a un bebé, preocuparse más por su felicidad y estabilidad y, claro, la simple decisión de no querer sin tener que dar razones.
No ser madre en México
Por tradición en México la familia es un pilar de la vida (luego se entra en polémica con el “pero no deja de ser tu…”), entonces, evidentemente se espera que todas las mujeres sean madres y formen su propia familia.
Pero, en la mayoría de los casos, ser madre en México es un sacrificio. Según El Financiero, las mujeres en México sufren una penalización en el mercado laboral por ser madres. Esto al presentar una disminución de cinco puntos porcentuales en su participación laboral, comparado con las mujeres sin hijos; mientras que en el caso de los hombres no hay evidencia de alguna diferencia, señala un estudio del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
Según El Universal: “Ser madre se asocia a una menor probabilidad de trabajar en todos los países. En cambio, para los hombres, el ser padres se relaciona con un aumento en la probabilidad de trabajar en todos los países”.
Y es que al convertirse en madres, las mujeres tienen que frenar su vida laboral y social debido al periodo de la maternidad, cosa que en hombres no aplica; aunque existe un debate acerca de si los hombres deberían también tener derecho a la incapacidad en el trabajo, que actualmente sólo es de cinco días, para estar con sus hijos.
Hay que aclarar que de ninguna forma está mal decidir dedicarse únicamente al cuidado de los hijos, el problema radica sí esto es socialmente aceptado, el decidir no hacerlo también debería serlo.
Lo social
No es secreto que a las madres se les castiga por ser madres y a la vez se les exige un amor incondicional. Es decir, de una mamá se espera que haga y sacrifique todo por sus hijos, pero también es la primera culpable cuando se ven envueltos en aspectos negativos. La prueba más clara está en la revictimización de las madres de desaparecidas, asesinadas o violadas.
El Diario.es relaciona este hecho con una posible razón de porque cada vez menos mujeres quieren ser madres: se les exige mucho y se les tolera poco. Además de otros aspectos como la intolerancia al amamantar en público, la restricción de los espacios públicos o la simple invisibilidad que se las da a las mujeres cuando se convierten en madres.
¿Romantización?
Dentro del artículo “El estigma de las mujeres que deciden no ser madres”, publicado por la BBC, se lee que hay cuatro palabras que como mujer provocan más impresión que cualquier otra: “No quiero tener hijos”.
Para ese texto, algunas mujeres dan su testimonio acerca de las reacciones que tienen las personas cuando expresan su deseo de no ser madres; y es que, todas mencionan, la gente siempre encuentra una objeción.
Si se dice que una no sería buena madre, la gente responde “así nos sentimos todas al principio”, si se alega por el tiempo, el dinero o la estabilidad económica la justificación va por el “ya te las arreglas”. Y el egoísmo ¿por qué es “egoísta” querer dedicar la vida propia a una misma?
“Es posible elegir ser madre a los 16 años pero no declinar la posibilidad de la maternidad a los 29. Parece que nuestras decisiones sólo son tomadas en serio cuando son coherentes con la tradición”.
No es sólo una decisión
Dentro de la revista Opinión se menciona que, además de la decisión por voluntad propia, existen problemas de fertilidad. Y es que según la investigación llevada a cabo en Europa, las tasas de fertilidad llevan años descendiendo. Shanna Swan, especialista en medicina ambiental, participó en un estudio de 2017 y más tarde publicó el libro Count Down en 2021, en el que explica que de 1973 a 2011 la concentración de espermas en los hombres ha disminuido un 52 por ciento.
Por su parte, los abortos espontáneos han aumentado 1 por ciento cada año desde hace 20 años, por lo que considera que para 2045 el mundo será infértil.
Entonces, el problema no está en ser o no madre, sino en las razones, bastante coherentes, que han llevado a las nuevas generaciones a no querer procrear y la poca aceptación que hasta ahora tienen. Quizás esta nueva forma de ver la maternidad se deba a la no romantización de la misma; durante muchos años la llegada de un bebé se ha visto como un periodo de extremo gozo, una conexión inmediata entre madre e hijo. Pero la realidad es que la maternidad viene acompañada de dudas, tabúes, cansancio, limitaciones; socialmente no hay espacio para el arrepentimiento, el llanto o la incertidumbre.
El hecho de que, biológicamente hablando, las mujeres tengan la capacidad de concebir no significa que coincida con su mentalidad; aunque socialmente se espere que sí.
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