En el Capitalismo gore (2010), la intelectual transfeminista Sayak Valencia proporciona un vocabulario, una taxonomía para articular un horror que antes de 2010 no contemplaba palabras para describirse en México. Se tenían los números, las estadísticas, los datos duros y fríos para entender la economía y la política. Con lo que no se contaba era con la clave que permitiría dar sentido a las imágenes que comenzaban a aparecer en los espacios familiares más comunes y transitados: cabezas decapitadas rodando por el suelo de las discotecas, cuerpos colgados de puentes peatonales balanceándose sobre los automóviles cuyos conductores se dirigían al trabajo o llevaban a sus hijos a la escuela, bolsas de plástico llenas de cadáveres descuartizados transportados en la parte trasera de los camiones por la carretera y dejados en los baldíos de los vecindarios, como la bolsa que un día cayó frente al auto de Valencia en Tijuana y que la animó a escribir su libro. Tiene sentido acuñar un concepto que ayude a revelar el sistema en funcionamiento que se esconde detrás del horror.
Las ideas propuestas por Valencia siguen vigentes hoy, en el tiempo en que nos enteramos que el Estado estuvo involucrado en la desaparición forzada de los normalistas de Ayotzinapa, atrocidad en la que evidentemente participaron también los cárteles de la droga y que habla de las formas contemporáneas de gobernabilidad en México. Sus ideas también son indispensables a medida que aumenta el número de asesinatos, incluidos los feminicidios, en el país.
El trabajo de Valencia habla de la violencia sistémica que está tan extendida en todo México, porque aunque el libro es un relato muy enfocado en su tiempo, uno donde aún se puede percibir moderación, también predice tiempos en los que la moderación será ridículamente objetiva. Hace doce años, se percibía a las fronteras como las zonas de sacrificio de la nación, donde se concentraba la mayor parte de la violencia. Ahora, todo el país se ha convertido en una zona de sacrificio. En innumerables fosas comunes, el suelo mexicano se está tragando a las víctimas del capitalismo gore.
COMO LOS HOMBRES
El capitalismo gore se puede comprender desde la perspectiva del transfeminismo y bebe de la genealogía teórica y metodológica de las feministas de color. Describiendo experiencias crudas y entrelazadas a través de diferentes registros que mezclan la erudición, la poesía y el ensayo, se revelan dimensiones del problema de la violencia social y económica que observaciones anteriores no han revelado, particularmente el papel de la hipermasculinidad y el hiperconsumo en el marco de la precarización neoliberal.
Es necesario proporcionar una comprensión cultural, sobre México, por ejemplo, de la violencia como un problema sistémico que es el resultado de una triangulación entre la oligarquía política, la narcomáquina y la necroeconomía neoliberal. Esta estructura se refuerza con los valores de la masculinidad heteropatriarcal bajo las exigencias del consumo desmedido que impone el capitalismo.
El gore es un tipo de cine que vive de lo visceral en escenas de violencia gráfica extremas. Valencia tuvo a bien acuñar el término capitalismo gore para ilustrar cómo, en este sistema, la violencia radical se convierte en una forma de trabajo empresarial para hombres precarios para quienes la capitalización de la muerte alcanza estatus social y poder, algo que se podría conocer como necroempoderamiento. Hablamos de una taxonomía de estas prácticas de extrema crueldad. Es una combinación que engendra la comercialización mediatizada y la estetización de la violencia, y produce realidad en términos de la comercialización del trabajo que consiste en fabricar violencia espectacular y muerte como mercancía.
Al abordar el capitalismo como una forma de vivir en sociedad, más que como sólo una teoría económica, es pertinente volver a la idea de que hemos sido regidos por una forma de gobernar y vivir misógina y autoritaria donde ha permanecido la violencia.
ENGRANAJES
Cuando se habla de capitalismo, una definición clara y efectiva para el propósito de esta reflexión es la que escribe Silvia Federici desde sus variados enfoques. Esencialmente, es el capitalismo que se construye entre los siglos XIV y XV, justo cuando se pasa del feudalismo. Fuimos al capitalismo, pero no como sistema, no por vía directa, sino como una forma de romper la solidaridad y cercar a las comunidades en lucha que existían en ese momento en la Europa medieval, que eran comunidades heréticas.
El capitalismo se vincula directamente con el colonialismo. Para la mayoría, sólo es el sistema eficiente mediante el cual los individuos deben buscar sus oportunidades utilizando sus medios en sus circunstancias. Para algunos otros, particularmente para sus críticos más verbales, es la forma de gobernar a través de la necropolítica, a través de la masacre y la espectacularización de la violencia, porque funciona destruyendo. Básicamente esto tiene que ver con la tesis de destrucción creativa de Schumpeter. Hay cosas que se deben destruir para generar escasez y, en consecuencia, plusvalía.
De esta manera, ¿cómo se ve el funcionamiento interno del capitalismo gore? La pregunta se responde cuando se proporciona una comprensión del fenómeno de la violencia no en abstracto, sino desde una perspectiva encarnada: de quién es la cabeza cortada y cómo terminó así.
Teniendo este escenario como un páramo en el que los paisajes formados por prácticas comunitarias se han convertido en sitios de erosión social, es pertinente recordar nuestro lugar y nuestra responsabilidad como participantes en una sociedad civil que puede ejercer su mera agencia para resistir la cultura neoliberal del capitalismo gore, desobedeciendo explícitamente su gramática. La sociedad civil puede ser un lugar para la creación de esperanza a través de la resistencia como medio de transformación social y económica
Si bien Valencia utiliza Tijuana para su trabajo de campo (y Tijuana es un campo muy personal que conoce muy bien porque lo habita) el capitalismo gore no es un fenómeno exclusivamente fronterizo ni mexicano. De hecho, ni siquiera es un problema exclusivo de los países en desarrollo.
SIN FRONTERAS
¿Qué significa, por ejemplo, que las ideas asociadas con el capitalismo gore “crucen la frontera” al ser traducidas y leídas por personas en el norte global?
Tener una edición en inglés del libro de Valencia es una invitación que se puede entender como un crossover, una propuesta cultural para analizar un fenómeno regional en lengua mestiza, en ‘tijuanense’. Va más allá de meramente alinearse con las narrativas canónicas de América Latina según la producción académica hegemónica desde los centros de poder, y sitúa este pensamiento desde la teoría que enuncia el mestizaje de las ciudades fronterizas. Por lo tanto, es una invitación a descolonizar los hechos.
En este sentido, la teoría del capitalismo gore es un ejercicio de pensamiento fronterizo decolonial. Se niega a ubicar el ‘tercer mundo’ (un término que a veces parte del prejuicio y a veces se elige seguir usándose críticamente) como el lugar para externalizar la producción de datos etnográficos que de otro modo serían sometidos a los filtros teóricos de la teoría del norte.
Por el contrario, teorizar desde el sur global una problemática que es mundial: los paisajes del capitalismo depredador contemporáneo, particularmente en escenarios de violencia neoliberal, se pueden ver en todo el mundo dondequiera que las poblaciones obedezcan y, por lo tanto, se confabulan, o elijan resistir y desobedecer, en los regímenes neoliberales.
MOVIMIENTOS
En 2020, algunos ejemplos del funcionamiento del capitalismo gore son claramente evidentes en la brutalidad policíaca descargada contra la población negra en Estados Unidos, en la ocupación israelí de Palestina, en el conflicto sirio, en la xenofobia contra los inmigrantes, en la proliferación de feminicidios, trata de blancas, en la violencia económica en los hogares en la criminalización de la pobreza racializada y en el despojo de tierras indígenas en todo el mundo.
Doce años después de que nacieran las palabras para nombrar los horrores del capitalismo gore, hoy surge otra gramática como una especie de cara B de la violencia y la desigualdad continua y profunda que se cierne sobre México y otras latitudes. Esta gramática desobediente articula cómo la sociedad civil está ocupando el espacio público y la esfera virtual para reivindicar #FueElEstado, #NiUnaMenos, #BlackLivesMatter, #FreePalestine, #refugeeswelcome y #banfracking, entre otros.
Estos lemas vitales se están encarnando en marchas en todo el mundo y se están movilizando en el virtual, para enfrentar el espectro cada vez más espantoso del capitalismo gore con el espíritu insubordinado de la justicia social.
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