Carlos Fuentes
Literatura

Carlos Fuentes

Un grande en tiempo presente

El 14 de mayo de 2012, Carlos Fuentes planteó en una hoja tamaño carta el esquema (con capítulos, temas, protagonistas y número de páginas) de la que sería su nueva novela, El baile del centenario; esa obra se quedó en proyecto en su cabeza, pues al día siguiente el narrador mexicano murió. Tenía 83 años de edad y un cúmulo de proyectos por delante.

Una década después de su muerte, el escritor es recordado en tiempo presente como uno de los mexicanos más grandes del siglo XX, que dejó una huella con sus novelas, cuentos y ensayos, pero fue más allá de eso.

Políglota, polemista y con una lúcida capacidad de análisis sobre la política, Fuentes sacó provecho de su niñez nómada, gracias a la cual aprendió a la par inglés y español, tuvo acceso a los libros y a personalidades como el pensador Alfonso Reyes, quien a los dos años lo sentaba en sus rodillas y más adelante fue su tutor.

"Hasta que no te leas 'Rojo y negro', de Stendhal, no regresas a mi casa", le dijo alguna vez Reyes al aprendiz de escritor, quien pasó su vida como lector voraz y sentía debilidad por Absalón, Absalón, la prodigiosa novela de William Faulkner.

Nacido el 11 de noviembre de 1928 en Panamá, donde su padre Rafael Fuentes Boettiger se desempeñaba como diplomático, en sus primeros años de vida el niño Carlos también vivió en Ecuador, Uruguay, Río de Janeiro y Washington, donde adquirió el acento nativo de su inglés en la escuela primaria Henry D. Cooke.

Fuentes debutó como escritor de ficción en 1954 con el cuaderno de cuentos Los días enmascarados, que incluyó la obra Chac Mool, una de las piezas de mejor acabado en la literatura mexicana del siglo pasado; sin embargo su entrada a las grandes ligas de la literatura fue en 1958, con La región más transparente.

Sus novelas no se parecen entre ellas. Aura (1962), narrada en la segunda persona del singular, apresa al lector con su prosa limpia, más allá de una pretendida sencillez; La muerte de Artemio Cruz (1962) retrata la corrupción y los vicios de la revolución, y la ambiciosa Terra nostra (1964) es una novela con tintes de enciclopedia, por mencionar otras tres de sus joyas.

Fuentes también puso belleza con sus cuentos, encabezados por Chac Mool y fue una voz portentosa como escritor de ensayos sobre diferentes temas, varios de ellos retomados con textos como besos en su libro En esto creo, una bitácora de ideas y vivencias.

UN HOMBRE COMPROMETIDO

Para el Nobel Mario Vargas Llosa, quien como Fuentes es uno de los iconos del boom latinoamericano, el autor de El Naranjo vivió comprometido con los problemas políticos y culturales de su tiempo y fue un promotor cultural obsesionado con unir a escritores y lectores del español a ambas orillas del Atlántico.

"Trabajador, disciplinado y entusiasta, y al mismo tiempo un gran viajero, con una curiosidad universal", aseguró Vargas Llosa hace 10 años cuando su amigo murió.

Premio Cervantes, embajador, ganador de numerosos reconocimientos y amigo de Jefes de Gobierno, Premios Nobel e intelectuales, Fuentes recorrió mundo. Vestía bien, sabía de música, cine y dibujaba caricaturas, sin embargo, mantuvo una actitud humilde en su andar por la vida.

"Le preguntaba al editor Ramón Córdoba qué se sentía revisar a Carlos Fuentes y me decía que era uno de los autores más agradecidos, respetuosos y humildes", recordó Mayra González, editora de Alfaguara.

Crítico de la política de Estados Unidos hacia América Latina, simpatizó con la Revolución cubana, pero luego se distanció, al darse cuenta de la falta de libertad y el totalitarismo del Gobierno de Fidel Castro. Su voto siempre fue en contra de las dictaduras, llegaran de la ideología que llegaran.

UNA DAGA EN EL PECHO DEL HOMBRE

Carlos Fuentes sufrió dos veces el dolor más grande que puede sentir un ser humano: la pérdida de un hijo. En 1999 falleció en Puerto Vallarta su primogénito Carlos, fotógrafo, poeta y pintor, y en el 2005 perdió a su hija Natasha.

"Los tengo junto a mí a la hora de crear...cuando murieron los incorporé en mi escritura y ahora no escribo una línea sin pensar en ellos. Es mi manera de mantenerlos vivos y me sirve mucho para sentirlos cerca", le confesó al escritor Xavi Allen, autor de la poderosa obra Aquellos años del boom.

Silvia Lemus, segunda esposa de Fuentes, recuerda a su marido como un espía amoroso que la vigilaba escondido cuando se maquillaba o regaba las plantas. "Se despertaba temprano, desayunaba dos piezas de pan y un té y se ponía a trabajar", recuerda la periodista.

Alguna vez el maestro aseguró que cuando dejara su cuerpo, en sus libros lo encontrarían. Es lo que hacen sus lectores y amigos para mantenerlo eterno.

"Carlos Fuentes sigue vivo entre los estudiantes, entre los jóvenes, especialmente con Aura, un libro que se lee ahora mucho más que antes", aseguró la novelista Rosa Beltrán.

CREADOR DE LA CIUDAD DE MÉXICO

Carlos Fuentes fue miembro honorario de la Academia Mexicana de la Lengua (AML). A mediados del pasado mes de mayo, en su décimo aniversario luctuoso, Juan Celorio, Margo Glantz, Juan Garciadiego, Liliana Weinberg, Vicente Quirarte, Fernando Serrano Migallón y Rosa Beltrán participaron en un homenaje dedicado al escritor.

La línea en común de los participantes fue la faceta de ensayo y cronista de la capital de Fuentes.

"Podríamos decir que Carlos Fuentes es el creador de la Ciudad de México, es el primero que le confirió a nuestra urbe una condición protagónica (...) porque es la voz de la novela", afirmó Juan Celorio, director de la AML.

El primer cuento de Los días enmascarados fue definitivo para el nacimiento de un estilo y en la conformación de nuestro país, señaló Rosa Beltrán, miembro de la AML y coordinadora de Difusión Cultural de la UNAM, y agregó que en su forma de escritura, Fuentes encontró "una nueva forma de contarnos el país".

A esa misma forma novedosa de narrar México aludió Margo Glantz, quien asegura que el escritor rescató la épica mexicana y que de no haber sido por su libro La región más transparente podría afirmarse, sin exagerar, que "la literatura de la onda no hubiese existido".

"La prosa viva, el pensamiento en plena ebullición, la capacidad de análisis, síntesis e interpretación de Fuentes se aparecen a sus lectores como el despliegue de una conciencia crítica capaz de formular grandes preguntas e ir trazando con pasión e imaginación sus respuestas", aseguró Liliana Weinberg sobre la faceta de ensayista de Carlos Fuentes.

De acuerdo a la crítica literaria argentina, leer El espejo enterrado ayudaría a recuperar los grandes temas del escritor, el tiempo, el lenguaje, la cultura, la historia, que podrían retomarse para la relación entre España y América, en el contexto de los 500 años de la Conquista.

Fernando Serrano Migallón destacó que el paso de Fuentes por la carrera de derecho en un ambiente diverso en la universidad, propició la característica polifacética del autor. A este mismo aspecto hizo mención el poeta Vicente Quirarte, al señalar su capacidad de transformación y disciplina.

Finalmente, Quirarte pidió no dejar de acudir a las palabras de Fuentes para soportar las pérdidas, "incluida la suya que cada vez es, paradójicamente, más notoria".

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