Somos imperfectos
Nuestro mundo

Somos imperfectos

Nuestro Mundo

En casa se insistía mucho en enseñarnos a no ser mentirosos, envidiosos ni rencorosos, por supuesto, además de la honradez y la generosidad como fundamentos de la vida, viéndolo a la distancia, una cosa llevaba a la otra. El que es mentiroso no es honrado, el que es envidioso no es generoso.

Esto viene a colación por dos anécdotas que viví de cerca esta semana, las cuales me hicieron pensar mucho en por qué se recurre a la mentira para justificar una acción, o bien, darle la vuelta a alguna responsabilidad que no se ha asumido. Dicen los que saben que para ser mentiroso se necesita tener muy buena memoria, y es verdad, porque no se trata solo de construir un argumento falaz, necesitas retenerlo con precisión para poder repetirlo con puntualidad, sin distorsionar hechos, personas y tiempos.

A veces nos defendemos diciendo que hay de mentiras a mentiras, por eso decimos que hay “mentiras piadosas” o que es una “mentirilla” cuando consideramos que es chiquita y que no hace mal a nadie, aunque hubiera algo de verdad en ello, no se justifica el desapego a la verdad. Es que es este afán de quedar bien con alguien, que se compadezcan o se solidaricen, que te den un bien, que te quiten una molestia de encima, o que puedas obtener algo, lo que sea, lo que lleva a los seres humanos a tomar el camino de la mentira.

Es horrible que se señale a alguien de mentiroso porque lo que se deduce es que esa persona es poco confiable, que está dispuesta a salirse con la suya sin importar el medio para hacerlo, y que es capaz de hacer casi cualquier cosa para obtener lo que desea. La difamación es una mentira, el falso testimonio es una mentira, el silencio cuando no es necesario es una mentira, la exageración es una mentira, repetir una información que no recibimos de primera mano corre un grave riesgo de ser una mentira, los recuerdos que son reinterpretados y acomodados a nuestra conveniencia también son una mentira, las verdades a medias son una mentira. Como podrás darte cuenta, vivimos rodeados de mentiras.

Lo cierto es, que la mentira también puede ser patológica, hay personas que pisan el terreno de la compulsión, a ellos les llamamos mitómanos, que no es otra cosa, que la tendencia incontrolable a mentir, con el afán imperioso de ser aceptado, admirado, comprendido, incluido, estimado. Esto está vinculado a la construcción endeble de la autoestima, misma que se edifica y fortalece desde la niñez. Las mentiras complican la vida de las personas cuando quien dice la mentira empieza a creer en ellas y funda una realidad alterna o el mundo perfecto desde donde se vive como se quiere.

Les decía que fui testigo de dos situaciones que me llevaron a darle orden a las ideas que hoy te comparto. Una fue una “imprecisión” de alguien que al aseverar y dar por buena una información de cierta persona y difundirla le originaba un daño en su reputación. Somos dados a afirmar datos que no corroboramos, que no nos constan, que no tenemos elementos probatorios y que aún así no tenemos el mínimo reparo de esparcirlos como si se tratara de verdades absolutas. ¡Cuánto daño hacemos cuando no filtramos o no ponemos interrogantes a datos no verificados!

Por otra parte, la envidia es ese sentimiento de enojo que se experimenta por lo que no se tiene o por lo que se desharía tener para sí y que alguien más lo posee. La envida da pie a la mentira, díganme si no, cuando vemos a alguien que florece económicamente de inmediato pensamos en que “algo” no está bien, de ahí surgen historias y explicaciones ficticias que casi nunca se corroboran.

Seamos francos todos, pero todos, en verdad, hemos dicho en algún momento una mentira y hemos experimentado envidia. ¿Por qué?, porque somos humanos y somos imperfectos. Lo importante es darnos cuenta de las consecuencias del camino que elegimos. La mentira nos ata, la verdad nos libera. La envida nos daña, la conformidad nos da paz.

Aceptarse a sí mismo con lo que eres, con lo que tienes, con el trabajo personal que te espera todos los días, es en principio, lo que protege a tu ser emocional de todo lo que pudiera dañarte. Trabaja en ti y por ti y todo lo demás vendrá por añadidura.

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