Enrique Metinides
Arte

Enrique Metinides

El fotógrafo de la muerte y el caos

La nota roja en México es un término que hace referencia al tipo de prensa mexicana donde las historias sensacionalistas, de crimen y violencia son acompañadas de fotografiás coagulantes y voyeristas. Al hablar de este tipo de periodismo es obligatorio hacer mención del trabajo del fotógrafo Enrique Metinides, un profesional de la lente que revolucionó el concepto de la imagen de la llamada nota roja.

Pensar en el quehacer de Metinides es ir más allá de las portadas y las páginas de los diarios. Sus instantáneas son ofrenda de un ojo narrativo, casi fílmico, que brinda una infinidad de sucesos desde la estética de su estática.

Inicio

Jaralambos Enrique Metinides Tsironides nace en la ciudad de México en 1934, griego mexicano de segunda generación. Su familia llegó a México en 1920. Eran parte de una comunidad que dejó Atenas cuando estalló la guerra con los turcos en 1919. Sus padres dirigieron varios negocios, uno de ellos fue la Bolería Regis un establecimiento dirigido especialmente a los turistas donde venderían postales y baratijas, además de cámaras fotográficas. Cuando Enrique tenía 10 años, su padre le regalaría su primer cámara, una Kodak Brownie Junior con varios rollos de película procedente de la misma tienda la cual acabaría cerrando.

A temprana edad, Metinides adoptaría la fotografía como su pasatiempo favorito y por lo tanto su cámara sería su juguete predilecto. Fanático de dedicar su tiempo a ver películas de cine noir y a fotografiar todo lo que le rodeaba, no cayó en cuenta de los primeros pasos que estaba dando para el inicio de su vocación.

La Prensa, El Indio y El Niño

Metinides recuerda que su inicio en la fotografía de nota roja fue cuando su padre tenía un restaurante en San Cosme. Al establecimiento, que se encontraba a media cuadra de la estación de la policía, asistía un juez calificador que lo invitó a la delegación para que sacara fotografías.

Las tomas que realizó, fueron, en un inicio, sólo para consumo personal. Hasta que un día, al hacer presencia de un accidente de tránsito en el mismo San Cosme, se encontraría con un fotógrafo del diario de nota roja La Prensa, Antonio Velázquez, apodado “El Indio”, quien al ver su labor le propuso revisar las imágenes capturadas, para luego elegir algunas para su publicación. Ahí, a su corta edad, Metinides inició su carrera profesional.

Algo que comenzó con la ficción del cine, pasó a ser su cotidianidad, donde comenzaría a ver de 30 a 50 cadáveres diarios.

Su estilo de vida dejó de ser la de un niño común. Su día a día se trataba de trasladarse de la estación de bomberos a la Cruz Roja, del Servicio Médico Forense a la Procuraduría, así como pasearse por los pasillos de la penitenciaría de Lecumberri.

Orgulloso presumiría los diarios, que ya le daban crédito, entre sus compañeros de clases.

Tiempo después, y entre sus colegas, se ganaría el apodo de “El Niño’’, debido a que no había llegado ni a los 15 años cuando ya portaba dos cámaras.

Más tarde “El Indio” Velázquez abandonó La Prensa para colaborar en el periódico Zócalo, no se fue solo, pues se llevó consigo al neo nato de foto-periodista.

Una ciudad con demasiado de todo

La Ciudad de México es una zona intensa y caótica. Así es como Metinides, en sus más de 50 años, se llegaría a convertir en cronista de la (in)movilidad llegando a vivir el esplendor, la crisis, la represión y los terremotos. Es inevitable la infinidad de acciones que se suscitan en una de las ciudades más pobladas del mundo. Con sus poco más de 20 millones de habitantes, es imposible que algo no se rompa. Lo más común al ojo del foto-documentalista es la infinidad de accidentes: transportes que colisionan, camiones que se vuelcan, caídas, explosiones, lesionados, incendios, desastres naturales e incluso malas gestiones estructurales por parte del gobierno. El mundo en el que se mueve Metinides es uno fuera de nuestra imaginación. Observar sus fotografiás es ponernos de frente a la tragedia, la tristeza y la mala suerte.

No me considero fotógrafo. ¿Periodista? Tampoco. Si me quedaban las fotos que le gustaba a todo el mundo era por suerte de las ranas”.

Sin discusión alguna en la capital “había demasiado de todo” diría alguna vez Monsiváis, y mucho de ello con proximidad al lente de “El Niño” para poder fotografiar .

133 años de práctica

Metinides veía a sus objetivos como una puesta en escena. Su fijación principal eran los planos generales. No buscaba los elementos aparte, sino que encuadraba la perspectiva que tuviese la capacidad de encapsular la historia en un solo intento. La tecnología de hoy día simplifica hasta los errores y optimiza la casi ilimitada oportunidad de captura que existía en el sistema análogo. Las limitadas capturas que permitían los carretes de celuloide, sumada a la movilidad del caos, desarrollaron en Enrique la destreza para vislumbrar el siguiente movimiento que le ofreciera el instante perfecto.

Su compromiso lo llevaba al borde la acción misma, se metía al accidente, al incendio, al edificio derrumbado, todo con tal de ser dueño de una primicia. Entre sus heridas de guerra está un infarto, se costillas fracturadas e infinidad de lesiones.

Cuando me preguntan cuantos años tengo, me acuerdo que dicen que los gatos tienen 7 vidas. Cuando multiplico las 19 veces que estuve a punto de morir por 7 les digo que tengo 133”.

Su compromiso y entrega era tal que no presenciaba descanso alguno. Llegó a comentar que él nunca supo lo que era planear un viaje de descanso o pasar los fines de semana en casa. Dormía a lo mucho cuatro horas al día y que en ocasiones descansaba vestido de traje por si el llamado llegaba a media noche. Incluso hasta su retiro siguió acomodando sus trajes casi a la perfección para ser puestos al instante, así cómo la mayoría de sus corbatas que ya se encontraban con nudo listo, sólo para ajustarse.

El hombre que vio demasiado

Enrique dejaría de publicar en 1998. En una entrevista aseguraría no haber salido por cuenta propia sino que fue despedido, acto que le dejó un poco consternado y herido. Durante su labor, y como amante del celuloide, expresó nunca haber tenido problema con la transición de lo análogo a lo digital y que si algo le pesó fue la transición de los colores asegurando que la pigmentación de las fotografías hizo que se perdiera el arte y la elegancia.

Al final terminó por dedicar el foco de sus tomas a su familia y a su archivo personal. Su acervo fotográfico esta conformado por carpetas, cuadros, cajas y más de 700 álbumes los cuales se encontraban a disposición de ser mostrados.

...vendí en Inglaterra y me pagaron bien. En el extranjero me valoran incluso más que aquí. Pa’ que vea con quien está hablando”.

El trabajo de Metinides ha sido expuesto en Francia, Alemania, Holanda, España, entre muchos otros países. Cuenta con tres libros publicados, de los cuales solo uno, 101 tragedias de Enrique Metinides (2012), fue publicado en México.

El pasado 10 de mayo Enrique falleció a la edad de 88 años a consecuencia de un daño craneoencefálico a causa de una caída.

En 2015 fue publicado El hombre que vio demasiado un documental sobre su vida y obra, además de que se confirmó, para el próximo año, una producción cinematográfica y re-interpretativa de su vida, con elementos de ficción, titulada El Hombre de la Multitud.

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