El título del presente texto, Mujeres del MAR, no es el de alguna película de Andrea Palma. Las letras en forma de siglas sugieren otra idea. Las gentes de mi edad y los interesados en la Historia y especialmente en la historia de las luchas populares, de las corrientes de la izquierda y concretamente de los movimientos armados que actuaron en México en la segunda mitad del siglo XX sabrán que el título alude a las mujeres que pertenecieron al Movimiento de Acción Revolucionaria (MAR).
Mujeres del MAR es el título de un documental cinematográfico donde aparecen no todas las mujeres del que fue un grupo de lucha popular armado, algunas murieron, otras desaparecieron. El autor del documento, Mario Corona Payán rastreó la historia del MAR y encontró a cinco militantes que se expresan en este esfuerzo de mantener la memoria del grupo, especialmente de las mujeres que aparecen en el testimonio.
El cineasta Mario Corona Payán es autor de otra película de tono similar, La otra revolución, cuya sinopsis en YouTube dice que retrata varios grupos de jóvenes chihuahuenses que se unieron a la lucha armada en el decenio de los sesentas. Corona Payán también es autor del cortometraje documental La libertad es un lugar lleno de música.
También chihuahuenses son dos de las cinco mujeres del MAR y todas pueden ser vistas en su vida actual merced al oficio del cineasta, quien responde al mismo gentilicio. Elda Nevárez Flores y Herminia Gómez Carrasco nacieron en Chihuahua; Esperanza Rangel Aguilar y Marisol Orozco Vega, en Michoacán y Elia Hernández en el Estado de México.
Las cinco, cuando guerrilleras del grupo armado, fueron aprehendidas por las fuerzas del gobierno y su voz no se quiebra cuando en las imágenes del documental hablan de su lucha por un México socialista (es decir, justo), de los transes difíciles por la separación familiar cuando decidieron incorporarse a la organización popular armada, de la manera en que fueron atrapadas y de las torturas de que las hicieron víctimas los cuerpos gubernamentales.
El cineasta Corona Payán llevó a la pantalla a las cinco mujeres del MAR en aspectos de su cotidianidad. Elda Nevárez levanta la cortina metálica de una modesta nevería; Elia Hernández cocina algo y se desplaza por su hogar; Esperanza Rangel Aguilar camina por las calles de Morelia con auxilio de su bastón y dentro de su casa escribe en un cuaderno; Herminia Gómez Carrasco se deja entrevistar en el recodo de un sofá; Marisol Orozco Vega ante la cámara y el micrófono enuncia evocaciones del tiempo de la lucha armada.
Si en la etapa de su vida que escogieron la lucha armada pasaron por las penalidades de quienes se enfrentan al poder en busca de un cambio en las relaciones sociales donde imperen la libertad, la igualdad y la fraternidad, durante el documental cinematográfico no expresan arrepentimiento, amargura ni reproches. Al contrario, su presencia es de optimismo ante la vida.
Las mujeres del MAR son optimistas como los militantes de las novelas y las películas revolucionarias que circulaban después de la Revolución bolchevique, después de las experiencias izquierdistas de Argel o Portugal, después de la Revolución cubana, después del ascenso izquierdista mediante las urnas en Chile, después de la guerrilla urbana en el Cono Sur. El optimismo, los medios mencionados y otros lo testimonian, es característica de los revolucionarios del marxismo.
Por fortuna siempre existieron –y existirán– artistas, escritores, cineastas a quienes por su condición social, por convicción y hasta por experimentar con las herramientas de su oficio recuperen para la Historia las luchas populares, las que caminan por las vías democráticas y las que obligadas por los sistemas de injusticia acudan, como lo hicieron las Mujeres del MAR, a la exigencia armada.
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