“Todas las fotografías atestiguan la despiadada disolución del tiempo”, escribe Susan Sontag en su aclamado ensayo Sobre la fotografía (1973). “Fotografíar es apropiarse de lo fotografiado”, plasma la estadounidense páginas atrás. Mediante este proceso, se establece una relación determinada con el mundo, o como expresa Jean Paul Sartre en La imaginación (Editorial Sudamericana, 1973): “La imagen es una cosa corporal, es el resultado de la acción de los cuerpos externos sobre nuestro propio cuerpo por intermedio de los sentidos y de los nervios”.
Pero una imagen por sí sola no completa su función. El periodista y catedrático argentino Lorenzo Vilches, en su libro La lectura de la imagen . Prensa, cine, televisión (Paidós, 1983), cita las ideas del crítico de arte Ernst Gombrich: “El espectador mira por encima de un cuadro o fotografía, hacia el mundo y hacia su propia experiencia anterior. La imagen es una forma vacía y necesita de la competencia interpretativa de un observador”.
Mientras tanto, un día después de estrenar en Latinoamérica su documental Forest for the trees (Un árbol a la vez), durante la trigésima séptima edición del Festival Internacional de Cine en Guadalajara (FICG), la fotógrafa y cineasta canadiense Rita Leistner se cubre del sol tapatío en un set improvisado, donde atiende la intromisión parpadeante de la grabadora para decir: “Como fotógrafa, las imágenes físicas, las impresiones, son muy importantes para mí, porque la experiencia de ver una fotografía en un museo, es diferente de ver en una película. Hay una parte de permanencia que me importa mucho”.
Inicios en el fotoperiodismo
Nacida en 1964, en Scarborough, Rita Leistner plantó árboles durante 10 años en su natal Canadá. Tomó este oficio cuando vivía su juventud, de los 20 a los 30 años de edad. Era década de los ochenta. En principio, lo hizo por la razón fundamental de ganar dinero. No obstante, asegura que la experiencia de plantar árboles modifica algo en la psique de los involucrados, presenta una metamorfosis en sus ideologías y muchos plantadores se vuelven activistas ambientales, científicos o, como en su caso, artistas.
“Hay una transformación al ser testigos de la tierra. Los plantadores de árboles viven cada día, por horas, horas y horas, en este terreno deforestado. Nadie conoce este terreno tan bien como los plantadores de árboles. Después de trabajar en eso, muchos se vuelven activistas ambientales, trabajan en las áreas científicas o industriales de la reforestación y algunos se vuelven artistas (como yo). Pasé seis años de mi vida haciendo este proyecto (artístico) sobre la plantación de árboles”.
Tras dejar Canadá, Leistner se convirtió en fotoperiodista de guerra. Su lente y ella se trasladaron a lugares como Afganistán, Iraq y Líbano. Allí capturaron instantáneas de mujeres marinas, soldados, civiles, pacientes de hospitales psiquiátricos y todos los elementos que confluyen en una zona bélica. Gracias a su experiencia plantando árboles, tuvo respaldo para afrontar las rudas inclemencias en los campamentos militares situados en desiertos, donde los servicios básicos escaseaban y el calor era agobiante.
Rita comenta que una de las críticas que recibió, respecto a su fotoperiodismo de guerra, fue que “mostraba el lado dócil de los soldados”, o al menos eso llegó a escuchar. Se señalaba que sus imágenes hacían ver como débiles a quienes por contrato colectivo son fuertes y vigorosos. Pero el acento visual de Rita no se enfocó sólo en los combatientes masculinos. Por ejemplo, en Afganistán, en la base militar de Musa Qala, provincia de Helman, retrató a mujeres marinas y experimentó uno de los peores sexismos pasivo-agresivos que ha visto en su vida.
De este periodo, se destacan series fotográficas como Prisioners of war Iraq, tomadas en el verano de 2003 a prisioneros iraquíes capturados por la Cuarta División de Infantería estadounidense y la cual, también da testimonio de los abusos que realizaron los soldados del Ejército de los Estados Unidos en Medio Oriente.
Dos años después, publicó la serie The road to Najaf en la Idea&s magazine. Esta se ambienta en el asedio a Najaf (ciudad situada a 160 kilómetros al sur de Bagdad, la capital iraquí) y parte del secuestro de los periodistas franceses George Malbrunot y Christian Chesnot, además de su chofer local Mohammed al-Jundi. La hija de Mohammed, Aymen al-Jundi, denunció que la embajada francesa no quiso ayudarla porque su padre no pertenecía a esa nación, por lo que buscó que su voz se escuchara. Los secuestros continuaron y la agencia AFP publicó un reportaje donde se denunciaba al hotel al-Duleimi como cómplice de estas privaciones ilegales de la libertad.
Esta etapa del trabajo de Leistner hace mucho énfasis en los abusos que las tropas de Estados Unidos y los aliados cometieron en Medio Oriente, aunque una de las mayores lecciones que le dejó el fotoperiodismo es que quizá ella no es una fotoperiodista per sé. Rita es sincera, siente mayor libertad al verse como artista.
Lo transitorio y lo fijo
Si se admira un cuadro, además de que el espectador puede ser tomado por el discurso, se admira la organización que el pintor le dio. En el documental Forest for the trees, Leistner no sólo se preocupa por mostrar un lenguaje cinematográfico, sino que además intercala imágenes fijas de los plantadores ante las imágenes transitorias propias del cine.
“Las imágenes fijas tienen muy diferente sentido por la luz, en particular. En una película, una de las cosas que me encanta, es que puedo controlar la experiencia de la audiencia. Es diferente de una galería, donde no sabemos si van a mirar una imagen por tres segundos. En la película puedo controlar todo, con música, tiempo de mira […] Espero dar tiempo a la audiencia para absorber la emoción de la imagen, porque la luz da diferente emoción […] En la literatura de los documentales, hay una terminología de ciudad con un muro alrededor y esta película es de este tipo, donde entramos a esta mundo y no salimos antes del final del filme”.
Pero, ¿qué relación tiene este documental con su anterior trabajo como fotoperiodista? La respuesta radica en que Rita Leistner quería mostrar a los plantadores con una muestra de heroísmo, al igual que los soldados. Por eso se inspiró en figuras de la pintura clásica, con la convicción de implementar formatos de gran tamaño, técnicas de luz y de fotografía para crear esa impresión.
“En ese tiempo vi la representación de soldados de manera heróica, durante toda mi carrera y, algunas veces, cuando tomé fotos de soldados, donde parecen vulnerables o jóvenes, recibí críticas por eso: ‘¿Por qué muestras soldados como si fueran vulnerables? ¡Es una falta de respeto!’. Yo dije que no, que eran jóvenes y, por lo tanto, vulnerables. Y al otro lado, el imaginario arroja a los plantadores como si fuesen algo pequeño, que no tiene fuerza. De hecho, cuando trabajé en zonas de guerra, me pidieron que me preparara para ese trabajo, pero cuando les decía que trabajaba como plantadora de árboles, se sorprendían, porque plantar árboles no parece algo difícil, pero en verdad lo es”.
Hablar de las imágenes fijas que aparecen en Forest for the trees, es hablar también de sus protagonistas y las historias que se desarrollan detrás del montaje. Tal es el caso de un plantador retratado junto a su perro, mientras que fotogramas más adelante se le ve hablando de su muerte y la importancia que el can tuvo en su vida, en una desnudez meramente emocional.
Además, cuando se habla de un material artístico sobre una temática tan delicada como la deforestación, se podría pensar en una propuesta pesimista, lúgubre, que bien podría justificarse con la grave situación ambiental. No obstante, Leistner ofrece fotogramas con colores vivos, donde el verde se alza como protagonista. Además, el montaje del filme brinda un mensaje de esperanza, de que no todo está perdido si los seres humanos se organizan para trabajar en conjunto por una causa común.
“Aunque mucha de la audiencia llore durante la película, como dices, hay mucha esperanza. Después de trabajar en zonas de guerra, quería hacer algo realmente con esperanza y, aunque es una película sobre la plantación de árboles, es también una película metafórica, alegórica, quería hablar de la condición humana y terminar con una esperanza, porque en mi vida, frecuentemente y especialmente después de trabajar en zonas de guerra, casi perdí la esperanza completamente. Pero, al fin del día, perder la esperanza sirve de nada”.
Antes de iniciar el proyecto, Leistner se preguntó a sí misma, debido a su edad en ese entonces (50 años), qué factor le daba derecho a ser pesimista, cuando existían jóvenes que todavía deben vivir más años. Ella se siente sin el derecho a demeritar el futuro, por lo cual decidió que, aunque algunos personajes del documental hablan de periodos duros en sus vidas, encuentran una manera de subir anímicamente.
Mujeres con fortaleza
Otro aspecto sobresaliente de estas imágenes, es el derrumbe de estereotipos como el que las mujeres no pueden realizar trabajos duros, como lo es plantar árboles. Cada plantador o plantadora es capaz de inyectar en la tierra de dos mil a tres mil árboles por día. Rita retrata a mujeres con rostros llenos de tierra, con manos heridas y erosionadas por la labor.
“Cuando fui a plantar árboles, como somos pagados por árbol plantado, al fin del día, nadie puede decir: ‘No es verdad, eres una mujer y no puedes plantar dos mil árboles’. Por eso pude sentirme orgullosa de mi trabajo. Y hoy es lo mismo con estas jóvenes mujeres, porque hablan exactamente de lo mismo”.
Además del documental, el proyecto de Forest for the trees también incluye un libro y una exposición fotográfica. Incluso se puede visitar su página web con toda la información en forestforthetreesdocumentary.com. Algunas de sus fotografías se encuentran en el Museo Nacional de Arte de Canadá.
“El tema de la película es que podemos plantar un bosque, podemos hacer una película y vivir la vida un día a la vez. El otro tema de recuperación de sí mismo, porque la película trata de la recuperación de la tierra”.
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