La muerte es inevitable. Puede que extender la vida, de manera médica, sea una de las prácticas más rutinarias en nuestro vivir. Pero la muerte es un gesto esencial que da valor al acto de seguir (sobre)viviendo. La muerte, más que un gesto natural y transitorio, requiere una inversión y más para quienes desean ofrecer una despedida digna. Traslados, ataúd o urna, el entierro, la cremación, flores, velatorio, arreglo del cuerpo y hasta el mismo café que se ofrece, conforman parte de la lista de elementos de gasto a considerar en el último adiós. Según datos de la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco) un servicio funerario tiene un costo promedio de 40 mil pesos el cuál puede ascender, según las prioridades, hasta los 100 mil. La muerte cuesta en lo emocional, pero también económicamente.
Tratar con la muerte
A pesar de nuestra relación cultural con la muerte, hacernos cuestiones sobre ello aún genera sensibilidades. ¿Cómo? y ¿Cuándo moriré? Pueden ser preguntas que pocas personas se hacen y que muchos consideran tabú, más dentro del ámbito familiar. México ha sido caracterizado por tener una cosmovisión única respecto a la muerte. La celebración y memoria de nuestros difuntos es un acto cultural y ancestral, lo cual, incluso, recae en un evento tan único cómo lo es el Día de Muertos. Pero para el mexicano ¿Qué significa realmente "despedirse"? Según Fernando Plascencia Martínez, profesor del departamento de Sociología de la Universidad Autónoma de Aguascalientes, los ritos para dar sepultura y despedida a las personas son actos que aminoran el dolor de perdida, esta simbología dentro de nuestra tradición es una negación de la muerte, de ahí que la despedida también represente una celebración, ya que la única muerte social, y real, es el olvido.
“Si no simbolizáramos a la muerte y no la hiciéramos amable, nos volveríamos locos, porque la única certeza que tenemos en la vida es que vamos a morir; por eso la llenamos de sentido. Incluso en México nos burlamos de ella, pues al ridiculizarla se contribuye a temerle menos”
Despedirse cuesta
El primer costo al despedirse es el emocional. La muerte al mexicano le sabe nauseabunda, y aferrados a lo que dejó presencia pareciese no haber resignación alguna. Con ello intentamos recompensar la situación, a tal grado de darle valor a la estética de la despedida. Ofrecer una buena urna, un bonito arreglo; y en ocasiones las palabras adecuadas.
Con ello llegamos al segundo costo: el económico. Datos de la Profeco indican que cada año los servicios funerarios presentan un alza del cinco por ciento en relación directa a la inflación. No sin olvidar que la inflación es un fenómeno que genera mayor afectación en los ingresos de personas en condiciones de pobreza. En México, un último registro de 2020 por parte del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), informaba que las personas en estado de pobreza sumaban unos 55.7 millones.
De esta manera, se calcula que sólo en nuestro país apenas el 4 por ciento de la población cuenta con un plan funerario, es decir, que están preparados anticipadamente para enfrentar los gastos funerarios de morir, los cuales tienen un costo en promedio de 40 mil pesos.
En nuestro país únicamente los individuos con buena estabilidad económica pueden permitirse este tipo de inversión. Para enfrentar una crisis es necesario mantener un ahorro, algo casi nulo para un gran sector en nuestro país, lo cual sólo ahonda en demostrar la desigualdad socioeconómica de nuestro país.
¿Servicio funerario o negocio funerario?
Si bien nadie está preparado para enfrentar un momento tan difícil, y espontáneo, como el fallecimiento de un ser querido, la falta de previsión puede ser perjudicial ante las finanzas familiares. Estar preparado ante situaciones de este tipo es asegurar la estabilidad financiera y no sumar el estrés económico al dolor de la pérdida.
Anualmente en nuestro país mueren más de 700 mil personas al año. Cuando un individuo fallece es responsabilidad de los familiares hacerse cargo de los gastos funerarios. Los costos en promedio son de 30 mil para cremación y 40 mil para inhumación. Instituciones médicas como el IMSS o el ISSSTE también cuentan con ayuda de gastos funerarios que ofrecen un servicio de costo más accesible. Sin embargo, plantear un estimado es dar una idea general de los costos que se pueden afrontar de manera impredecible.
Entonces, para entender los gastos de un fallecimiento en México hay que explicar que existen dos grupos funerarios; los que dan las instituciones de gobierno y los servicios privados.
Según datos obtenidos en los sitios web de los servicios funerarios, los costos serían los siguientes:
Funeraria IMSS: Va desde un paquete económico de 5 mil 999 hasta el básico con cremación con un costo de 10 mil 399. A esto hay que añadirle otros gastos como la compra del ataúd, las sillas, la cafetería, traslados y otros gastos que no pueden estar incluidos en los paquetes como el embalsamiento.
Funeraria ISSSTE: El paquete básico en derechohabientes tiene un costo de 3 mil 60 y para el público de 4 mil 591 pesos. El servicio de cremación tiene un costo de 2 mil 221 para el derechohabiente y 3 mil 332 pesos para el público en general. A parte de considerar gastos como la fosa en el panteón que tiene un costo que puede oscilar entre los 12 mil y 18 mil pesos.
La ventaja de estos servicios es su alta accesibilidad económica, sumado a que el servicio se presta tanto a derechohabientes cómo a público general. Pero su desventaja, a su vez, es la poca accesibilidad existente. El servicio funerario del IMSS está presente en apenas 18 entidades de nuestro país, de los cuales uno se encuentra ubicado en la ciudad Torreón. Mientras que el ISSSTE sólo cuenta con siete velatorios institucionales: tres en Ciudad de México, dos en el Estado de México, uno en Jalisco y uno en Nuevo León.
Para resolver esa falta de cobertura existen los servicios funerarios particulares. Los costos pueden variar según la zona y la entidad de ubicación. Para ello tomaremos como referencia a dos grupos funerarios de la región, Funerales Serna y Grupo Gayosso. Viendo así que los gastos funerarios oscilan entre 15 mil y 20 mil para Serna, y 53 mil 890 en su paquete básico en Gayosso.
No basto, a estos gastos hay que sumarle la fosa en el panteón o la construcción o el apartado de un nicho. Aquí también hay que tomar en cuenta los gastos en trámites, el certificado de defunción y otros documentos necesarios que presentan costos adicionales.
La muerte no es homogénea
"En la muerte todos somos iguales", dice una frase popular.
La pandemia del COVID-19 ha servido como recordatorio de la desigualdad existente en nuestro país. Según el estudio El efecto del ingreso en la mortalidad y hospitalización por covid-19, publicado en la revista The Lancet, quiénes reciben los ingresos más bajos tienen hasta cinco veces más probabilidades de morir que el personal mejor pagado del país. Para explicar esto las investigaciones señalaban la falta de acceso a servicios de salud y una mayor tasa de infección.
A esta relación se agrega que durante el periodo COVID, debido a su demanda, los servicios funerarios sufrieron aumentos del 47 por ciento en agencias grandes y 25 por ciento en agencias medianas, según datos del INEGI.
La Asociación Mexicana de Instituciones de Seguro (AMIS) reveló que el costo de gastos funerarios superó los gastos del sismo sucedido en 1985, convirtiendo la crisis sanitaria en una de las catástrofes más costosas del país.
Como contramedida, el Gobierno de México, a través del Sistema Nacional DIF, ofrece un apoyo para cubrir los gastos de servicios funerarios dirigido a personas y familias en situación de vulnerabilidad. Lo cual facilita una cobertura nacional y de trámite gratuito.
Sabemos que la muerte es inevitable, por lo que si queremos un adiós digno es importante comenzar a ahorrar para que este acto definitivo no nos agarre desprevenidos.
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