El duelo de perder a un ser querido no sólo se trata del periodo de tristeza o de dolor, también existe un proceso emocional que puede llegar a ser muy largo, en él se ven involucradas diferentes emociones y acciones que ayudan a cada persona a aceptar y enfrentar la pérdida de ese ser querido. Acompañando al duelo está el luto, lo que representa la forma en la que se expresa el duelo en público, aquí se pueden hallar los diferentes rituales religiosos.
La pérdida
Ningún padre o madre está preparado para vivir la muerte de sus hijos, pues la vida, por naturaleza, supone que los padres fallecen antes. Cada padre y madre de familia experimenta el duelo de diferente forma, esto varía según el tipo de relación que tenía con su hijo, por ejemplo, tal y como es mencionado en el portal de Cáncer.Net, los padres que tenían hijos jóvenes se encontraban más involucrados en la vida de ellos, por lo que se aparece un sentimiento de incapacidad por no poder cuidar a alguien que era muy vulnerable, o los que pierden hijos adultos no solamente se enfrentan a esta pérdida, sino también a un amigo y la unión con sus nietos, cualquiera que sea el caso, es una pérdida que es muy dolorosa y que dejan un gran vacío.
Los padres comúnmente pueden sentirse impotentes al no poder haber hecho algo para proteger a sus hijos, llega el sentimiento de la ausencia física y sienten que han perdido una parte de ellos mismos, algunos padres que han pasado por esta situación dicen sentirse como si les hubieran quitado una parte de su propio cuerpo.
El proceso del duelo
No hay un tiempo exacto de la duración del duelo, cada quien lo vive y experimenta de distinta manera, por lo que la duración y la intensidad dependerá de cada uno, aunque puede considerarse que es de los duelos más largos que hay. Se trata de un proceso bastante doloroso por lo que es importante brindarle a quien lo vive, el tiempo que necesiten para poder expresar su dolor. El proceso no es lineal, lo que significa que hay altos y bajos durante todo el duelo, lo que significa que hay días en los que todo parece estar bien y luego días en los que sólo hay tristeza.
Para poder sobrellevar esto, cada uno de los padres y madres deciden hacer cosas diferentes que a algunos les puede funcionar y a otros no, hay quienes optan por vivir su proceso en silencio y otros que necesitan hablar. Algunos se refugian en sus trabajos para no pasar demasiado tiempo en casa donde los recuerdos los atormentan.
En el libro Volver a vivir tras la pérdida de un hijo de la fundación Menudos Corazones mencionan que el primer año luego de la pérdida es el más complicado, pues todo lo que pase es la primera vez que ocurre sin ellos, además es difícil poder hablar de los hijos, por lo que sus familiares o amigos evitan mencionarlos porque sienten miedo de ocasionar el llanto de los padres. Algo más que pasa dentro de este primer año, es que hay remordimiento cuando los padres pasan ratos que disfrutan, sienten que deben siempre estar mal y que no merecen ser felices de nuevo.
Etapas del duelo
Algunas de las sensaciones que se viven con mayor intensidad después del fallecimiento de los hijos según UCLA Health son:
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Anhelo: el deseo de poder ver y sentir de nuevo a los hijos se hace presente para luego aparecer la irritación y la depresión por darse cuenta de que no es posible lo que se desea.
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Soledad: sentirse solo aún y cuando se los padres se encuentran acompañados por sus seres queridos, este sentimiento cuando es muy intenso puede llegar a provocar malestares físicos.
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Ira: el enfado es algo que es inevitable sentir, puede llegar a sentirse enojado con la pareja, con la familia, con los médicos y profesionales que en algún momento se hicieron cargo del hijo, contra el hijo que falleció por haberse ido e incluso con uno mismo. Para las personas que son creyentes religiosas, pueden sentirse molestas con Dios por haberse llevado a su hijo.
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Alteraciones del sueño: con todo lo que se experimenta es común que los ciclos de sueño se vean alterados, puede ser que se quiera pasar todo el tiempo dormido o el caso contrario, dificultad para poder conciliar el sueño (insomnio)
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Malestar físico: sucede a consecuencia de todo el estrés y tensión que se vive, lo que puede traer malestares gastrointestinales, nerviosismo, exceso de cansancio, daños cardíacos.
Aprender a vivir después de la pérdida
Como se ha dicho antes, se trata de un proceso difícil en el que la sensación de culpabilidad está presente, volviendo aún más complejo el duelo. Aunque parezca complicado, es importante no estancarse en eso, ya que sólo alimentará el sufrimiento.
Lo primero que se debe hacer cuando se pasa por una pérdida de un hijo es buscar ayuda, ya sea en profesionales o en personas cercanas, es necesario eliminar el miedo de pedir ayuda. Es importante tomarse el tiempo que sea necesario para atravesar el duelo necesario, pero se recomienda que se agreguen metas a ciertos plazos para así tener un objetivo e ir recuperando poco a poco la vida social.
Algo que no debe dejarse de lado es la salud, por lo que vivir cada etapa y superar cada una de ellas con paciencia será de gran ayuda para no descuidar el bienestar personal, además de seguir cuidando la alimentación y tratar de dormir lo suficiente. Encerrarse y tratar de reprimir los sentimientos de tristeza sólo puede empeorar el proceso, se trata de encontrar alguna actividad que les guste y que otorgue tranquilidad, como hacer ejercicio, bailar, tocar un instrumento, pasear, etcétera.
Buscar reconfortamiento en los buenos recuerdos ayuda a la mente a ir sanando, no es algo fácil, así que se recomienda que poco a poco se vaya exponiendo a los recuerdos que sean más dolorosos para que este proceso fluya. Buscar planes con los amigos o con la familia para los días especiales como navidad, cumpleaños o aniversarios luctuosos evitará que la tristeza sea inmensa, es decir, prepararse para esos días, saber dónde estarán, con quién y realizando qué. Es conveniente que se otorgue el tiempo y el espacio para disfrutar otras cosas, recuperar la vida social gradualmente es necesario y no privarse de tener momentos de diversión.
Algo por lo que tienen que pasar los padres es por la reformulación de sus propósitos otorgándoles un significado nuevo, esto es algo que lleva tiempo, pues se trata algo delicado que tiene momentos buenos y momento malos. Luego de esto, el dolor deja ser el centro del proceso y posibilita que estas nuevas direcciones sean decididas teniendo presente el cariño y amor que se le tenía a los hijos.
En el caso de que se tengan más hijos es indispensable prestarles atención, ellos también sufren y viven su propio duelo, es aquí que contar con la ayuda adecuada contribuirá a que los hijos al mismo tiempo que los padres van sanando. Tener cuidado con no idealizar a los hijos fallecidos evitará que los hijos que sobreviven se sientan presionados queriendo ser iguales.
Si bien es cierto que se trata de un dolor que durará toda la vida, con el tiempo y con ayuda, se empieza a asimilar la realidad y la fuerza de este desconsuelo será cada vez menor hasta llegar al punto en donde todas las memorias que se tengan con los hijos sirvan para tener bienestar personal.
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