Dahlia De La Cerda, narrativa de la voz femenina
Entrevista

Dahlia De La Cerda, narrativa de la voz femenina

El acontecimiento estalla: su prima es asesinada, todo indica, fue feminicidio. Dahlia De La Cerda centra su atención en el tema de la violencia que sufren las mujeres y de forma inocente comienza a teclear. No tiene claro a donde va, pero sabe que necesita hacerlo.

Se potencia una depuración escritural y de forma inesperada la editorial Sexto Piso le notifica que quiere publicar su libro Perras de reserva, que ella misma relata: escribió en computadoras baratas, viejas o prestadas. Su literatura nos sumerge a una precariedad que tentamos pero que pocas veces nos atrevemos a ver, nos pasea por la violencia cotidiana y nos impacta con escenas bruscas como la de un aborto que se practica una chica en total desamparo y soledad; o nos deja ser testigos del asesinato de una ladrona que, relata, comenzó a robar porque le dio “pa´bajo la pinche vida culera”.

Perras de reserva, le mereció el Premio Nacional de Cuento Joven Comala 2019 a la también filósofa, y activista mexicana que forma parte de la organización feminista Morras Help Morras. En este su primer libro, la hidrocálida deja que 13 voces compartan las dificultades y los peligros implicados por hecho de nacer mujeres en un país en el que se mata, en promedio, a diez cada día.

Nacidas en diferentes contextos pero con el común denominador de la violencia, las Perras de reserva se dirigen al lector en primera persona, volviéndolo parte de su intimidad y de sus más oscuros pensamientos.

De La Cerda realiza un trabajo de inmersión para construir a sus personajes. Navega en mundos que les son ajenos y de ellos sustrae elementos e imágenes para darle sustancia a sus cuentos, que lejos de mostrar a mujeres débiles, desdobla personalidades que dejan al descubierto que ellas también pueden violentas.

Desde tierras hidrocálidas, la escritora de 37 años dispone un tiempo para hablar de su proceso creativo y en por qué Perras de reserva, que aclara no tiene nada que ver con el filme de Quentin Tarantino, la ha colocado en la mira de los lectores.

Un hecho violento que viviste en tu familia detonó que enfocaras tu literatura en el tema de la violencia que sufren las mujeres, pero ¿por qué elegir el género del cuento para navegar en esta herida?

Cuando empecé a escribir no me sentía con las herramientas necesarias para escribir una novela, sentía que no era lo suficientemente hábil, literariamente, para sostener una misma línea narrativa y para darle tanta profundidad a personajes. Se dice tradicionalmente que el cuento es anécdota y la novela personaje, una novela requiere de muchas más herramientas a largo plazo, es decir, que tengas herramientas que puedas sostener durante el mayor número de páginas y el cuento para mí es más sencillo de realizar. Y como en ese tiempo era una escritora novata, que realmente nunca había escrito nada, no quería cometer errores a la hora de escribir y por eso me fui por el cuento, porque sentía que era más sencillo de realizar. No quise hacer ensayo, a mí me gusta mucho escribir ensayo, pero lo tengo muy perfilado, es decir, sé que mi ensayo lo van a leer cierto tipo de personas, personas que ya son lectores construidos que ya tiene el hábito de la lectura y yo quería llegar a un mayor número de personas, de personas que no están tan familiarizadas con la literatura y el cuento me pareció que me daba más esa posibilidad.

¿Desde un principio identificaste que la voz del narrador funcionaría más en primera persona?

Sí, desde un principio lo planté así y también fue un tema de estrategia narrativa. Probé varios narradores, escribí un cuento con varios narradores, utilicé un narrador omnipresente, en segunda persona, y no sentía que funcionaba, tampoco sentía que yo tuviera la suficiente habilidad literaria para narrar con otro tipo de voz y me empecé a sentir cómoda narrando en primera persona. Pero también era un tema político: yo quería darle a mis personajes autodeterminación y que pudieran narrarse a sí mismas y no fueran narradas a través de la voz de otras o de otros como ha sucedido desde los tiempos ancestrales en la historia de la literatura, que sobre todo las mujeres no hemos tenido voz propia y hemos sido narradas a través de la visión de los hombres o de otras personas ajenas a las situaciones que estamos viviendo. Quería recuperar una voz política en donde las mujeres habláramos de nosotras mismas y nuestras experiencias.

Sino hubiera sido así ¿crees que el libro tendría un sentido distinto?

Sí, siento que no hubiera tenido el mismo impacto. También porque el libro yo lo escribí durante muchos años, lo estuve trabajando muchos años. No sé que piensan las personas, pero pareciera que es un producto que salió de un día para otro, pero detrás de ese libro hay muchos años de trabajo. Yo le empecé a escribir en el 2015 y lo terminé en el 2019, que fue cuando lo mandé al Premio Comala. Lo escribí durante tres años, en ese tiempo evalué qué textos meter, qué textos no y cómo entrelazar los cuentos, cómo abordar los temas y cómo en muchas historias iba a hablar de violencia, no solamente sobre la que vivimos las mujeres sino también de la violencia que ejercemos o que somos capaces de ejercer. Sentí que la narración en primera persona daba la sensación de que te lo está contando una amiga, una persona cercana, de que estás en un lugar, llega alguien y se sienta a lado tuyo y te empieza a platicar su vida o fragmentos de su vida y, eso, sentí, tenía un impacto más profundo en las y los lectores, pero que también servía para empatizar porque aunque es literatura y es ficción si hay ciertos temas políticos o de intereses políticos que yo tengo, que me interesaba visibilizar, pues yo soy una persona con posturas políticas y con una visión del mundo, a mí me interesaba visibilizar ciertos temas a través de la literatura y mi intención era no ser explicita con estos temas sino que las propias historias narraran y contaran en lugar de mostrar de forma evidentemente la violencia que vivimos las mujeres, Siento que cuando una persona te cuenta su experiencia de violencia es más fácil empatizar que cuando lees un ensayo, por ejemplo, no digo que no sirva, pero hay una frase que es iconica del feminismo que que es “lo personal es político”, esto significa que cuando llegas a un espacio y cuentas tu experiencia de violencia va haber muchas otras mujeres que se van a sentir identificadas, entonces para mí era eso, contarlo, y en primera persona funcionaba muy bien para generar empatía con el lector.

Son 13 voces que se confiesan, que hablan sobre violencia, pobreza extrema, lujos, del narco. ¿Cómo trabajaste la construcción de tus personajes?

Este libro lo hice con tres becas literarias, uno del PECDA y dos del FONCA. Desde el planteamiento de los proyectos tenía ya planificado qué textos iba a escribir y sobre qué problemáticas iba a hablar y quiénes iban a ser maso menos mis personajes, a grandes rasgos porque no tenía el libro escrito era un proyecto, porque yo necesitaba las becas para escribir. Entonces del primero que fue el del feminicidio, empecé a investigar el feminicidio más allá de que se mata a las mujeres por ser mujeres. Me interesaba indagar un poco más acerca de las peculiaridades de ciertos feminicidios porque no es lo mismo que te mate tu pareja en tu casa después de un ciclo largo de violencia a que seas asesinada por una banda que se dedica a eso que ya tiene perfilado el tipo de mujeres que seleccionan para asesinar, o los asesinatos de mujeres relacionados con el crimen organizado por ejemplo, entonces yo ya había como perfilado historias de un transfeminicidio, de un feminicidio íntimo (el que sucede en el hogar cuando el esposo asesina a su pareja), quería hablar también de los asesinatos de Ciudad Juárez. Lo que siguió fue empezar a investigar mujeres asesinadas, por ejemplo, en el contexto del crimen organizado, empecé a investigar como sucedían, quienes los ejecutaban, a diferencia de lo que se piensa, no todos son por parte en sí del crimen organizado, muchos son por parte de las fuerzas armadas del estado como la policía, el ejército y mucho son de gente random que asesina mujeres y lo hace pasar como si hubiera sido el crimen organizado, les ponen incluso los carteles hasta con amenaza y todo, pero no son personas del crimen organizado; me senté a investigar y a investigar y empecé a crear a los personajes representantes del colectivo, basándome en lo que vi en entrevista, en redes sociales, entré a redes sociales de mujeres asesinadas o bien que tenían perfiles parecidos a los que yo quería concretar con un personaje, hice entrevistas, no formales, pero sí hablé con personas que yo sabía que podían abonar a mi personaje y me fui así con todos los temas.

Más allá de pensar en los lectores, ¿a quiénes les hablan estas trece mujeres?

Es una pregunta complicada porque inicialmente el proyecto lo inicié porque había a atravesado por un proceso de feminicidio, vivir lo complejo que es como todo lo que no se ve: los huérfanos y las huérfanas que quedan, la herida en la familia, toda la impunidad, lo desagradable que son los ministerios públicos, yo quería visibilizar eso, simplemente visibilizarlo, que la gente se diera cuenta de lo complejo que es el tema del feminicidio. Y que sobre todo me interesaba también visibilizar que las mujeres somos más que la violencia que ejercen sobre nosotras, era visibilizar mucho más de que ocurrió un hecho violento que le quitó la vida a esta mujer, pero esta mujer fue esto en su vida y esto es lo importante, no sólo la violencia. Era algo solamente muy político porque jamás pensé que pudiera ser publicada en una editorial como Sexto Piso, eso no estaba en mi cuerpo de aprendizaje yo ni de chiste lo pensé, el proyecto que planteé en la primera beca decía que yo lo iba a liberar en PDF gratuito. Pero mi tutora me dijo “no cómo crees, no puedes hacer eso porque te está quedando muy bueno, guardalo, trabájalo, y publicalo”. Cuando ella me dijo eso fue cuando empecé a pensar en los lectores En el momento que me di cuenta de que sí era posible que alguien quisiera publicarme en una editorial, que podía ser un libro, fue cuando empecé a pensar en los lectores y en las lectoras y a trabajarlo ya como un producto cultural que iba a ser leído por otras personas, pero inicialmente era una estrategia para sanarme a mí misma.

Retratas una realidad cruda, sin embargo en tu narrativa más que victimizar a las mujeres, las empoderas, y eso se puede leer desde el título que seleccionaste…

Sí. Me interesa que sepan que el mensaje del libro es que las mujeres somos más que la violencia, las opresiones y la discriminación que vivimos, porque parece que con la masificación del feminismo la narrativa que se oficializa en el feminismo hegemónico, es que somos victimas siempre, que siempre ha habido la guerra más larga de la historia en nuestra contra, que siempre somos las victimas, las oprimidas, que biología es destino y yo no, creo que somos mucho más poderosas, más importantes, que tenemos historias más chidas que la violencia, creo que cualquier mujer es más fuerte, más grande, más brillante que cualquier comentario inapropiado que le hayan hecho sobre su cuerpo en el espacio publico, que cualquier agresión sexual, que cualquier discriminación racista o clasista, y sexista que halla vivido. Es importante que visibilicemos que somos más importantes que la violencia que vivimos.

Un tema poco abordado es el de las mujeres involucradas en el narco. Tú lo tocas al presentar un personaje como La China. ¿Cuál era el sentido de mostrar está parte de que “las mujeres también pueden ser horribles”?, citando una de tus frases en el libro.

Ahí hay varias razones, una, cuando empecé a investigar sobre el feminicidio, me empezaron a llamar la atención los feminicidios relacionados con el crimen organizado porque a estas mujeres se les revictimiza un montón y también encontré la otra parte de las mujeres que se benefician de todo este sistema de la delincuencia organizada, que benefician económicamente, en cuestiones de poder, que son hijas, hermanas, que son parejas y a mí me preocupaba que siempre las retratan como eternas victimas como mujeres que están ahí, que pobrecitas casi las tienen a la fuerza, secuestradas, cautivas, no, ahí hay muchos matices, no siempre es así y muchas de ellas tienen miedo porque tienen parejas que ya saben que son personas violentas en conflicto con la ley, pero también se benefician de su poder adquisitivo. Muchas de ellas aunque son invisibilizadas tienen puestos dentro de estas organizaciones, generalmente trabajan como operadoras financieras, que son las que se encargan de lavar el dinero, ese tema me pareció muy interesante. También porque hay una idealización de las mujeres, que nosotras somos seres de luz que no hacemos nada malo, que no somos malas, que somos incapaces de ejercer violencia y yo te puedo decir que yo he sido agredida por hombres y no solamente agresiones verbales y psicológicas, económicas sino también físicas, pero también ha habido mujeres que me han hecho daño y sobre todo feministas que han intentado con saña dañarme, cerrarme espacios, excluirme. Y eso es violencia, entonces era no idealizar y ver que una persona puede ser victima y victimario al mismo tiempo. Que podemos ejercer violencia y ser victimas de violencia o sobrevivientes de violencia al mismo tiempo.

Tal vez se piense que que por ser cuentos se pueden leer de manera aislada, sin embargo sí haces una conexión entre personajes. Por ejemplo en un cuento narras el asesinato de una ladrona, pero también, en otro texto, la dejas contar su historia.

Esto fue un tema de estrategia literaria para que el libro de cuentos se sintiera más redondo. Es una estrategia que yo he visto que funciona en otros cuentos, porque además de escritora, soy lectora. Y si tomo mucho en cuenta lo que he leído y lo que, pienso, funcionó o no, en tal libro […] y (el contectar personajes en un libro de cuentos) es algo que se hace desde siempre, porque a los lectores les gusta, les gusta encontrarse al personaje de un cuento o de una novela en otro lado. Yo hice para atrapar un poco más al lector.

Para finalizar, la escritura del último cuento, La Huesera, fue para ti una especie de catarsis respecto a lo que viviste o vives en este país de manera personal.

Sí. Ese es un cuento de auto ficción, muchos de los elementos que vienen son reales. Ese cuento se lo escribí a una amiga que falleció, mi amiga no fue asesinada, pero murió por negligencias y omisiones de cuidado por parte de su familia y de su pareja. Mi amiga tenía diabetes y le ocasionaba insuficiencia renal, pero como su pareja era fanático religioso y decía que los hospitales estaban llenos demonios no la dejó acudir a buscar atención médica y su familia no hizo nada para ayudarla hasta que ya era demasiado tarde. Finalmente cuando la llevaron a recibir atención ya estaba grave y su corazón no resistió al cateterismo que le hicieron para la hemodiálisis y falleció. Entonces la mayoría de las anécdotas, son anécdotas que ella y yo compartimos pero la historia de cómo murió no. Aunque para mí si fue un feminicidio no esta está catalogado como feminicidio, también (con este cuento) quería retratar un poco la violencia que vivimos a diario, porque ya es muy común que salimos y alguien nos monitorea el viaje, es hago yo con mi pareja, le mando mi ubicación en tiempo real para darnos tranquilidad a ambos. Es un miedo latente que tenemos las mujeres, un miedo colectivo.

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