Hace más de veinticinco años una revista de espectáculos convocó a varios especialistas en cinematografía para realizar un conteo de las cien mejores películas del cine mexicano. Jorge Ayala Blanco, Nelson Carro, Carlos Monsiváis y Gabriel Figueroa, entre otros, concluyeron que los mejores filmes en su mayoría se produjeron en la llamada época de oro del cine mexicano, más o menos entre los años cuarenta y cincuenta. Encabezando aquella lista de 1994, se encuentra Vámonos con Pancho Villa de Fernando de Fuentes y Los olvidados de Luis Buñuel. En junio del año antepasado, un sitio web dedicado a la cinematografía mexicana, convocó a una revisión de ese listado. Aunque Los olvidados es una excelente producción y es una piedra base en la cinematografía mexicana, ha envejecido y el tiempo la ha evidenciado más bien como una película sensacionalista y de manufactura poco auténtica que presenta un México exageradamente empobrecido e infernal. Lamentablemente, sigue a la cabeza en la lista, ahora en primer lugar, erigiéndose como estandarte del cine nacional. Sin embargo, la buena noticia es que también figuran varias películas de producción reciente y cuya valía es corroborada con el paso de los años.
Una de estas películas es Los insólitos peces gato. Hace casi diez años que la directora Claudia Sainte-Luce debutaba con una sensible ópera prima de aparente sencillez y manufactura modesta. En contraste, durante su estreno comercial, competía con las ya establecidas franquicias de súper héroes, personajes animados y una nueva comedia mexicana con altos valores de producción y mediana gracia. No obstante, gozó de buenos números en cuanto a espectadores en cartelera y en menos de una década se ha convertido en un filme referencial, gracias a su recorrido posterior por festivales, muestras, cinetecas y cineclubes. Esto, sin contar que ha estado disponible en diversas plataformas de entretenimiento virtual, con y sin costo desde su estreno en 2014. De manera callada y discreta, al igual que su protagonista central, Los insólitos peces gato fue haciendo historia junto con otras películas de corte similar en la industria cinematográfica mexicana. Fue gracias al éxito obtenido en taquilla y la apuesta a nuevas maneras de distribución que las productoras y grandes cadenas cinematográficas comenzaron a confiar en un cine más íntimo y de corte más personal. Además, Los insólitos peces gato anunciaba la llegada de una voz única y necesaria en nuestro país. Se trataba de un verdadero cine de autora.
EL ORIGEN
La veracruzana Claudia Sainte-Luce ha confesado que llegó a esta película de manera casi indirecta, puesto que más bien el punto de partida fue la necesidad de canalizar una historia personal a través de un ejercicio de escritura. Ella ya había desistido de convertirse en una directora de cine, debido a las críticas negativas de parte de algunos de sus profesores al dirigir cortometrajes estudiantiles, y decidió dedicarse a asistir detrás de cámaras en televisión, al teatro y a la escritura.
Fue entonces que recibió la invitación de cursar un taller de escritura impartido por la cineasta Paula Markovich. Claudia le contó la historia a manera personal y la directora argentina le propuso desarrollarla y convertirla en una pieza narrativa. Poco a poco el texto se fue transformando en la base adecuada para un largometraje y Claudia decidió empezar el plan de rodaje.
Al principio no fue sencillo, porque si bien había varias productoras interesadas en la historia, la mayoría pretendía realizar “pequeños cambios” en el guion, la estructura o la atmósfera. A varios les parecía que era una película más bien deprimente y proponían producir una comedia ligera y simpática para venderla mejor. Valientemente, la directora decidió procurar fondos de manera independiente y con sus propios recursos llevó su visión a la pantalla, sin interferencias de terceros.
Cabe destacar que la producción ejecutiva corrió a cargo de la lagunera Ruby Castillo, la cual aparece en un simpático cameo dentro de la película, cantando Hacer el amor con otro, de Alejandra Guzmán, en una de las escenas.
SELECCIÓN DE PERSONAJES
Lo que vemos en pantalla fue muy similar a la experiencia que tuvo la directora al conocer a una madre y a sus cuatro hijos. Claudia conoció a Martha de la misma manera que en pantalla: en un hospital. También poco a poco establecieron vínculos profundos hasta convertirse en una familia. Debido a la cercanía personal con la historia, la búsqueda de las actrices principales fue un proceso crucial. Aunque ella ya tenía en mente a Wendy Guillén, actriz que se interpreta a ella misma o al menos una versión cercana a su percepción, no se atrevió a preguntarle de inmediato. La narrativa era extremadamente similar a la realidad y le apenaba pedirle que reviviera ciertas situaciones delicadas. Finalmente, se lo propuso y aceptó, pero no fue hasta encontrar a la versión de pantalla de Claudia, interpretada por Ximena Ayala y a Martha, interpretada por Lisa Owen, que juntas emprendieron un rodaje que acabó en otra catarsis personal.
El proceso de trabajo de las actrices fue un compromiso entre todas las partes involucradas, por ejemplo Lisa Owen estuvo tan atraída por el personaje ofrecido que se comprometió a adelgazar más de diez kilos para poder darle forma física a Martha. También, la actriz Ximena Ayala mimetiza cada gesto y movimiento de la directora cuidadosamente para convertirse en su doble cinematográfico.
Es bien sabido que la autora mantiene plena conciencia de la cercanía que guarda con sus historias. A través de la ficción, ella mira hacia el pasado y la memoria a manera de ejercicio y reflexión personal; es la manera en la que se encuentra a ella misma y es de vital importancia encontrar a la actriz adecuada para esta tarea. Por ejemplo, en La caja vacía, su segunda película, al no encontrar a alguien exacta para la interpretación de un personaje que considera más cercano, decidió situarse frente a la cámara.
EL GUIÑO DE SAINTE-LUCE
Las películas de Claudia Sainte-Luce tienen un sello característico: sus personajes habitan espacios desgastados, austeros en mobiliario, pobres materialmente pero siempre hay pequeños detalles que nos comunican mundos interiores lúdicos y atractivos. De esta manera, una pared descarapelada se transforma en las nubes que surca un avión de juguete suspendido del techo; o un colchón sin base se vuelve el lugar reservado para disfrutar de una galería de recortes curados y montados cuidadosamente para crear una composición rica y compleja.
Los lugares comunes se vuelven espacios mágicos en los que habitan sus protagonistas que, aunque pertenecen a una clase media mucho más privilegiada que la mayoría de los mexicanos, poco se ocupan del materialismo y su atención se centra en lo que se calla, se omite y no se dice. Esta peculiaridad de los espacios se extiende de igual manera a los automóviles y vehículos. Son también espacios personales decorados con juguetes, calcomanías o características muy peculiares como el inconfundible vocho amarillo en esta película. También los vehículos o automóviles son lugares de resguardo y conexión para sus protagonistas: la familia accidental y los peces gato en este caso, o bien, otros ejemplos dentro de la filmografía de la directora serían el coche como una sala de espera para una madre en El camino de Sol, o el acercamiento físico que logran Jazmín y su padre al compartir el asiento trasero de un vehículo en La caja vacía.
Volviendo a Los insólitos peces gato, una configuración espacial similar es en la que nos encontramos a Claudia en el primer plano de la película. Ella vive sola en algún lugar de la zona industrial de la ciudad de Guadalajara. No sabemos mucho de ella, fuera de que trabaja de manera silenciosa y apartada como demostradora de productos en un centro comercial. Sabemos que es una persona peculiar, pues además de los recortes que adornan su recámara, ella mantiene rituales como comer solamente las ruedas de cereal color morado, las cuales aparta de manera un tanto juguetona pero guardando cierta seriedad. También le gusta caminar por las orillas de los puentes, aunque estén a varios metros del suelo. Los primeros quince minutos de la película transcurren sin diálogos, en silencio y acompañando a este personaje que poco a poco despierta la curiosidad de los que la vemos.
Es una hazaña verdaderamente valiente, ya que la mayoría de las escuelas o institutos dedicados a la instrucción cinematográfica lo marcarían inmediatamente como un error. Sin embargo, con gran porte y mucha sinceridad, la directora decide abrir su primera película, afortunadamente, de esta manera y con gran éxito; desafiando a los llamados “consagrados”.
LA CONEXIÓN DE PERSONAJES
Luego de los primeros minutos de la película y probablemente debido a su mala alimentación, Claudia termina en el hospital con un caso severo de apendicitis. Ahí, intercambia algunas palabras con la mujer que se encuentra en la cama de al lado, en la misma habitación y solamente divididas por una cortina. Se trata de Martha quien es asistida y visitada por sus cuatro hijos: Alejandra, Wendy, Mariana y Armando. Cada uno apersona los diferentes estados de la entrada a la salida de la adolescencia. A pesar de que se intercambian diálogos, seguimos sin saber mucho de Claudia. Es a partir de las interacciones con los otros que el personaje se va construyendo y conociendo. La directora delinea personajes vivos a partir de peculiaridades y detalles íntimos que probablemente pasan desapercibidos; por ejemplo, la comida. En un magistral plano secuencia de una comida familiar un tanto caótica pero iluminadora, Claudia tira una salchicha al suelo de manera discreta. Para algunos miembros de la familia pudiera significar una acción desconsiderada, sin embargo, nosotros como espectadores sabemos que se debe a que probablemente no soporta el olor a salchicha después de ocho horas diarias en su trabajo como demostradora. Del mismo modo, la directora nos hace partícipes de la complicidad entre las dos mujeres al compartir una bolsa de papas fritas. Igual, un chocolate entre Claudia y Wendy se convierte en una ofrenda de entendimiento, paz y comunicación.
De la misma manera, la directora prefiere el realismo dentro de la ficción, y no un neorrealismo como el de aquellos Olvidados, sino un cine enfocado en la clase trabajadora de México, lejos del extremo empobrecido del cine de los noventa o el extremo privilegiado de las comedias dosmileras, sus personajes batallan al llegar a fin de mes, luchan con adeudos, las cuentas y hacen de comer de maneras creativas con lo poco que tienen en su refrigerador. Enfrentar las situaciones diarias fortalecen a su círculo inmediato, en el caso de esta pieza, la unión familiar. Existen varias reseñas que tildan a la familia de Claudia, Wendy y Martha como una familia disfuncional y resulta algo equivocado, ya que es precisamente la falta de convencionalismos y el enfoque no ortodoxo que hace funcionar a este grupo de maneras inesperadas. Precisamente el título de esta película proviene del recorte de una revista, el cual podemos ver en una pecera que carga Armando, el más pequeño de familia; de acuerdo a la directora ella leyó que los peces gato siempre se mueven juntos, como en una familia.
El cine de Claudia Sainte-Luce recurre a tópicos muy profundos y que pudieran ser sombríos para algunos. Temas como la soledad, la seriedad de la muerte, el luto o la pérdida repentina de un ser querido son precisamente aquellos que impulsan la narrativa y a sus personajes; pero nunca recurre al melodrama extremo para intensificar las situaciones ni mucho menos a la comedia desparpajada para aligerarlas. La catarsis proviene de la humanidad de sus personajes, de sus relaciones y de una mirada sutil, directa y emocional. Como anteriormente se ha mencionado, los elementos biográficos y personales se encuentran presentes en todos sus filmes: la experiencia de encontrarse con una familia más bien adoptiva, la enfermedad degenerativa y progresiva de su padre, incluso su crisis de fe, presente en su próxima película a estrenar El reino de Dios. Como casi siempre pasa con directores visionarios, la directora se ha mostrado decepcionada al no encontrar suficientes salas o distribuidoras que soliciten su trabajo.mAfortunadamente, colectivos de cine independientes, festivales y lugares que proyectan cine alternativo, con frecuencia recurren a su cine dentro de sus programas de exhibición. En el caso de Los insólitos peces gato siempre encuentra lugar dentro de las principales retrospectivas de cine mexicano reciente, y afortunadamente figura merecidamente en los nuevos listados de las mejores películas mexicanas de todos los tiempos.
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