En julio de 1973 Víctor Jara visitaría la ciudad de Lima, Perú, donde ofrecería un recital completo en la televisora Panamericana Televisión, durante la transmisión interpretaría temas como El arado, Te recuerdo Amanda y El derecho de vivir en paz. Todo ello sin saber que dos meses después, durante el golpe de estado provocado por la junta militar chilena el 11 de septiembre al palacio de La Moneda contra el dirigente Salvador Allende, sería detenido, apresado y torturado por las fuerzas armadas de Chile liderada por el militar Augusto Pinochet.
Ese día Jara armonizaría la inauguración de una exposición sobre los horrores de la guerra civil y el fascismo, que se llevaría a cabo en la aquel entonces en la Universidad Técnica del Estado de Santiago, lugar donde trabajaba, cuando escucharía en la radio sobre el bombardeo a La Moneda para posteriormente despedirse de su esposa e hijas y cruzar la puerta de su casa para nunca volver.
Víctor es un referente internacional cultural de la canción protesta que serviría de inspiración para muchos artistas que enunciarían su leyenda como de máxima lucha social, al menos a nivel Latinoamérica. Su obra artística acumuló el haber dirigido y participado en más de 10 obras de teatro, sumó ocho discos de estudio y tres discos en vivo sin contar los más de 10 discos póstumos que englobarían su corta carrera musical, de poco más de siete años, hasta su muerte a los 40.
Inicios
Víctor Lidio Jara Martínez nació el 28 de septiembre de 1932 en la provincia de Ñuble, Chile. Hijo de Manuel Jara y Amanda Martínez, nombres presentes en Te recuerdo Amanda, se desarrolló en el seno de una familia campesina. Víctor creció bajo el gusto musical influenciado por su madre bajo un contexto impregnado de folclore y canto campesino, lo cual formó parte de su estilo apelando su musicalidad y letras a los sectores populares y la protesta social. Aprendería a tocar la guitarra, instrumento que le distinguiría como un referente musical no sólo en Chile.
“Sus canciones aún viven y me desgarran como las de Víctor Jara.
El peligro de un hombre y una guitarra”, menciona el rapero español Nach en Disparos de silencio.
Sin embargo, a sus 15 años sufriría el fallecimiento de su madre, abandonando con ello la escuela para posteriormente ingresar al seminario, vocación que abandonaría dos años después, renegando de la praxis religiosa. Seguido de ello realizó su servicio militar obligatorio para una vez terminado ingresar al coro de la Universidad de Chile. Entre sus experiencias artísticas, la escuela de teatro y pertenecer al conjunto folclórico Cuncumén, con quienes realizaría giras por Europa y la Unión Soviética, comenzaría a relacionarse con un sector conformado por actores, directores y cantantes. Artistas como Violeta Parra, Quilapayún, Patricio Manns e Inti Illimani serían fuente de influencia para Jara lo cual se reflejó en su arte pregonando temas como el trabajo, la sociedad, la lucha y el amor.
Nueva canción chilena y el golpe de estado
“...viva Latinoamérica unida’’, Salvador Allende.
Subproducto de la revolución cubana, sumado a la segunda guerra mundial y los movimientos musicales estadounidenses y europeos, se acrecentó un concepto de hermandad latinoamericana. Este sentir comprometió a artistas como Víctor Jara en acuñar un estilo musical que ensamblaría melodías pacifistas con mensajes de protesta. Desembocando así en la llamada Nueva canción chilena, movimiento que encuentra sus raíces en la música de Violeta Parra quién no viviría para ver consolidado el movimiento.
Este momento artístico desarrollado durante los 60, se posicionaría en el epicentro de una sociedad chilena la cual viviría la transición de un gobierno democratacristiano, liderado por el presidente Eduardo Montalva, a un socialismo de la Unidad Popular, encabezado por Salvador Allende. El afín de la nueva canción también sería el de recuperar la música folclórica anexándole elementos de la música continental e incorporando instrumentos y ritmos pertenecientes al área hispanoamericana. Incluyendo que los artistas como Margot Loyola, Isabel y Ángel Parra, Inti Illimani y Quilapayún, también le sumarían un fuerte compromiso de militancia política relacionándose a las filas, y el gobierno, de la izquierdista Unidad Popular. Durante esta época, Jara publicó el disco La población, que evidenciaría la realidad vivida en los sectores marginales de su país. Una vez llegado el gobierno de Salvador Allende (1970), Víctor sería nombrado embajador cultural del gobierno. Sin embargo, todo esto cambiaría el 11 de septiembre del 73, con un golpe de estado militar orquestado a La Moneda. Suceso que no sólo terminaría con la vida de Allende, sino que también causaría el llamado “apagón cultural”, lo cual iniciaría una caza de brujas hacia diversos artistas de tendencia izquierdista, logrando que muchos creadores partieran a su exilio donde continuarían sus carreras en el extranjero, lo cual no sería el caso de Víctor Jara quién sería detenido.
Deceso y legado
“Muchos no volvieron. Tampoco Manuel”, (Te recuerdo Amanda)
El 11 de septiembre un toque de queda sería impuesto por la junta militar. Jara, junto a estudiantes y maestros, se enclaustraría en la Universidad Técnica del Estado de Santiago. A primera hora de la mañana siguiente, 12 de septiembre, arribaría a la universidad un autobús de militares tomando a todos como prisioneros para posteriormente ser trasladados al Estadio Chile. Allí Víctor sería reconocido y señalizado con un trato que sería cada vez más brutal.
“¡Así que vos sos Víctor Jara, el cantante marxista, comunista concha de tu madre, cantor de pura mierda!”, grito de oficial que recordaría Boris Navia, abogado y prisionero
El cantante sería constantemente aislado, humillado, torturado y golpeado. Sin olvidar que sería espectador de la barbarie militar que terminaría con incontables vidas, la cual se reflejaría en su último poema y testimonio, escrito en sus últimos días, Somos cinco mil:
“¿Es éste el mundo que creaste, Dios mío? ¿Para esto tus siete días de asombro y trabajo? En estas cuatro murallas sólo existe un número que no progresa. Que lentamente querrá la muerte”.
El 16 de septiembre su cadáver sería encontrado junto al de otras personas cerca del cementerio general. Su cuerpo, quemado, mutilado y acribillado en más de 40 ocasiones, recibiría sepultura por parte de su esposa llevándose a cabo en la clandestinidad, sin público y sin lápida.
La Segunda, periódico chileno pro-dictadura, publicaría posteriormente que Jara fallecería de manera no violenta y que su sepelio había sido de carácter privado. La dictadura de Pinochet dejó un saldo superior a los tres mil muertos, sumando los más de 30 mil torturados y a decenas de miles de exiliados, esto sin contabilizar una lastimosa, e incalculable cifra negra de desaparecidos durante los llamados Vuelos de la muerte. Actualmente el cuerpo de Jara yace en el Cementerio General de Santiago, donde se le conmemora en el mes de septiembre, recordando también tres fechas importantes en este país; el golpe de estado del 11, el fallecimiento de Jara el 16 y su natalicio el 28. En 2003 el gobierno chileno renombraría el Estadio Chile en Estadio Víctor Jara, haciendo memoria a la vida, y trágica muerte, del cantautor. Aún después de su deceso su trabajo seguiría editándose y vendiendo alrededor del mundo. Su relevante figura artística e histórica serviría de inspiración para múltiples músicos y artistas como: The Clash, U2, Silvio Rodríguez, Nach, Calle 13 y Lila Downs entre muchos más.
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