El planeta es un balón
que gira y gira alrededor de un juego
de perfectas redondeces.
Julio Mejía III
El esférico rueda sobre las páginas de este libro. El césped está hecho con palabras y el lector lee el lugar más privilegiado de la grada. Fubotitlán es un estadio habitado por seres apasionados, esperanzados en que once jugadores vestidos de verde cumplan todos sus sueños y rompan las redes de sus aflicciones.
Xalbador García (Cuernavaca, 1982), escritor, catedrático, periodista y aficionado a los Pumas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), ha tomado la pluma a perfil cambiado y redactado con gambeta un libro donde se narra las glorias y miserias futboleras de la Selección Nacional de México: Últimas noticias de Futbotitlán. La historia verdadera de la selección mexicana de futbol (Un libro de autoayuda) (Katakana Editores, 2022).
A diferencia de autores como Juan Villoro o Eduardo Galeano, el autor dribla la poética para colocarse en el punto penal y disparar al arco con textos llenos de ironía. El humor siempre es regate hacia la verdad y para narrar la realidad del futbol mexicano, el autor no encontró mejor acento.
“Como en el futbol, así la literatura mexicana está muy sacralizada, no se puede corromper. Tú nada ves en la nómina de los autores irónicos, cómicos, que el siglo XX tiene en la literatura y no va a haber muchos. Es una nómina pequeñísima. Y por ejemplo, veía la visión de Juan Villoro, que me parece extraordinaria, me gusta mucho cuando escribe de futbol, pero también la siento muy seria. La risa es un arma poderosísima que sacraliza y, como lo sostiene Mijail Bajtín y otros teóricos de la cultura, con la risa vas a llegar a una verdad que estaba oculta”, comenta Xalbador García.
La estrategia de este volumen se conforma por tres partes (primer, medio y segundo tiempo), donde a su vez alinean 18 capítulos que abordan elementos deportivos, sociales y culturales en torno al accionar de la Selección Mexicana. García es un director técnico que ha mandado a la cancha lo que, a su consideración, son los momentos más gloriosos y deplorables del seleccionado. Como todo buen estratega, ha tenido que dejar algunos pasajes en la banca, lo cual tal vez haga que el lector se cuestione su presencia.
García es aficionado nato al futbol y entiende cómo la pasión puede transportar al individuo hacia otros posicionamientos. La previa del libro comienza con el relato de “El Tano” Pasman, un apasionado hincha argentino de River Plate que se volvió loco ante su televisor, mientras en 2011 los millonarios sucumbían en el juego de ida por el no descenso ante Belgrano de Córdoba. Es una imagen que refleja cómo la pasión desborda en un ser humano, dejando de lado el tema de las barras bravas, cuyos miembros juegan en canchas menos deportivas.
“Sí, es el paradigma del hincha, del seguidor, del aficionado, que así como bien lo mencionas, sin caer en estas cuestiones absurdas, donde también lamentablemente la pasión no sólo se desborda. Los barras bravas ya tienen otros intereses económicos, políticos. Que tampoco es la pasión que se desborda totalmente, ahí está nutrida por otras cuestiones. Creo que “El Tano” Pasman nos representa a muchos. La pasión es irracional y la cólera de la felicidad también”.
En Últimas noticias de Futbotitlán, el aficionado se planta frente al televisor. Con ironía canchera, el narrador describe un ambiente festivo y guarda silencio unos momentos para entregarle el micrófono a la hinchada. La tarde es un concierto de banderas, trapos, murgas y colores. Los papeles caen desde las gradas y los jugadores saltan al campo. El balón besa el césped, silba el árbitro, ha iniciado el partido.
Primer tiempo
Hasta 2012, el logro más grande de la Selección Mexicana mayor había sido derrotar a Brasil en la final de la Copa Confederaciones 1999, celebrada en suelo azteca. Los aficionados todavía recuerdan la voz de Enrique “El Perro” Bermúdez narrando cómo Rafael Márquez le entregaba un pase a Cuauhtémoc Blanco, para que este después recortara y fusilara a Dida ante la caída de la defensa carioca.
México no había tenido otro logro de esa magnitud a nivel internacional. Quizá las copas del mundo sub-17 en 2005 y 2011 pudieran ser lo más cercano. No obstante, el 11 de agosto de 2012, la nación mexicana tuvo por fin un pretexto para festejar, gracias a la picardía y entrega del lagunero Oribe Peralta, quien en ese momento se encontraba en el nivel más álgido de su carrera.
El escenario londinense de Wembley, en Inglaterra, puso a México otra vez contra Brasil. Oribe marcó dos goles esa tarde y el resto de los seleccionados supieron aguantar al empuje verdeamarela comandado por Neymar. Hulk descontó en tiempo de compensación, causando que más de un mexicano esperara el silbatazo final al borde del infarto. No obstante, ese día el Himno Nacional Mexicano resonaría en cada rincón del histórico estadio. El oro se pintó de verde.
“Eso que uno siente, que dices qué bárbaro, ¿cómo puedo ser tan pendejo, que mi día sea nublado por lo que hacen unos tipos en televisión o en el estadio? Y sin embargo eso pasa, es irracional. Pero también es lo que te da alegrías, o lo que yo pienso a final de cuentas es que nadie puede vivir sin pasiones. Si alguno como individuo no tiene pasiones, automáticamente está muerto”.
En el terreno de lo absurdo, el balón se pasea y llega a la banda para besar la línea de la tragedia. García da un golpe de realidad y escribe sobre el Aztecazo, aquel partido que la Selección Mexicana perdió contra Costa Rica en las eliminatorias rumbo al mundial de Corea-Japón 2002. El hecho se repetiría ante Honduras, durante las eliminatorias para Brasil 2014. Así se recuerda que el Coloso de Santa Úrsula, la catedral del futbol mexicano dos veces mundialista (próximamente tres), tampoco es imbatible.
Esta primera parte se complementa con temas como el concepto del Gigante de Concacaf, los narradores de futbol en la televisión mexicana, la evolución y mal gusto en los uniformes de la Selección Nacional, los partidos amistosos sin sentido que el seleccionado suele jugar en Estado Unidos (el moletour), la violencia y la influencia que algunos presidentes han tenido sobre el equipo.
“Lo que digo en el libro es que el éxito de la Selección Mexicana no sólo es una cuestión comercial, sino que en sí mismo representa muchos de los tópicos que nos nutren como cultura: este sueño de que en alguno momento vamos a ser los mejores del mundo o ser de primer mundo”.
Reanudación
El autor tiene colmillo para expresar que México es un país que no cuida a las nuevas generaciones. Según la asociación Educación con Rumbo, la nación ocupa el segundo lugar en deserción escolar en la región latinoamericana. Esto también es visible en el ámbito futbolístico, donde cientos de jóvenes mexicanos ven frustrado el sueño de debutar en primera división, ante la gran cantidad de extranjeros y naturalizados que poseen los clubes.
Otro ejemplo de esta desatención hacia nuestra cantera deportiva y social es lo sucedido con generaciones campeonas de los mundiales sub-17 de 2005 y 2011. A falta de un buen proyecto que pudiera concluir sin bajas este proceso, la mayoría de estos jugadores deambulan en la Liga de Expansión, en la banca de los equipos más austeros de la Liga MX o incluso en el retiro. Su talentosa juventud se desnutrió con sólo comer banca o quedó olvidada en alguna discoteca de Inglaterra (como en el caso de Giovanni Dos Santos). García aborda este tema en el capítulo “Los niños héroes”.
Para el complemento de este libro, aparecen tragedias como la derrota de octavos de final ante Holanda en Brasil 2014, el famoso grito homofóbico que ha caracterizado a la afición mexicana en los últimos años, los fantasmales penaltis ante Bulgaria en Estados Unidos 1994 y la negativa de Mejía Barón para meter a Hugo Sánchez, la paternidad de Argentina sobre los verdes y la caída de siete a goles a cero frente a Chile en la Copa América Centenario de 2016. Al finalizar, los tiempos extras despliegan un análisis tras el mundial de Rusia 2018 y la actualidad de la Selección rumbo a Catar 2022.
“Creo que ahí hay algo que también se demuestra mucho en la sociedad mexicana, que no hay proyectos a largo plazo ni tampoco proyectos de investigación, desde todos los sentidos, para analizar por qué perdimos, pero también por qué hemos ganado”.
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