Caso Parmalat, la caída de un imperio
Finanzas

Caso Parmalat, la caída de un imperio

El espejismo financiero de Calisto Tanzi

Era la noche del 10 de mayo de 2002. El Parma festejaba junto a su afición la obtención de su tercera Copa de Italia. Habían vencido a la Juventus con un gol del brasileño Junior, para igualar el marcador global 2 a 2 y salir avante por la regla del gol de visitante. Las gradas del estadio Ennio Tardini eran un concierto teñido de azul y amarillo. Nadie se imaginaba que sería la última alegría que ese equipo brindara a sus aficionados.

Los más estudiosos del futbol recuerdan al Parma de los años noventa como un equipo espectacular que protagonizaba en la Serie A italiana. Sin chistar, repasan a los astros que coronaban su alineación: Hernán Crespo, Faustino Asprilla, Juan Sebastián “La Bruja” Verón, e incluso Gianluigi Buffon, quien debutó con el cuadro parmesano en 1995. Pero también recuerdan ese mítico jersey amarillo, cruzado con líneas azules e impreso en el centro con la leyenda “Parmalat”, la empresa lechera de la que el equipo dependía económicamente, misma que años adelante se vería involucrada en uno de los escándalos financieros más grandes de la historia.

Origen parmesano

Calisto Tanzi era originario de Collechio, una localidad cercana a Parma, en la región de Emilia Romagna, al norte de Italia. Allí, su familia era propietaria de una tienda de delicatessen (expendio dedicado a la vena de alimentos exclusivos). No obstante, esa relativa tranquilidad provinciana cambiaría en 1961 tras la muerte de su padre. Tanzi tuvo que abandonar la universidad donde cursaba la carrera de contaduría y tomar las riendas del negocio familiar. Tenía apenas 22 años de edad.

En un principio, la pequeña empresa que había heredado producía salami y conservas de tomate para salsa. No obstante, el ímpetu del parmesano lo incitó a involucrarse en el negocio de la leche pasteurizada, mercado que presentaba mucha oportunidad y poca competencia. Así, dos años después, Tanzi fundó Dietalat, una empresa comercializadora de lácteos que tiempo más tarde sería rebautizada como Parmalat (cuyo significado en español es “leche de parma”).

La productora, pionera en rubro en Italia, comenzó a abastecer con su producto a Parma y a otras ciudades de regiones cercanas como Toscana, Liguria y Piamonte. Hasta ese momento, el monopolio de la leche en el país de la bota era controlado por las distribuidoras municipales. Tanzi fue revolucionario, desafió el mercado y cosechó éxito debido a dos factores.

Parmalat escaló en sus ventas gracias a la larga vida que ostentaban sus productos. Su perdurabilidad radicaba en el proceso de pasteurización a ultra-alta temperatura (UHT por sus siglas en inglés) y la importación de tecnología sueca que permitió empacar la leche en envases rectangulares al alto vacío (también conocidos como tetrapack), gracias a la cual la leche podía conservarse sin refrigeración durante meses.

El éxito fue inminente. Tanzi continuó con su estrategia de entregar el producto puerta por puerta, con camionetas decoradas con el logotipo de la empresa, apremiándose con un buen posicionamiento en Parma y sus inmediaciones. El alza de la empresa arrojaba cifras increíbles con un crecimiento cercano al 50 por ciento anual.

Tanzi acrecentó su ambición y con el instinto explorador de sus ancestros italianos, en 1974 cruzó el océano Atlántico para instalar una planta en Brasil. Desde allí comenzó una expansión a más de 30 países y su producción se diversificó en galletas, yogur, jugo de frutas, entre otras. La década de los noventa sería una época dorada para la compañía.

Entre 1989 y 2001, Parmalat adquirió 27 sociedades instrumentales de inversión (también llamadas offshore). Tal fue el crecimiento que en 2001 sólo el 33 por ciento de la producción de la compañía fue fabricada en Europa. En 2002, la facturación del coloso lechero alcanzó la cifra de siete mil 600 millones de euros.

La prosperidad causó que Tanzi se diera el gusto de incursionar en el negocio del balompié y así comparar a los equipos Parma (Italia) y Palmeiras (Brasil). Ambas escuadras conquistaron trofeos importantes en sus respectivas competencias. Todo parecía la mejor versión de un cuento de hadas que se hubiera redactado en el mundo financiero. Pero la realidad fue sólo eso, un cuento, una ficción, y en 2003 estallaría una bomba que derrumbaría al imperio de Parmalat.

La caída

Se desplomó. El 12 de noviembre de 2003, Parmalat cayó estrepitosamente en la bolsa de valores de Milán. Fue un tropiezo equivalente a más del ocho por ciento. Anteriormente había cotilleos en la bolsa sobre las dudosas maniobras financieras de Tanzi y su compañía, pero nada se había comprobado. La gran estocada sucedió cuando Deloitte & Touche (firma estadounidense que auditaba la mayoría de las cuentas de Parmalat), dudó de la transparencia en los libros de la corporación italiana.

Los temores de Deloitte & Touche se enfocaban en las compañías instrumentales (sociedades creadas para reducir la carga tributaria) de Parmalat, pues estas no eran auditadas por la citada firma, sino por otra denominada Grant Thornton. Días después, el 8 de diciembre, Parmalat se declaró incapaz de subsanar un pago de 150 millones de euros. Tanzi argumentó que no había podido recuperar una inversión en Bonlat, una de sus sociedades instrumentales. Parmalat prometió liquidar la deuda a través de bonos que terminaría de entregar el 15 de diciembre.

Pero al interior de Parmalar ya nadie se sentía seguro y, en una reunión extraordinaria, se citó a Enrico Bondi (experto italiano reconocido por rescatar a empresas a punto del colapso) para que fungiera como asesor e instrumentar un plan de reestructuración financiera. La empresa cumplió con la promesa de liquidar su deuda el día 15.

A la siguiente jornada, el 16 de diciembre, Standar & Poor’s, uno de los principales proveedores de calificaciones crediticias, disminuyó en tres niveles el rating de Parmalat y las acciones del grupo cayeron 40 por ciento. El 17 de diciembre, Parmalat se vio de nueva cuenta incapaz de realizar otro pago vencido. Se trataba de un primer abono de los 400 millones de euros requeridos por inversionistas minoritarios en Brasil.

Parmalat trató de aplazar el acuerdo. Presentó un documento que certificaba la existencia de tres mil 950 millones de euros, fondo que supuestamente se encontraba en una cuenta bancaria de la Islas Caimán, uno de los paraísos fiscales. No obstante, el Bank of America calificó de falsos los documentos y acorraló a Parmalat. Era claro, el rostro del fraude pudo apreciarse en todo su relieve.

Ante la acusación de Bank of America, grupo Parmalat se vio obligado a admitir depósitos fantasmas y deudas furtivas desde 10 millones de euros. Europa no ha presenciado otro escándalo financiero de tal magnitud. La Fiscalía de Milán acusó a Tanzi de haber cometido fraude. Era 22 de diciembre y las acciones de Parmalat sufrieron otro descalabro, esta vez de 63 por ciento.

Fue un duro golpe para la economía italiana, pues la compañía de Tanzi era uno de sus máximos orgullos. Incluso el gobierno de Silvio Berlusconi intentó salvar al gigante de los lácteos, aunque la ideología de la Comisión Europea era totalmente contraria. El objetivo era dar protección a la planta laboral y mantener la actividad industrial de Parmalat en territorio italiano.

Para el 24 de diciembre, Tanzi había abandonado Italia ante una orden de comparecencia. Sus abogados alegaron que “se había ido de vacaciones”, con el fin de relajarse y tratar de enfriar su cabeza para enfrentar el problema fiscal, aunque las autoridades sospechan este periplo realizado a través de países como Suiza, España y Portugal, realmente fungió para esconder pruebas y documentos, además de transferir capitales.

Finalmente, fue arrestado el 28 de diciembre de 2003. Cinco años más tarde, en diciembre de 2008, el Tribunal de Milán lo condenó a 10 años de prisión por fraude. Tras una apelación de Tanzi, la sentencia se confirmó en 2010 y La Corte di Cassazione redujo la condena a ocho años y un mes, siendo encarcelado el 15 de mayo de 2011.

Calisto Tanzi murió en enero pasado, en su amada Parma, a la edad de 83 años, mientras cumplía con su arresto domiciliario.

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