El cine documental es uno de los géneros más incomprendidos en la historia del celuloide. Por una parte, el espectador asume que este tipo de películas existen solamente como una fuente de información en la cual se abordan ciertos tópicos de una manera didáctica y que sólo se observan cuando se encargan de tarea en la escuela, por lo que se perciben como cualquier producto de la National Geographic.
Por otro lado, están los cineastas que piensan que pueden cambiar el mundo al plasmar en imágenes las injusticias del mundo. No quiere decir que el documental no pueda lograr estas dos funciones, pero antes de proponerse trascendencias, primero se debe buscar una historia relevante que contar, que pueda tocar a la persona que lo está viendo.
Para explicar un ejemplo hablemos de Navalny, es un documental del discretísimo director Daniel Roher (al día de hoy, el más relevante), que explora en clave de thriller de espías la figura de Aleksei Navalny; abogado y político ruso, opositor del gobierno de Vladimir Putin, quien tras sobrevivir a un intento de asesinato y haberse refugiado en Alemania donde se le brindó asilo político, volverá a su país natal donde tendrá que enfrentarse a uno de los Gobiernos más opresivos de la actualidad.
La cinta cuenta los momentos previos y la investigación que hace el político sobre quien fue el responsable de su intento de homicidio. La película se estrenó en el festival de cine de Sundance, donde ganó el premio del público (premio recibido por varias películas oscareadas) y se encuentra disponible en la plataforma HBO Max.
Desde un inicio se tiene la ventaja que la historia verdadera pareciera sacada de una obra de ficción, pero su naturaleza puede ser un arma de doble filo, porque se ha explorado muchas veces y las convenciones son adictivas. La película cae en algunos vicios como la glorificación del protagonista, en lugar de una exploración a su persona. Sin embargo, incluye un lado crítico que explora diversas facetas del político, mostrando algo más que la típica romantización de la lucha de un hombre contra el estatus quo y también sirve para reforzar otro tema que la película ofrece como lo es la figura que inspira a las masas.
MÁS ALLÁ DEL CASO NAVALNY
El caso de Aleksei Navalny no es tan desconocido como se quisiera creer. Es sencillo conocer toda su historia a partir de un artículo de Wikipedia, y encontrar muchas de las escenas claves de la película en YouTube o en Tik Tok. Esto lo entendió el director por lo que optó por añadir elementos que primero, dinamicen la narrativa y que aporten nueva información que haga entender mejor a la persona detrás del político.
Desde la primera escena de la película, Navalny menciona que no quiere que sea una aburrida película sobre su memoria, el director se toma en serio la tarea y de inmediato se convierte en una película de espías. Es interesante que este género tan abundante durante la Guerra Fría, donde proliferó la visión norteamericana de que los rusos o sus aliados siempre fungían en el papel de villano, ahora cuente la historia de heroísmo de un ruso. Y aunque la guerra fría acabó hace más de 30 años, actualmente hay un odio global contra Rusia por la guerra declarada a Ucrania. Este hecho ha repercutido en muchos ámbitos, pero hablando específicamente de cine, en su momento muchas películas rusas fueron retiradas de la programación de varios festivales, agrandando el prejuicio de que toda la población del país era igual al gobierno que los rige.
Volviendo al género de espías, este siempre fue representado de una manera muy ajena a la realidad. El ejemplo más común es el de James Bond, figura cinematográfica icónica, hombre guapo, sofisticado y seductor cuyas aventuras son infiltraciones en naciones secretas y peleas contra hombres con mandíbula de hierro o con un bombín decapitador. Pero Roher entiende que esa representación ya caducó, por lo que debía buscar elementos que pudieran manifestar como se vive el espionaje en el siglo XXI. Los golpes y peleas físicas cambian por llamadas de teléfono o rastreo de vuelos.
EL ESPIONAJE CONTEMPORÁNEO
La película representa el cómo funciona el espionaje actualmente usando múltiples formatos de videos, cada uno obtenido de fuentes diversas, como cámara de seguridad, grabaciones con celular, de la televisión, etcétera. De esta manera muestra la multiconectividad del mundo moderno, donde los usuarios son bombardeados de información por todos lados, y es mucho más sencillo encontrar información de un hecho. Por ejemplo, cuando el protagonista sale en camilla del avión después de que lo intentaran matar, hay muchas imágenes del hecho, y sigue siendo sorprendente que un momento tan íntimo sea captado por tantos dispositivos de personas comunes.
También las maneras de investigar han cambiado, ya no hay necesidad de la infiltración con vestuarios exóticos, sólo se necesita ser hábil y tener una buena laptop. De esta manera también se muestra la vulnerabilidad de los sistemas; los datos personales dentro de un ordenador rara vez están seguros.
PERSONAJES
El antagonista de esta película es el presidente de Rusia Vladimir Putin. No hay momentos donde se explore su figura de manera compleja, queda reducido a un enemigo todopoderoso que parece imposible de superar por el héroe. Otra representación de David contra Goliat. Sus políticas, ideas y su pasado se exploran en otros documentales. También resulta evidente que aunque Putin está preparado contra todo, también se asusta. La evidencia fundamental es su negación a mencionar en público el nombre de su opositor, para dar a entender que para él no importa.
Es momento de hablar un poco más del personaje central. Navalny es un político en toda regla. Nunca abandona su papel de buena persona preocupado por el pueblo. Siempre habla con entusiasmo y no se echa para atrás con su discurso anticorrupción. El personaje que capta la cámara ya sea la de los documentalistas o la de los teléfonos de sus colaboradores, es el mismo. Pero lo que no tiene en cuenta, es que la cámara no siempre se apaga y expone una cara muy diferente. Esos momentos son valiosos para el documental ya que muestra algo nuevo que quizá las personas que seguían el caso desde noticieros no podían ver. Se devela un político frustrado, molesto, frío y analítico, pero también en momentos de éxito.
A Navalny no le gusta mostrar al exterior vulnerabilidad. Un ejemplo de ello, es cuando en una escena donde lo está entrevistando el documentalista, le recuerdan el pasado de su familia y él se exalta, se levanta de la silla y molesto comienza a hablar con su jefa de campaña en idioma ruso. La cámara no se apaga ni corta. También en el momento donde toma un avión de Alemania aunque todos mencionan la valentía de tal acto y afirmar que no tiene miedo, el sentimiento se refleja en su rostro mientras aborda el avión es una buena manera de humanizarlo en lugar de mostrar a un santo.
Su figura como político es interesante porque demuestra una manera muy actual de hacer campaña publicitaria. Se sabe el poder que tiene Vladimir Putin, quien impone a los medios que no les den ningún espacio a sus opositores. Entonces Navalny desterrado, crea una campaña a partir de redes sociales como YouTube y Tik Tok. Esto recuerda a las campañas de gente como Gabriel Boric, actual presidente de Chile o al Secretario de Relaciones Exteriores mexicano Marcelo Ebrard quien para iniciar campaña de presidencia hace videos cortos para simpatizar con las personas.
No sólo se muestra su papel de político sino como padre de familia y ciudadano común. Un hombre que en sus tiempos libres juega al Call of Duty en su teléfono, que ve series como Gambito de Dama o Rick y Morty. Al convivir con su hija es un padre tierno, y los momentos que comparte con su esposa, aunque en ocasiones parecen campaña electoral por su cursilería y su poca autenticidad (como la escena donde alimentan a sus animales de establo), son tiernos por las miradas y la química que hay en sus pláticas.
Algunos de los momentos más emotivos del documental son con imágenes de los ciudadanos rusos que apoyan a Navalny y que comparten sus ideas. Son personas que son violentadas por la policía por no seguir ideas del régimen actual, pero aun así siguen gritando y creyendo en que las cosas deben mejorar. Esto plantea dos cosas importantes que es lo que representa Navalny. Es un símbolo para las personas y un motivo por el cual luchar. El documental capta esto y sabe transmitir la idea a todos los espectadores, que tienen la fuerza para combatir y mejorar las cosas sin importar contra quien se enfrenten.
Navalny es un documental que a partir de una exploración de una figura interesante al cual le ocurre una historia digna de la ficción, le informa a un público cual es la situación actual de un país tan satanizado como Rusia, en un esfuerzo por comprender la lucha de sus ciudadanos. Si bien, no logra hacer justicia como lo hizo el documental de Errol Morris La delgada línea azul (1988), ya que la situación actual de Rusia es mucho más complicada, porque el gobierno nunca reconoce sus errores, pero si brinda al mundo un símbolo de lucha, una persona que tiene altibajos, que no es tan especial como James Bond. Sólo un tipo como cualquier otro que le declaró la lucha al poder y a pesar de todas las veces que lo hagan caer, hace que más personas se levanten y busquen un cambio. Por algo el título de la película es el nombre cuyo impacto es tan grande que uno de los hombres más poderosos del mundo se niega a pronunciar.
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