En Occidente, la palabra Anime, es una abreviación de animación y es usada para describir cualquier tipo de dibujo animado hecho en Japón. Sin embargo, en el país nipón la definición va más allá.
Entonces, ¿Cómo es que la animación japonesa se volvió tan especial e icónica que el mundo decidió distinguirla de otras?
La respuesta es difícil de definir. Aunque, quizás, si repasamos la historia del anime, podríamos arrojar un poco de luz sobre qué hace que la animación japonesa sea desmarcada de la del resto del mundo.
Los primeros pasos
La historia del anime en Japón encuentra sus raíces antes de que iniciara la Segunda Guerra Mundial, para ser un poco más precisos, a inicios de 1900.
Es difícil saber cuál fue la primer pieza de animación creada en Japón, principalmente, porque muchos filmes de aquel tiempo se perdieron, ya sea por desastres naturales o por consecuencia de la Segunda Guerra Mundial.
A la fecha, el material más antiguo de animación japonesa data de 1907, llamada Katsudō Shashin: pieza de tres segundos que consistía de solamente 50 frames donde podíamos ver a un niño con traje de marinero escribiendo justamente el nombre de la animación. Esta obra fue redescubierta en 2005, y aunque quizás no haya sido la primera del país nipón, sí es la más antigua encontrada hasta la fecha.
Ya para 1917, las animaciones fueron proliferando en Japón, siendo Shingachō: Meian no Shippai, la primera en surgir de esta época; recordemos que en esos tiempos, el cine y por consecuente este arte, eran mudos. Lo que se usaba era música en vivo y un narrador presente mientras se mostraba la función para darle dinamismo, cabe mencionar que el tiempo de duración era de máximo cinco minutos, y los dibujos no se realizaban en celdas o en pedazos de papel, sino, con tiza negra, por lo tanto, cada corte de cámara se utilizaba para borrar las líneas de animación.
Así, algunos artistas, caricaturistas y pintores dieron un salto a la animación, siendo Ōten Shimokawa, Junichi Kōuchi, y Seitaro Kitayama, los que crearon filmes animados forjando y moldeando la industria del anime en sus primeros años.
El boom y Osamu Tezuka
Fue hasta 1940, durante la Segunda Guerra Mundial, que tanto la industria del manga (Comics japoneses) y anime, evolucionaron significativamente.
En los años previos a la Segunda Guerra Mundial, el gobierno japonés comenzó a imponer el orgullo nacional de todas las formas posibles. Esto incluyó el orgullo nacional a través de los medios y el cine mediante la promulgación de leyes para controlarlos y censurarlos, específicamente en 1939, la aprobación de la Ley de Cine impuso fuertes regulaciones a la industria y aseguró que sirviera a los intereses del gobierno. Si bien esta dirección creativa forzó, también impulsó la industria, provocando un gran crecimiento y muchas fusiones de empresas más pequeñas.
Eventualmente, todos los estudios se fusionaron en sólo tres grandes empresas. Estos tres continuaron creando varias películas de propaganda para los militares que mostraban a los japoneses ganando contra sus enemigos. Películas como Las Águilas marinas de Momotaro en 1943 y Momotarō, dios de las olas en 1945, se hicieron con la ayuda de la Armada. Por cierto, el segundo mencionado, fue el primer largometraje animado de larga duración en la historia del anime.
Antes de 1958, si querías ver animación, tenías que ir a un teatro o tener un amigo rico con un proyector y acceso a carretes. La televisión cambió eso. La primera animación que salió al aire en el medio incipiente fue Mogura no Aventure (La aventura de Mole). Era en color, utilizaba recortes de papel y duraba nueve minutos. Dos años más tarde, en 1960, se creó y emitió una antología animada experimental llamada Mittsu no Hanashi (Tres cuentos) como especial. Compuesto por tres segmentos de diez minutos que cuentan historias de fantasía, esta animación haría el viaje a los Estados Unidos al año siguiente, donde fue el primer anime que se emitió en la televisión estadounidense.
Después de la Segunda Guerra Mundial, un joven aspirante a artista llamado Osamu Tezuka se convirtió en dibujante y lanzó su primer trabajo Shintakarajima (una adaptación de la novela La Isla del Tesoro). Cuando era niño, Tezuka era fanático de las primeras animaciones de Walt Disney, inspirado por la forma de contar historias, el joven las transformó y las hizo suyas, así, muchos quedaron impresionados por el estilo original de Tezuka. Sin embargo, no fue hasta que lanzó su último trabajo en manga, Astro Boy, que logró el éxito y fue declarado "el padre del manga y el anime".
Cuando Tezuka se hizo un nombre en la industria, logró establecer su propia productora en 1962. Formó Mushi Productions, donde lanzó Astro Boy. Con este material muchos reconocieron el estilo y enfoque original de Tezuka que era nuevo para toda la industria. El estilo de sus ilustraciones y personajes proviene del cine francés y alemán. Sus personajes explotaban con vida y emoción, y sus historias se desarrollaban en cientos de páginas. En 1963, Astro Boy cruzó las fronteras internacionales y se estrenó en las estaciones de Estados Unidos y siguió teniendo éxito entre el público.
Astro Boy fue un gran éxito con altas calificaciones, gran cantidad de productos y sindicación en docenas de países. Uno de esos países era Estados Unidos, donde sería visto en blanco y negro.
Muchos clichés que pensamos del anime hoy en día, fueron realizados por Astro Boy, incluidos ojos grandes, batallas de robots y cabello estilizado imposible de lograr en gravedad normal. ¡Fue lo mejor de la televisión y a todos les encantó!
Su popularidad sorprendió a muchos de los animadores japoneses más “serios”. La animación limitada se compone de trucos literalmente baratos, entonces, ¿Cómo se puede comparar con la animación fluida y el arte de las películas cuidadosamente diseñadas? ¿Puede la animación limitada ser arte? Este argumento sobre la animación limitada frente a la animación fluida es otro aspecto del anime que continúa en la actualidad.
Tras el éxito de Astro Boy, Tezuka lanzó otro trabajo, Jungle Taitei (Kimba El León Blanco), otro gran anime de antaño que generó controversia con el pasar de los años, debido a la similitud con la película de Disney, El Rey León, y de la cual, se dice, se inspiró gran parte de la película estadounidense, además, de ser de los primeros animes en ser trasladados fuera de Japón con gran éxito.
Para 1980, otros artistas llegaron a tomar parte del protagonismo, como Akira Toriyama (Dragon Ball), Rumiko Takashi (Ranma ½), Hayao Miyazaki (Studio Giblhi), Isao Takahata (La tumba de las luciérnagas) y muchos otros. Y con ello, nuevas historias, que dieron más inspiración y se arriesgaron a crear géneros que a la fecha han predominado en la industria.
Edad de oro
La década de 1980 se considera la "edad de oro" del anime y vio una gran explosión de géneros e intereses. Muchos factores contribuyeron a esto, incluida la introducción de VHS y los niños que se inspiraron en Astro Boy hace veinte años, creciendo y sintiendo nostalgia por sus programas favoritos. La fórmula del anime deportivo se codificó en 1983 con Captain Tsubasa de Tsuchida Pro, un programa sobre fútbol, trabajo en equipo y amistad. Inspiró a una generación de jugadores de fútbol y escritores de manga y estableció el estándar para los movimientos deportivos de anime de una frescura e improbabilidad cada vez mayores.
El VHS y otros dispositivos domésticos de grabación/reproducción aparecieron en el mercado a principios de los años 80 y el anime estaba a la vanguardia.
La noticia más importante de 1984 fue Kaze no Tani no Nausicaä (Nausicaä del Valle del Viento). Producida por Isao Takahata y dirigida y escrita por Hayao Miyazaki, fue la primera película de lo que se convertiría en el prestigioso Studio Ghibli. Ese mismo año, Daicon Films fue fundada en 1984 por un grupo de estudiantes universitarios. ¿Nunca has oído hablar de Daicon? Eso es porque cambiaron su nombre al año siguiente a Gainax.
En 1986, Toei animó Dragon Ball de Akira Toriyama. El programa demostró ser increíblemente popular, por decirlo suavemente. Si hay una serie "shonen" (dirigida a niños de entre 6 y 15 años) que hayas disfrutado en los últimos 30 años con batallas prolongadas y potenciadores de héroes cada vez mayores, su autor probablemente vio Dragon Ball o su sucesor Dragon Ball Z de niño.
Gracias al dinero de los lanzamientos domésticos, las licencias en el extranjero y la burbuja económica en la que se encontraba Japón, los presupuestos aumentaron. En ninguna parte fue esto más evidente que con Akira en 1988. Este material fue derrochado con dinero, y se mostró en la pantalla en una animación fluida. Donde Astro Boy se las arregló con ocho o menos cuadros de animación por segundo, Akira usó 24. Fue el primer anime en usar un diálogo pregrabado, donde el diálogo se graba y luego los animadores hacen coincidir los movimientos de la boca con el sonido en lugar del (mucho más barato) al revés.
Durante años, fue el anime elegido para mostrar a los amigos lo increíble que podía verse este medio.
Para este tiempo, ya existían géneros preestablecidos en la industria del anime; más allá de los clásicos como terror, sci-Fi, supenso, aventura y similares, en Japón existía otra variación como los Shonen (animes o mangas dirigidos a jóvenes masculinos) Shoujo (anime dirigido para mujeres jóvenes) Seinen (animes con temáticas adultas) Mecha (animes especializados en peleas robóticas) y una gran variación de géneros que toman una combinación de distintos estilos.
Con toda la variedad para elegir las historias, el terreno del Cómic fue invadido por el Manga, y al mismo tiempo por el anime, y debido a la popularidad que tomaba en Estados Unidos sólo era cuestión de tiempo que llegara a nuestro país.
El anime llega a México y España
Luego de su creciente éxito en tierras orientales, la animación japonesa dio el salto a occidente, llegando principalmente a diversos países de Europa y América, durante la década de los 70 y 80.
Fueron las obras de Ozamu Tezuka, algunos de los exponentes del anime que dieron pie a su llegada a España.
La versión animada de la obra conocida como Kimba, el León Blanco, aterrizó en tierras españolas a través de la cadena televisiva TVE en septiembre del año 1969.
Sólo dos años después el público español sería testigo de una de las obras más populares de aquellas épocas, Mech GoGoGo de Tatsuo Yoshida, mejor conocida en occidente como Meteoro. Serie que en nuestro país también recibió gran éxito.
Hablando de México, fue en la década de los 70 donde los televidentes comenzaron a conocer (sin saberlo) el anime a través de series que en aquellos años eran catalogadas como caricaturas, sin diferenciar su país de procedencia.
Tetsuwan Atom, mejor conocida en occidente como Astro Boy, del también legendario ‘mangaka’ Osamu Tezuka, se vuelve una obra importante al llegar sólo siete años después de su estreno en Japón a los televisores mexicanos.
Fue la cadena Televisa, dirigida en aquel entonces por Emilio Azcárraga Milmo, la que dio entrada a diversas series de procedencia japonesa, entre los que se encuentran grandes clásicos como Kimba, el león Blanco en 1970, Heidi (Arupusu no Shoujo Hiaji), estrenada en 1978 y que ha sido retransmitida en varias ocasiones desde entonces. La exitosa Candy Candy llegó en 1982 y Mazinger Z en 1986, anime del autor Go Nagi que fue el primero del género ‘Mecha’ en tocar tierras mexicanas.
Según rumores que se encuentran en distintos sitios de la red, la razón por la que empezaron a llegar tantas producciones originarias de Japón, fue porque a Televisa le resultaba ‘más barato’ adquirir sus licencias a comparación de las norteamericanas como Disney, Warner Bros, Hanna Barbera, entre otras.
¿Qué diferencia hay entre el anime y las caricaturas occidentales?
Pese a que ambas son series de animación y cuentan con características similares, existen ciertos detalles que diferencian a las producciones occidentales de las orientales.
Como ya se mencionó anteriormente, en un principio el anime era catalogado por el público americano como caricatura, sin diferenciar su procedencia, sobre todo porque mayormente era emitido en las secciones infantiles de las televisoras.
Un error muy grande es el pensar que el anime está destinado en su totalidad al público infantil, pues por ello existen diversos géneros, como los ya mencionados anteriormente: Shonen, Shojo, Kodomo, Seinen, Josai, Mecha, entre otros.
Sus dibujos
Una de las características más notorias entre el anime y las producciones occidentales son los dibujos y sus diseños, pues mientras las caricaturas se enfocan en la mayoría de los casos en exagerar y/o distorsionar la apariencia física de sus personajes, las series de procedencia nipona buscan proyectar la complexión y rasgos humanos lo más realistas posibles, teniendo por supuesto sus excepciones.
Los diseños en el anime también varían bastante dependiendo del género de la historia. Por ejemplo, algunos enfocados al público infantil (Kodomo), emplean en su mayoría dibujos sencillos y llamativos que resultan agradables a la vista de los niños, como es el caso de Doraemon (conocido en Latinoamérica como El Gato Cósmico) y Hamtaro.
Historias que toman un tinte más serio y que entran en la demografía del Seinen, Josei, y en muchas ocasiones en el Shojo y el Shonen, buscan proyectar a sus personajes lo más realistas posibles, aun cuando la trama involucra fantasía o ciencia ficción.
Otro detalle dentro de los diseños son las expresiones corporales, pues mientras en las caricaturas occidentales suelen exagerarse bastante, como ocurre con los Looney Tunes, el anime mantiene su propia esencia en ello junto con sus distintivos ‘GAGs’, expresión utilizada para referirse a algo que busca transmitir humor a través de simples imágenes sin la necesidad de palabras.
Un ‘GAG’ muy famoso en el anime, y que se ha perdido con el tiempo, es aquel en el que los personajes caen al piso y quedan volteados al escuchar algo que les pudo parecer tonto o ridículo. Esta expresión era bastante usual de ver en series como Dragon Ball o Ranma 1/2.
Cabe destacar que también existen animes que manejan como temática el humor, siendo un recurso común el usar, o incluso parodiar, ciertos ‘GAGs'. Un ejemplo de estas series son Gintama (2006), Asobi Asobase (2015), Osomatsu-san (2016), Nichijou (2011) y La desastrosa vida de Saiki (2016).
Ojos grandes y expresivos
Erróneamente se suele pensar que los ojos de los personajes de anime son grandes y expresivos porque los japoneses ‘están acomplejados’ por la forma de sus ojos, algo que es totalmente falso.
El motivo por el que la mayoría de los personajes de anime suelen ser diseñados con ojos tan expresivos, se trata de un legado del ‘mangaka’ Osamu Tezuka, cuyos personajes de sus obras estaban mayormente inspirados en Disney, pues el autor era un gran fanático de las producciones de Walt Disney, lo que se convirtió en una gran influencia para su trabajo.
Por supuesto, con el pasar del tiempo cada autor de Manga, formó su propio estilo para sus diseños, algunos aún reflejando aquellos rasgos tan expresivos y otros asemejándose más a la realidad.
Historias más profundas
Uno de los aspectos más notorios en el anime japonés es la profundidad de sus historias y sus personajes, elemento que atrae a infinidad de adeptos.
Mientras la mayoría de las caricaturas tienen como objetivo entretener a través del humor o situaciones que, normalmente, se desarrollan dentro de la misma estructura de un capítulo sin la necesidad de llevar una continuidad, la trama de las historias de anime suelen desarrollarse en varios episodios al estilo de una novela.
Pero no es sólo su continuidad episódica, sino que muchas historias de anime tratan temas más profundos que en algunas ocasiones requieren de bastante desarrollo para desentrañar lo complejo que pueden llegar a ser.
Asimismo, los personajes dejan de ser tratados como ‘planos’ para ser ‘redondos’, es decir que se les dotan con ciertas características de complejidad que definirán su personalidad, trasfondo y acciones dentro del desarrollo de la historia.
Un ejemplo muy famoso de ese rasgo es la serie Neon Genesis Evangelion (1995), cuyo trasfondo y complejidad de cada personaje influyen bastante en el desarrollo de la trama.
Por supuesto, algunas producciones occidentales también han adoptado este aspecto de creatividad en sus obras a lo largo de los años, como por ejemplo con Avatar: la leyenda de Aang (2005) o series animadas de las editoriales DC Comics y Marvel, como los son Teen Titans (2003), El Hombre Araña (1994) y Batman: La serie animada (1992).
Claro, no hay que demeritar caricaturas que, pese a no llevar el factor continuidad en sus episodios, las tramas de cada capítulo y desarrollo de sus personajes consiguen sobrellevar la historia, obteniendo como resultado series bastante memorables como es el caso de ¡Oye, Arnold! (1996), Recreo (1997), Las Tortugas Ninja y sus diversas versiones animadas, KND: Los chicos del barrio (2002), La vida moderna de Rocko (1996), Más allá del Jardín (2014) y Rocket Power (1999), sólo por mencionar algunas, que, incluso, consiguieron tener un desenlace para sus historias y personajes.
Animes que revolucionaron la industria
Historias interesantes, personajes entrañables y mucha popularidad, son los elementos que componen a algunos de los animes que se volvieron bastante famosos, incluso más que en su mismo país de origen, tal como en la actualidad es el caso de Demon Slayer (Kimetsu no yaiba), que se estrenó en el 2019.
Es casi obligatorio mencionar a Dragon Ball y todas sus sagas, pues es bastante difícil encontrar a alguien que no conozca o no haya escuchado hablar de las aventuras de Goku y sus amigos.
Dragon Ball comenzó a emitirse en México en el año de 1993, bajo el nombre de Zero y el Dragón Mágico, siendo redoblado años más tarde con el título que todos lo conocemos.
Desde su llegada a tierras occidentales, Dragon Ball goza de gran fama entre chicos y grandes, pues fue precisamente el hecho de que la serie no está dirigida precisamente a un público infantil, sino a uno joven y adulto, lo que ayudó a que llamara la atención entre todo tipo de espectadores.
Otros grandes exponentes han sido animes como Sailor Moon (1992) que pertenece al género Shojo, Pokémon (1997) con su serie animada que se deriva de los videojuegos de la franquicia, el ‘eterno’ One Piece que se transmite en televisión desde 1999, Naruto (1999) que, además de la fama de la que ya gozaba en Japón, ganó millones de fans en el mundo tras su llegada a varios países, como fue el caso de México donde se emitió a partir del año 2006 en Cartoon Network.
Otros ejemplos son series que incluso atrajeron la atención del público ajeno al mundo del anime, como Death Note (2006), la cual se centra en un joven que, tras encontrar un cuaderno con el que puede matar a las personas escribiendo sus nombres, buscará hacer justicia por mano propia contra criminales.
Un ejemplo muy grande es la película del mangaka y guionista Katsuhiro Otomo, Akira, estrenada en 1998 y distribuida en varios países. Este filme define un antes y un después en el mundo de la animación, pues con ella quedó claro que no todos los productos animados son dirigidos al público infantil, además de estar impregnada de increíbles escenas visuales.
La trama de Akira se desarrolla en el año 2019 situándose en Neo Tokyo, una ciudad que se levantó bajo los cimientos de Tokio, la cual fue destruida por una explosión que detonó la Tercera Guerra Mundial ocurrida (dentro de la historia) en 1988.
Hoy en día Akira es considerada una película de culto, además de que despertó el interés del público en más largometrajes producidos en Japón, lo cual contribuyó enormemente en su distribución en occidente.
La marca que dejó Neon Genesis Evangelion
Los años 90 se consideran una revolución en el mundo del anime, debido a que fue la época en la que surgieron varias obras que hasta hoy se consideran de culto, aventurándose a explorar tramas más complejas y diversas, alejándose un tanto de lo que el mundo estaba acostumbrado a ver en cuanto a la animación proveniente de Japón.
Neon Genesis Evangelion, del escritor y productor japonés Hideako Anno, llegó a la televisión nipona el cuatro de octubre del año 1995, presentando una trama que a primera instancia parecía no ir más allá de lo típico visto en el género Mecha, debido a que incluye robots gigantes, pero que terminó siendo mucho más que eso.
De la mano del estudio de animación japonesa, Gainax, Neon Genesis Evangelion nos cuenta la historia de Shinji Ikari y su llegada a la ciudad de Tokyo-3 en el año 2015, exactamente 15 años después de que ocurriera el segundo impacto, provocado por unas extrañas criaturas conocidas como ángeles y que acabó con la mitad de la población en la Tierra.
Neon Genesis Evangelion parecía tener una premisa que iba sobre la guerra entre la raza humana y los seres llamados ángeles, pero la realidad es que absolutamente toda la historia mezcla diversos conceptos filosóficos, religiosos y sobre todo psicológicos.
Las acciones y pensamientos de sus personajes desvelan diversos rasgos de sus personalidades que de algún modo están especialmente conectados con la trama. Todo tiene un porqué de ser en la historia y en medio del argumento de la lucha entre los ángeles y los Evas (como se les conoce a los robots en la serie), surge la duda sobre la existencia misma, además de utilizar a través de sus protagonistas la teoría psicológica del médico Sigmun Freud, ‘Ello, yo y super yo’.
La complejidad de la trama y sus personajes, ha llevado a sus fans a analizar durante años cada aspecto que conforma a la historia, pues incluso en su opening (intro musical), ya se pueden notar varios simbolismos que serán de gran importancia en la trama.
La historia de Neon Genesis Evangelion y sus películas Rebuild y sobre todo, The End of Evangelion, han sido tema de varios ensayos e inclusos tésis que buscan psicoanalizar la serie y hasta a su mismo autor.
¿Existe un antes y después de Evangelion? La respuesta es sí. Durante años ha sido inevitable notar que a partir del estreno de la obra de Hideaki Anno, autores de Manga y guionistas, intentaron dar un sentido más profundo en sus historias y personajes.
Así como Neon Genesis Evangelion, la serie Serial Experiments Lain, estrenada en julio de 1998, está compuesta por más que una trama sumamente compleja.
La obra del guionista Chiaki J. Konaka abarca en sólo 13 episodios temas de tinte filosófico como el existencialismo, la identidad del individuo, la realidad y hasta la comunicación social, siendo considerado un anime vanguardista que predijo muchos de los sucesos que hoy en día se viven en las redes sociales.
La polémica, la revolución y la actualidad del anime
Como ya se mencionó anteriormente, la confusión que muchos tenían sobre a qué público estaban dirigidas ciertas series de anime, derivó a varios malentendidos y problemas entre padres de familia escandalizados por lo que estaban consumiendo sus hijos, sobre todo con series emitidas en televisión abierta como Pokémon, Dragon Ball, Sailor Moon, Ranma 1/2 y Caballeros del Zodiaco (Saint Seiya), sobre todo por las escenas que podían resultar violentas o que tocaban temas religiosos.
La comunicadora Lolita de la Vega jugó un importante papel en dicha polémica, pues alrededor de los finales de los 90 y comienzos del 2000, en su programa Hablemos claro, la periodista tocó el tema del anime exponiendolo al público como algo satánico y dañino para las juventudes. Citando incluso a un supuesto miembro de una secta que aseguraba que las animaciones japonesas estaban involucradas en ritos satánicos.
De ese programa surgió la famosa frase polémica: “Pikachu significa 100 veces más que Dios”, la cual puso a los padres de familia en alerta, obligando a muchos niños a deshacerse de sus objetos de la serie de Pokémon.
Sin embargo, todo aquello no eran más que rumores y polémica, pues en realidad el nombre del simpático personaje significa ‘ratón eléctrico’.
Pese a que el anime enfrentó un momento “oscuro” en aquella época. La difusión de series de anime a través de canales de paga, ayudaron de cierto modo a rescatar esa cultura en el país, limpiándose de los prejuicios que se le habían atribuido.
El paso de los años, más la llegada de Internet, contribuyeron bastante a que el anime comenzará a ser más notado entre el público, al punto de realizarse eventos dedicados exclusivamente a la animación japonesa.
Pese a que hoy en día aún cuenta con ciertas polémicas, el anime puede estar gozando de su mejor momento, no sólo en México, sino en el mundo entero, llegando a todo tipo de público y siendo aceptado entre la sociedad en general que ha dejado a un lado los tabúes y estigmas sociales.
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