La puntualidad es uno de los hábitos más importantes que todas las personas deberían tener, ser puntual es sinónimo de compromiso, además muestra respeto por el tiempo de los demás y por el de uno mismo.
Refleja que existe la disciplina de estar a tiempo para cumplir con las responsabilidades y compromisos que se deben hacer. Este hábito es necesario para poder brindarle a la personalidad el carácter, eficacia y orden que se requiere en la rutina diaria, es una carta de presentación para los demás.
El tiempo de tolerancia que suele darse para una reunión, una clase, el trabajo o una cita, ha llevado a que cada vez más la gente sea más impuntual, pues se crea la costumbre de llegar más tarde porque se confían en que tienen el permiso de hacerlo. Estas situaciones se convierten en un problema que luego con el paso del tiempo y con la constante práctica, se vuelve algo normal, lo cual no debería ser así ya que se trata de una falta de respeto.
La importancia de ser puntuales
Con el estilo de vida que se tiene en la actualidad, resulta algo típico que todos nos enfrentemos a la falta de tiempo y la procrastinación de las tareas, de ahí que se desencadene el mal hábito de la impuntualidad. El tiempo es un recurso que no se puede recuperar y su naturaleza impredecible lo vuelve algo sumamente valioso, por esto mismo, es necesario que se le otorgue el valor y respeto que merece.
El hecho de no ser impuntuales refleja una virtud de cada individuo y expresa varios puntos clave de la personalidad de la persona:
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Educación: es importante ver a la puntualidad también como un valor, se trata del respeto para los demás y el tiempo propio. Las personas no deberían esperar por la llegada de los demás, hay que tener consideración por ellos. Si existe una constante impuntualidad, sólo ocasionará que no los tomen en cuenta para los futuros planes.
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Disciplina: la puntualidad es algo que todos deben adoptar para que se pueda reflejar el nivel de responsabilidad que hay, cuando ocurre el caso contrario y se tienen prácticas de impuntualidad, lo único que reflejarán es que no están preparados para asumir responsabilidades, sin importar el tamaño de esta.
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Orden: ser puntuales ayuda a tener una organización en cada una de las actividades que deben llevarse a cabo. Para las personas que están acostumbradas a ser impuntuales, se les dificulta con mayor medida la realización de sus tareas, generalmente no les alcanza el tiempo o no cumplen con los objetivos establecidos, suelen trabajar ‘a medias’.
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Confianza: la confianza es algo que se gana y el ser puntual ayuda que los demás confíen en nosotros, al mismo tiempo que nos hace ser respetados por cumplir con lo que piden, incluso puede aportar algo de superioridad.
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Humildad: que se haga esperar a otros no quiere decir que se tenga más importancia, dejar de lado la arrogancia para aceptar que el tiempo de todos es tan importante como el propio.
¿Cómo practicarla?
Volverse una persona que practique siempre este hábito no es algo fácil, no se da de la noche a la mañana, requiere de tiempo, esfuerzo, voluntad, determinación, compromiso, responsabilidad y disciplina. La revista Líderes expone algunos consejos para aprender a ser puntual:
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Reconocer que somos impuntuales: como en cualquier otro problema, el primer paso para cambiar ese hábito es reconocer que hay una dificultad.
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Conciencia del tiempo: tomarse en serio el tiempo de uno mismo y de los otros es necesario. Para algunas personas es útil adelantar sus relojes unos minutos, para otros, esto no funciona debido a que saben que está adelantado.
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Evitar muchos planes: llevar una organización de las actividades por realizar resulta eficiente para tener un orden. Aceptar tareas que sabemos que sí podrán ser cumplidos en tiempo y forma es la clave para evitar la saturación de trabajo.
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Dormir temprano: dormir y levantarse es otro hábito que hay que trabajar para lograr ser puntuales. Mantener una rutina traerá éxito en este paso.
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Levantarse: cuando la alarma suena, es común que se tomen esos ‘cinco minutos más’, sin embargo, se recomienda evitar a toda costa esta práctica, de este modo, podrá crearse el hábito de no postergar las cosas.
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Establecer dos alarmas: como se ha mencionado antes, es importante la organización de los tiempos, establecer una alarma para el momento en que deba empezar a alistarse y otra para cuando deba salir ayudará a no tomar tiempo extra del necesario.
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Preparar todo una noche antes: si hay actividades que necesitan llevarse a cabo por las mañanas, adelantar lo más que se pueda un día antes será beneficioso para cuando se llegue el momento de hacerlas.
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Llegar 15 minutos antes: pudiera parecer excesivo el tiempo de anticipación con el que se recomienda llegar, sin embargo, si ser puntual no es algo a lo que se esté acostumbrado, se debe prever cualquier acontecimiento que pueda ocurrir provocando un retraso.
Creación del hábito en los niños
La puntualidad representa uno de los valores que deben ser implementados a los hijos desde que son pequeños, pues en esa etapa de la vida, se encuentran en un constante aprendizaje de normas y costumbres.
La parte más importante para transmitir un valor o un hábito a los hijos es que los padres lo pongan en práctica, únicamente de esta manera, los niños verán el ejemplo y podrán adoptar esas mismas costumbres, para esto es necesario tener voluntad y sacrificio.
Implementar un horario lo menos flexible que se pueda servirá para marcar los tiempos en que debe hacerse cada tarea, ya sea una actividad familiar, escolar o social, por ejemplo, si la comida está marcada para una hora exacta, todos deben estar sentados a la hora estipulada con las actividades cumplidas según el horario.
A los niños hay que inculcarles la concentración, si están llevando a cabo algo, toda la atención debe ser para eso, respetar las prioridades evitando distracciones que hagan perder tiempo.
Probar distintos métodos para practicar la puntualidad ayudará a saber cuáles son los más aptos para cada familia, puede intentarse el situar en un lugar más lejano el despertador, de esta forma, se verán en la obligación de levantarse, o colocar papeles que funcionen de recordatorios en diferentes lugares de la casa; no todas las familias son iguales, por lo que las cosas que para una funciona no significa que lo haga para las demás.
Síndrome del retardo crónico
El portal de Quo relata la historia de un hombre que nunca ha llegado a tiempo a sus reuniones en los 57 años de vida que tiene, ha intentado todos los consejos y aún así no logra hacerlo.
Este problema se debe a que existe un desorden cerebral el cual afecta el lóbulo frontal, algo que los médicos del hospital de Ninewalls de Dundee han determinado como un retraso crónico, ellos explican que el paciente no tiene la capacidad de calibrar de forma correcta el paso del tiempo ni calcular la cantidad que requiere para llevar a cabo distintas tareas.
Mencionan que los orígenes de este problema radican en la misma zona del cerebro que es afectada también por el trastorno por déficit de atención o hiperactividad, cuando estos problemas son diagnosticados en adultos, es común que se presenten este tipo de comportamientos; acordarse de alguna cita o mantener la atención en una sola actividad les cuesta demasiado.
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