Arquitectura invasiva
Arquitectura

Arquitectura invasiva

Inmensas edificaciones que laceran los entornos

Recientemente fue inaugurado en la alcaldía Benito Juárez de la ciudad de México el edificio comercial Mítikah, considerado uno de los centros comerciales más grandes de Latinoamérica. Este inmueble, de más de 120 mil metros cuadrados, alberga restaurantes, espacios comerciales y centros de entretenimiento. La construcción forma parte de un proyecto de usos múltiples, que considera, en su conjunto, espacios residenciales, torres de oficinas, etcétera. El proyecto cuenta con una inversión de más de 22 mil 500 millones de pesos, cifra que va en ascenso, además de que esta ambiciosa estructura le ha valido como el complejo más grande de su tipo a nivel América Latina. Sin embargo, el tamaño del proyecto ha figurado un deterioro del entorno como por ejemplo una incontable tala de árboles que hacían ruido a la obra, o el desmedido consumo de agua que absorberá el complejo lo cual se ha vuelto tema de conflicto entre residentes de la misma alcaldía. En una entrevista realizada a Bernhard Karpf, uno de los arquitectos responsables del inmueble, justifica que mayormente las propuestas realizadas buscan respetar al máximo los entornos donde se desarrollan, sin embargo, puntualiza que el oficio del arquitecto, más allá de su praxis, no puede salvar al mundo. Si bien las infraestructuras se resuelven con la máxima del progreso, no es basta para considerar óptimos a estos "elefantes blancos".

Fenómenos de este tipo han demostrado que las ciudades se han convertido en una mezcolanza arquitectónica, donde la multiplicidad de propiedades edificadas ha conformado un paisaje urbano cada vez más variado, y por lo tanto más ruidoso. Ante este desmesurado collage los arquitectos han buscado como posicionar “iconos” que se empalman por una lucha de visibilidad, en vez de conciliar conceptos orgánicos y armoniosos para el entorno.

Dominando el terreno

Desde los primeros asentamientos humanos se ha dado espacio a la creación de aldeas y su crecimiento territorial surgen de una necesidad de ocupar mayores espacios, dando así respuesta a las necesidades emergentes de la reproducción humana misma. Pero, la toma del territorio y construcción del mismo deja en claro una imposición del individuo sobre los espacios naturales reflejado en una expresión de dominio y poder. Volviendo así a la arquitectura un fenómeno de adjetivo natural humano que ha servido para la creación de un ambiente más adecuado para la vida misma. El levantamiento de comunidades que, subsecuentemente, se convierten en ciudades van de acuerdo a los sentimientos, cargas e ideas, acontecimientos históricos, actividades públicas y memorias generacionales, creando así espacios que han entremezclado lo antiguo y lo nuevo. De esa manera las ciudades son entendidas como una manifestación colectiva de la sociedad volviéndose creación inseparable de la vida civil y de su propio tiempo. Sin embargo, la arquitectura no siempre llega a responder con la elocuencia de su entorno, es aquí que se empieza a considerar invasiva o puesta a la fuerza, esta justificación genera un impacto y por ende una serie de consecuencias.

Ya desde principios del siglo XIX la importación de las idiosincrasias progresistas globalizaría el mundo occidental provocando intercambios culturales entre países, este lenguaje cultural también acapararía las nuevas estructuras a edificar y dichos diseños aplicados serían considerados una expresión de avance y modernidad. La necesidad de crear ha llevado también a la exploración de diversificar las formas de hacer ciudad adquiriendo consciencia misma y con el paso del tiempo se modificaría según su desarrollo, espacio e identidad que el hombre ha transmitido a sus edificaciones.

Para el siglo XX sería concebida una arquitectura moderna qué destacaría elementos estilísticos y estructurales definida por una particular simplificación de las formas, ausencia de ornamentos y el uso de materiales de la época, como el concreto y el acero. Esta perspectiva idílica sería estandarizada y globalizada por figuras como Le Corbusier, Lloyd Wright o Ludwig Mies. La popularización permitiría ligar los nuevos diseños a tendencias y vanguardias de todo el mundo sin la necesidad de responder a nadie ni nada. Permitiendo a la arquitectura, que está al servicio del hombre, pase de ser un instrumento de poder económico y político a un poder propio del individuo. No obstante, el paisaje urbano es cada vez más variado y esto ha aumentado el deseo de los individuos por aspectos más cambiantes haciendo que sea más difícil que la nueva arquitectura capte la atención del público. Para combatir esto los arquitectos levantan edificios con diseños cada vez más llamativos. Pero ¿Son realmente estructuras funcionales o simplemente sirven para llamar la atención?

Torre Betham

Esta torre edificada en Manchester, Inglaterra cuenta con 47 plantas siendo considerado uno de los rascacielos residenciales más altos de Londres. Diseñada por el arquitecto Ian Simpson destaca por contar con una cubierta de cristal y con un apartado de aluminio que ofrecen un diseño espectacular. Sin embargo, un error de forma no previsto, haría que este edificio se convirtiese en un rompevientos en cuchilla que haciendo frente a las fuertes corrientes de aire genera un soneto ambiental lo cual ha sido de molestia entre quienes viven alrededor de este edificio.

Pirámide del Museo de Louvre

Aunque hoy día sea una figura icónica y representativa de las exposiciones más grandes de París, en su momento fue detestada por volverse invasiva. La combinación de acero y vidrio hiper moderno parecía horrorizar al acaparar el patio central del museo más clásico del mundo.

Torre Fenchurch 20

Finalizado en 2014 en Londres por el arquitecto Rafael Viñoly, este innovador proyecto combina los espacios públicos y privados, ofreciendo vistas espectaculares de la ciudad londinense volviéndose un referente de la capital. Sin embargo, el doblamiento del edifico, ha convertido la estructura en un incordio de reflexión para quiénes se encuentran aledaños al edifico. Algo muy parecido sucede con el Walt Disney Concert Hall (Los Ángeles, Estados Unidos) que incomoda con reflejantes destellos causados por su recubrimiento estructural que se asemeja a unas laminas onduladas.

Taipei 101

La capital taiwanesa ostenta una destacable estructura considerada una pagoda hecha rascacielos. Es considerada el edificio, por muchísimo, más alto de Taipei. Este monstruo, comparado a los demás rascacielos que quedan silenciados ante su presencia, requiere de un gran amortiguador de masa, que se ubica en sus pisos superiores, para evitar posibles desplantes durante movimientos sísmicos.

EMP Museum

El Museo Experience Music Project, rebautizado como Museo de la Cultura Pop, ha significado ser un chilloso y tropezado concepto de guitarra eléctrica rota, que se compone de paneles metálicos de color rosa, oro y crema a su vez envuelta en una vía de monorriel que atraviesa la estructura, volviéndole una particularidad de la ciudad de Seattle por ser más que nada destellante y extraña que interesante.

Ryugong Hotel

Habiendo iniciado su construcción en el 87, este edificio se pensó como un atractivo de inversión occidental, acto que no sucedió. Con sus más de 100 pisos se estima que tuvo un coste de más de 700 millones de dólares. Actualmente el edificio representa un mero cascarón sin fondo, sin ventanas, sin puertas, sin cableados, sin tuberías, ni uso, que flota y se impone en los espacios de Pyongyang, capital de Corea del Norte.

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