Familia: ente social que transmuta
Familia

Familia: ente social que transmuta

La evolución de un importante grupo social

En nuestra sociedad, o por lo menos en nuestro entorno político, existen instituciones sociales, como el estado o la nación, que sirven para dictaminar o regular el comportamiento de los individuos. Pero uno de estos pilares que adquiere mayor relevancia a la hora del desarrollo integro humano es la familia. Considerado el núcleo primario de todo individuo, la familia es considerada la primera institución social más antigua, importante y permanente de nuestra existencia. Aquí aprendemos a satisfacer nuestras necesidades primarias tales como el alimento, la educación, vivienda, protección y la salud. De igual manera este grupo de pertenencia es moldeador de actitudes, o más bien transmisor de usos y costumbres, para establecer así un modelo de comportamiento, o desequilibrio, que subsecuentemente impactará en la sociedad en que nos desarrollamos. La importancia de este fenómeno social es la razón por la cual la praxis educativa individual sigue extendiéndose a las escuelas, rectificando aquello que hemos aprendido en nuestro seno familiar y optimizando nuestro desarrollo como individuos, de esta manera, complementaria, buscamos como crecer en la individualidad a la vez de como la desarrollamos partiendo de un estrato proveniente y de paso a uno al que daremos identidad propia.

(A)morfología de la familia y su fenómeno social

El ser humano, como ente social, ha ido aprendiendo a estructurar relaciones, no sólo como un modelo de supervivencia sino también para establecer, o asentar, muy a su praxis de resguardarse en la estabilidad, estableciendo sociedades como actualmente las tenemos definidas. Aquí los individuos aprenderían a desarrollar grupos familiares partiendo de sistemas de parentesco, culturales, políticos, etcétera.

La RAE define el concepto de familia como un grupo de personas emparentadas entre sí que viven juntas.

Este segmento de la sociedad, establecido como el núcleo principal de los individuos, siempre ha sido de enorme interés para el entendimiento de comportamientos dentro de nuestra sociedad. El análisis se vuelve fundamental a la hora de actualizar nuestras concepciones, ya que los cambios sociales son provocadores de cambios estructurales, demandando así una reformación de nuestras definiciones que vayan de acuerdo a captar una realidad más significativa.

Otra de las definiciones de la RAE de familia es que es un conjunto de personas que comparten alguna condición, opinión o tendencia.

Y es que la familia es un grupo social que suma importancia en el desarrollo de los individuos, los cuales, en consecuencia, añadirán elementos de trascendencia a la sociedad en donde se desarrollan. Se considera que a partir de esta institución aprendamos a establecer conexiones entre otros estratos que incluso llegan a contar con mayores niveles de complejidad, escuelas, trabajos, grupos sociales, etcétera. Gracias a nuestro modelo nativo que comprendemos, o más bien, interpretamos, las relaciones y lazos sincronizando nuestra individualidad con el resto de la sociedad. Es a partir de aquí que comprendemos posturas, interacciones, e incluso a las figuras de poder.

Institución

Etimológicamente la palabra familia parte del latín, derivada a la vez de la palabra famulus que significa “grupo de siervos y esclavos”. El termino hizo apertura para incluir en la definición a la esposa y los hijos del jefe familiar. Esta terminología establece una cabeza líder, obligación estipulada a la figura paternal. Dentro de este grupo se construyen los lazos, las relaciones de poder y autoridad, se definen obligaciones y derechos según las normas culturales tomando en cuenta factores como la edad, el sexo e incluso la jerarquía de parentesco entre los integrantes.

Según la antropóloga estadounidense Laura Bohannan, la familia constituye un determinante primario que esclarece el destino de una persona. Aquí se ofrecen las primeras pautas psicológicas y se establece un primer entorno cultural, los criterios se vuelven significativos para entender nuestra posición en la sociedad. También no hay que olvidar que, entre linaje, los lazos de parentesco, las transmisiones de tradición y por lo tanto las formas de memoria familiar, adquirimos, o más bien aprendemos, formas de confrontar situaciones a la hora de aceptar ciertas actitudes y por lo tanto rechazar otras.

Actualmente la sociedad se encuentra ante diversas formas de concebir y definir a la familia ya que no sólo se trata de las transformaciones que puede adquirir, sino de comprender las distintas perspectivas desde las cuales poder abordar la definición.

Émile Durkheim describe a este grupo como un ente que se alimenta de su entorno, entorno que también se alimenta de este ente. O sea que, como hecho social, la familia es generadora de otros hechos sociales, así es como explicamos sucesos como los tipos de relaciones, las herencias, adopción, procreación, maternidad y derechos de la mujer, así como los roles de los hombres y los derechos sexuales y reproductivos de los individuos.

La razón por la cual la institución familiar constantemente va cambiando su estructura y conformación se da debido a las interacciones sujetas a los cambios sociales. Esto quiere decir que esos fenómenos representan un elemento que se entremezcla de manera heterogénea en ese núcleo principal. Por ello es que la familia, como institución multidisciplinaria, se constituye en base al contexto que nos rodea siendo influenciado por factores socioculturales, tipo de uniones, actividades económicas, cambios sociales e incluso los discursos políticos.

A pesar de que los elementos se vuelven un factor de influencia la verdadera unión entre individuos se encarga de definir su propio concepto partiendo de una percepción de lo que significa familia para ellos, algo así como un contrato social, estableciendo así un sistema autónomo y de lenguaje práctico por parte de quienes fundan la institución. Por ello establecemos que si bien la “fórmula” que significa una familia se encuentra definida, o mejor dicho normalizada, no es más que mero concepto definido por la época o el poder que nos instruye.

Según el filósofo, psicólogo y sociólogo francés, Michel Foucault, el término de “normalidad” parte de una cuestión de poder o, mejor dicho, una hegemonía en término político, que se encarga de clasificar, ordenar y por lo tanto controlar un estándar social. Por ello es que esta definición puede variar según su geografía, figura de poder e incluso su tiempo, mucha de las veces causa de su tiempo porque las demandas sociales se encuentran en constante evolución. Por lo tanto, lo normal no es otra cosa que un hijo de las circunstancias que vivimos y, por ende, un concepto que constante es erróneamente dogmatizado. Por ello es importante dar a conocer que la familia no es un fenómeno estático sino cambiante, ya que solemos limitar como la simple unión entre un hombre y una mujer para procreación de hijos, y contrario a ello es un organismo que cuenta con diferentes necesidades a satisfacer.

Las nuevas formalidades, así como el caso de la inclusión y aceptación a las familias homoparentales, no representan el punto clímax del desarrollo de la familia, sino que representa la evolución parcial que ha adquirido el formato de familia, ya que su camino de cambio y transformación será siempre adaptado a las libertades y necesidades de nuestra sociedad, con el único fin de mantener ese desarrollo pleno de pertenencia entre los individuos.

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