Son velas errantes que tratan de navegar en un pantano infestado por la camorra. Su localización, el noroeste de Nápoles, a 33 kilómetros de las faldas del Monte Vesubio. Dominan el barrio de Scampia, inmensas, imponentes, como el recuerdo de un proyecto inmobiliario fallido.
Las vele di Scampia fueron diseñadas por el arquitecto italiano Francesco Di Salvo. Formaron parte de un ambicioso proyecto inmobiliario que las levantó entre 1962 y 1978. Su diseño triangular y blanca morfología las asemeja a las velas de los barcos, de ahí el nombre de esos bloques de edificios que, según cifras no oficiales, lograron albergar hasta a 100 mil personas.
En los fotogramas de proyectos fílmicos como Le occasioni di Rosa (1981), dirigida por Salvatore Piscicelli, se muestra a las vele en todo su esplendor arquitectónico. Mientras otras películas como Gomorra (2008), el filme de Matteo Garrone que ganó el Gran Premio del Jurado del Festival de Cannes, revelan ya su evidente decadencia. El complejo también aparece al principio del documental Diario napoletano (1992), del director Francesco Rosi.
En el campo de la poesía, el diseño de Di Salvo ha provocado palabras en autores como Emanuele Cerullo, quien en 2016, con escasos 23 años, publicó Il ventre di Scampia. El poeta comenzó a escribir versos para tratar de la decadencia que lo rodeaba y en esta colección de poemas abstrae imágenes de lo que le significa el barrio.
A estas representaciones artísticas, se suman las instantáneas del fotógrafo Davide Cerullo, quien de joven perteneció a la camorra en las vele y, tras salir de prisión, decidió tomar una cámara y capturar la vida de los niños que habitan entre sus laberintos de concreto.
Hoy en día, varios de esos bloques han sido demolidos como parte de un plan de regeneración urbana. El resto se mantiene en pie, pero con profundos daños en sus estructuras.
El diseño
Nacido en Palermo, en 1913, Francesco Di Salvo pasó parte de su infancia en Venecia y Génova, hasta finalmente asentarse en Nápoles. En 1934 ingresó a la Regia Scuola Superiore Di Architettura de Roma, donde en 1939 se graduó con la máxima calificación. Al estallar la Segunda Guerra Mundial, se trasladó a Florencia para ejercer su profesión.
En la cuna del Renacimiento asistió a los arquitectos Giovanni Molteni y Francesco Delle Salla, luego abrió un estudio junto a Giantistano Papale y Luciano Abenante. Regresó a Nápoles en 1957 y trabajó en varios proyectos, y a partir de 1960, su nombre comenzó a tomar importancia tras sus investigaciones sobre infraestructura y arquitectura a escala urbana.
Tras la aprobación de la Ley del 18 de abril de 1962, también conocida como Ley 167/62, que pretendía acabar con la especulación de la tierra y planificar el desarrollo de la edificación urbana, Di Salvo ganó un concurso para trabajar en el lote número cuatro del área de Ponticelli, a las afueras de la ciudad. Luego, se hizo de un segundo contrato para edificar en el distrito de Scondigliano, este proyecto sería el nacimiento de las vele di Scampia.
Así, en ese año, se levantaron esas grandes velas de concreto, siete edificios con bases anchas que se estrechan en su parte superior. Cada inmueble consta de dos alineaciones paralelas, las cuales dejan libre un hueco con una longitud de 8.8 metros en medio de ellas, que sirve como una especie de patio. La conexión entre ambos cuerpos se asegura gracias a pasarelas hechas de hormigón, mismas que son soportadas por una estructura metálica.
Los dos primeros niveles de estructura se enmarcan en hormigón armado y están destinados a tener uso como sótanos, cocheras o pórticos de servicio. Las plantas superiores albergan a los departamentos. En su esplendor, cada bloque tenía la capacidad albergar hasta 300 viviendas. Pero lo que parecía un gran proyecto de urbanismo, pensado para beneficiar a la vivienda pública, terminó por convertirse en un grave error.
Decadencia
La tierra sacudió a Nápoles el 23 de noviembre de 1980. El movimiento telúrico tuvo su epicentro en la región de Irpinia y registró una magnitud de 6.9 grados Richter. Sus números siguen estremeciendo al sur de Italia: dos mil 914 muertos, ocho mil 848 heridos, y más de 280 mil personas desplazadas.
Tras el sismo, miles de napolitanos perdieron sus hogares y un éxodo importante llegó a invadir las vele di Scampia de manera ilegal. Ante la indiferencia del gobierno napolitano, más personas arribaron a los edificios, entre ellos delincuentes.
En el transcurso de esa época, la situación empeoró. Las vele se convirtieron en un corredor de drogas como la cocaína o la heroína, pista de carreras ilegales y escondite de la camorra. Todo esto ante la ausencia de vigilancia policial. La primera estación de policía en Scampia se instaló en 1987, años después de que los edificios comenzaran a poblarse.
De las siete vele originales, tres fueron demolidas en 1997, 2000 y 2003. En el lugar de esta última, se levantó una sede la Universidad Federico II di Napoli, la cual albergará la facultad de enfermería y una serie de clínicas y servicios de salud para la zona. Tras años de trabajos, el proyecto fue recién inaugurado por Gaetano Malfredi, actual alcalde de Nápoles.
Actualmente, en las vele viven cerca de 200 familias, a pesar de que los edificios sobrevivientes carecen de luz eléctrica y otros servicios básicos, pues estos ya no son mantenidos por el ayuntamiento. Dentro del gueto nadie paga alquiler, si un departamento se vuelve demasiado insalubre los inquilinos simplemente se trasladan a otro. Muchas de estas familias están en paro, es decir, desempleadas.
Pese a esto, se ha iniciado un proyecto para demoler las vele restantes y tratar de regenerar la zona. Debido a que las moles tienen estructuras alveolar, es decir, constituidas de múltiples celdas, la logística de la demolición no contempla el uso de explosivos, sino la técnica de demolición mecánica, de arriba hacia abajo.
Los trabajos comenzaron en febrero de 2020, cuando una retroexcavadora de la ciudad comenzó a mordisquear el concreto de la llamada “vela A” o “vela verde”. El proyecto denominado Re-Comenzar pretende reanudar las obras de demolición que se dejaron inconclusas desde 2003. Sin embargo, en el afán de querer borrar el oscuro pasado napolitano, se dejará sin hogar a miles de personas.
El caso de las vele confirma que la arquitectura va más allá del diseño estético de un edificio. Todo proyecto debe estudiar a fondeo el entorno y tomar en cuenta a quien lo habitará. Nápoles intenta emendar un error que se cometió en el pasado, pero si no presta atención a las consecuencias de esta acción, podría caer en uno nuevo. Si las intenciones son tan buenas como en el papel, la remodelación de Scampia convertiría al barrio en un importante núcleo cultural y educativo.
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