Necrobótica
Ciencia

Necrobótica

La era de los robots biológicos

Los zombis son un fenómeno que se ha popularizado por más de medio siglo gracias a la industria del entretenimiento. Esto se ha visto encausado por figuras emblemáticas como el director George Romero, la saga de videojuegos Resident Evil o, en su momento, por el fenómeno mundial próximo a terminar, The Walking Dead. Si bien, pareciese fantasiosamente macabra la idea de cuerpos reanimados con comportamientos medio lentos y ansiedad de alimentarse, esto no se encuentra muy lejos de nuestra realidad.

Más allá de la fantasía, y más acá de nuestra realidad, esto es muy común en nuestro entorno natural, esto se debe a los organismos que conocemos cómo parásitos. En YouTube existen videos sobre ‘’insectos zombies’’, cuerpos insectoides en total descomposición y presentando esfuerzos de movimiento debido a parásitos que se habían alojado dentro de los mismos. Sin embargo, recientemente está actividad se ha visto desplazada al interés humano, la reanimación de cuerpos en la experimentación de un futuro bien científico o social. Si bien, las primeras experimentaciones contemplan el uso de insectos en primera instancia, también representa una nueva modalidad de generar ciencia con la recién acuñada necrobótica. Esa ciencia, en progreso, se encargará de generar necrobots, que son robots a partir de cadáveres, y de igual manera futuros biobots, que se encarguen en las miniaturas y los tejidos biológicos. Este nuevo sistema se espera sea futuro renovador de diferentes espacios científicos y tecnológicos que sirvan de progreso humano.

Mecánica de una araña

Ingenieros mecánicos de la Universidad de Rice (Houston, Texas) han demostrado recientemente como, en un primer paso de incursionar un nuevo género de la ciencia, reutilizar los cuerpos de las arañas fallecidas como pinzas mecánicas que puedan ser integradas a entornos naturales dónde sirvan de recolectores. Según el ingeniero Daniel Preston, quien se especializa en la aplicación de sistemas robóticos bandos con el uso de materiales no tradicionales, es que esa arquitectura arácnida es adecuada para utilizarse como pinzas a pequeña escala. A diferencia de los humanos y mamíferos, que rigen sus movimientos en base a una sincronización muscular, las arañas utilizan un modelo hidráulico para la movilidad de sus extremidades. En pocas palabras, y si contemplamos la lógica de su fisionomía, el movimiento de las arañas funciona como el de una garra que mueve sus extremidades en función de contracciones y dilataciones, los movimientos se dan debido a una cámara (cefalotórax), característica que puede encontrarse cercana a las cabezas de crustáceos y arácnidos, que se encarga de enviar sangre a sus extremidades, causando así el movimiento que las caracteriza.

Los científicos simularían esta reacción incrustando una micro aguja, en la cavidad antes mencionada, para la inyección de aire reanimando la motricidad del cuerpo. Para esta primera experimentación, se usaron principalmente arañas tipo lobo, pertenecientes a los licósidos que vulgarmente llamamos tarántulas, y con ellos demostrarían que cuentan con una capacidad de levantar más del 130 por ciento de su propio peso. Sin embargo, los investigadores demostraron que entre más reducido sea el tamaño del arácnido, más peso puede soportar. Durante la exploración, los cadáveres reflejaron ser funcionales para el movimiento de objetos, así como de igual manera el poder manipular una placa de circuito. Este aprovechamiento fisiológico representa un primer paso hacía una novedosa área de investigación llamada necrobótica, un nuevo campo, considerado de robótica blanda, que permitirá actuar y utilizar formas y materiales que no se habían explorado antes.

Necromancia

Prometeo, titán de la mitología griega, como figura bienhechora y civilizadora del progreso humano ha representado históricamente la osadía del hombre de hacer o poseer la divinidad de las cosas. Este prototipo romántico se encuentra esclarecedor en la mítica obra Frankenstein de la autora Mary Shelly. Durante esta época se pensaba que los seres vivíamos gracias a una especie de energía o calor interno que nos dotaba de movimiento a nuestro cúmulo de huesos y músculos. Pero ahora la ciencia rescata esa idea suplantando la inyección de calor y electricidad a los cuerpos inertes por la administración de necrobots que pueden variar según su fluido de inyección. Este nuevo espectro científico significa el siguiente paso respecto a un diseño industrial de nanotecnología que utiliza como modelo exclusivo los diseños de la naturaleza en un estado post mortem. Este nuevo procedimiento se encargará de experimentar con diferentes propuestas enfocadas en la (re)utilidad que se puede dar a los cuerpos animales en base a una reanimación simulada y manejada. De manera justificada, ante este método tan innovador, se puede enunciar varios aspectos sobre como la historia de la humanidad se ha visto acompañada por el uso cotidiano de restos biológicos, así como el uso de pieles como abrigos hasta el uso de huesos como herramientas. De esta manera consideraron la posibilidad de ejercer esta nueva ingeniería natural encargada de experimentar con diseños provenientes de la naturaleza. Este uso de materiales bióticos como componentes robóticos da resultado en la necrobótica. Si bien esta neonata corriente de investigación y experimentación se encuentra en su etapa de exploración aún tiene mucho que resolver y demostrar.

Este primer paso que ha significado el aprovechamiento del exoesqueleto como un uso de reanimación mecatrónica implica un uso ético respecto a la adquisición y conservación de los organismos. El trabajar con cuerpos sin vida de organismos, implica la recolección de estos mismos antes de su muerte a la espera de su deceso para si aprovechar y apresurar su uso antes de una total descomposición de este. Si bien a partir de la época de postguerras, vividas durante el siglo pasado, se creía que prácticamente todo lo que no fuese un ser humano, eran objetos con los que se podía hacer lo que se quisiese, algo que ha cambiado con el tiempo. Por ellos es que estos llamados necrobots pueden verse como material biológico con cualidades ejercidas y aprovechadas por el humano pero que en realidad cuenta con la capacidad suficiente para cuestionar esta capacidad, en un sentido ético, de aprovecharnos científicamente de los animales con el fin de ser sacrificados para el aprovechamiento de sus cadáveres.

El que nos encontremos tan a gusto en plena naturaleza proviene de que ésta no tiene opinión sobre nosotros’’, Friedrich Nietzsche.

Si bien la ingeniera mecánica, Faye Yap, una de las mentes principales del proyecto realizado con arácnidos, reconoce que nunca pensó que sus investigaciones, especializadas en hidráulica terminaran aplicadas a la reanimación de cuerpos. Por ahora la necrobótica es poco más que un nombre para describir esquemas de robots biológicos que puedan compensar cuerpos sin vida. Un campo que, muy limitado por el momento, es la piedra angular para nuevas formas de transmutar ciencia y progreso. Dicho esto, el avance realizado por los investigadores de la Universidad de Rice fue publicado en la revista Advanced Science que, contando con el apoyo de la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio, por sus siglas en ingles NASA, demostrarían aplicaciones útiles en el espacio sobre la creación de organismos que cuenten con la capacidad de degradarse por sí mismos sin dejar contaminantes una vez cumplida su tarea.

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