“escribir
para decir el grito
para arrancarlo para convertirlo
para transformarlo
para desmenuzarlo
para eliminarlo escribir el dolor
para proyectarlo
para actuar sobre él con la palabra
(Chantal Maillard)
Todos los días, de manera puntual, el Presidente de la República ofrece su ya famosa rueda de prensa “La mañanera”. Ahí, desde temprano, se dicta una agenda. Él habla y los medios de comunicación, casi al momento, replican sus palabras en diversos formatos.
Que hay menos violencia, que se combate a la pobreza, que han bajado los índices de la delincuencia. Refuta Andrés Manuel López Obrador ante periodistas que poco cuestionan, porque a los que lo hacen, los evidencia al día siguiente en las misma mañanera y los vincula, sin reparo, a sus enemigos los “conservadores”.
En ese escenario, como comúnmente se dice, hay de dos sopas. Una, que los reporteros se queden solamente con la versión oficial, o dos, que repliquen lo que el mandatario pronuncia. Y es que en el Palacio Nacional se manejan otros datos, pero afuera, el pueblo sobrevive a la cruenta realidad.
La periodista Daniela Pastrana oye al presidente, pero lo más importante, escucha a la gente. Desde 2009 se asume como independiente. Una tarea nada fácil en un país, en el que, sólo en lo que va del año, lleva el registro de 17 periodistas asesinados.
Con los cinco sentidos afinados Pastrana camina el oficio. Es una periodista de a pie. Una cazadora de historias. Por ejemplo, su olfato periodístico la hizo acercarse a Raúl Tercero Arriola, un padre que junto a su esposa Evelyn realizaron un ‘plantón’ en el Zócalo de la Ciudad de México para exigirle al gobierno que el cuerpo de Damián Genovez Tercero, su hijo de crianza, encontrara retorno a su casa, en Chiapas.
El muchacho tuvo que emigrar a Nuevo Laredo porque su lugar de origen no supo brindarle mejores oportunidades. Buscaba un futuro, pero, el joven de 18 años, lo que encontró fue la muerte. Militares lo ejecutaron a dos mil kilómetros lejos de su hogar.
La historia estaba ahí: dos padres pasaron hambre, frío y malos tiempos por cuatro meses a escasos 50 metros de Palacio Nacional, un punto diario de encuentro de medios y en dónde, en su interior, se habla de un país alterno, en dónde no, los padres no suplican por la ausencia de hijos muertos o desaparecidos, porque son cosas que no pasan, o que bajo el cobijo del gobierno en turno, cada vez pasan menos. La historia estaba ahí, evidente para todos. Pero sólo pocos periodistas supieron (o quisieron) verla, entre ellos Ernesto Ledesma, de Rompeviento TV, y Daniela Pastrana, que escribió sobre el hecho al que le dio puntual seguimiento. De vuelta a casa se titula la crónica publicada en Pie de página (portal de periodismo soberano) que narra la travesía de regresar a Damián a su casa. La periodista relata que primero hubo que exhumar el cuerpo, luego, viajar dos mil kilómetros por la ruta más peligrosa del país, para finalmente devolverlo a la tierra dentro de una caja fúnebre.
No es una historia fácil de contar, pero Pastrana cuenta con herramientas periodísticas, literarias y humanas, por eso logra una pieza periodística extraordinaria. El texto publicado en junio de 2021 le mereció, recientemente, el Premio Nacional de Periodismo en el género crónica, galardón que le provocó a Daniela sentimientos encontrados. Entiende que con su escritura, tal vez, no logra desmontar las diversas violencias que se viven en el país, pero piensa, que, al menos, se puede generar un mecanismo de empatía.
“Escribir el dolor para proyectarlo”, propone la poeta y filósofa española Chantal Maillard, y justo eso hace Pastrana a través de su crónica De vuelta a casa, una muestra de un periodismo soberano, pero sobre todo, de uno más humano.
¿Cómo sobrevivir como periodista independiente en un país que es acechado por la violencia?
Es un tema muy complejo. Para mí la primera violencia está en la redacciones. La violencia de los asesinatos o de las desapariciones es la última expresión de una serie de violencias que vivimos los periodistas. (Pero) la primera violencia está en las redacciones, en la precarización salarial y en las condiciones de trabajo, incluso en las condiciones en las que los medios de comunicación nos exponen para ejercer el oficio. Por eso, desde el 2009, estoy fuera de los medios y trabajo como independiente. Cuando me preguntas que cómo es (trabajar) en un país que está asediado por la violencia, lo primero que pienso es en todos los problemas estructurales que hay antes. Tenemos un tema coyuntural que es esta violencia exacerbada y muy brutal que hemos vivido a partir de que inició lo que se llamó la “Guerra contra el narco”, pero antes de eso había muchos problemas estructurales que hemos expuesto en distintos foros internacionales, tales como un sistema judicial muy débil que no sólo aplica para al periodista sino para todas las personas. Así como la relación perversa que se construyó entre medios de comunicación y poderes políticos y luego poderes económicos y la falta de organización gremial, a diferencia de otros países que tienen sindicatos fuertes, que tienen colegio de periodistas, en México no tenemos y nunca hemos tenido. A la hora que llega esta violencia, estos problemas estructurales, se exacerban y es la situación que vivimos ahora. ¿Cómo vivo eso? Para mí ha sido fundamental construir redes de periodistas, es decir, poder fabricar espacios en los que te cobijan y que te ayudan a ser visible y a poder seguir sosteniendo medios de forma independiente que también están precarizados, igual que los otros, pero por lo menos puedes ser dueño de tu agenda.
En la pequeña biografía que se muestra de ti en el portal de Pie de página se lee que querías ser exploradora y conocer el mundo, pero conociste el periodismo. ¿Cómo ha sido tu relación con el oficio?
Empecé cuando se inició Reforma en noviembre del 93. Estudié en la carrera de comunicación, en el sistema de cine. Estaba en la carrera cuando conocí a maestros de periodismo, luego llegaron unas personas del norte de Monterrey a decirnos que iba a fundarse El Reforma y cuando me di cuenta ya estaba en prácticas dentro de ese periódico. No fue algo que decidiera mucho sino que de pronto me descubrí haciéndolo. Me tocó estar en 1994, el año en el que asesinaron a Colosio, a Ruiz Maciel, del levantamiento zapatista. Ya era muy difícil, a como estaba el país, que uno se saliera. Para mí ya no había marcha atrás en el periodismo. (Ahora) el cine me ha ayudado mucho para contar historias y salirme de esto que a veces tenemos que es como el periodismo hándicap, de la denuncia que repites y repites cada año, de las notas que sacas de un cajón y que cada año nada más le cambias el año y los personajes y es la misma historia. Las herramientas del cine me han servido mucho para tratar de contar otras historias. Yo creo que soy parte de una generación que fue muy privilegiada porque me tocó lo que para mí es la mejor época para hacer periodismo que son los 90. Salíamos, por lo menos a nivel nacional de esa gran estructura del viejo periodismo, del periodismo muy oficialista y todavía no entrabamos en este boom de la precarización enorme que hay ahora. Fue una época muy buena que me ayudó a crecer y a conocer. Inicié haciendo periodismo de comunidad, creo fue lo mejor que me pudo pasar. Después cuando me fui a la Jornada, en el 97, rápidamente entré al suplemento político Masiosare, eso me permitió recorrer el país y también conocer otros países.
¿Cuál crees que sea la función del periodista actual, uno al que le toca trabajar en medio de una fuerte mediatización y con la inmediatez que exigen las redes sociales?
Los periodistas todavía no terminamos de entender el impacto de las redes sociales y del Internet en nuestro trabajo, porque ha modificado todo. Ahora cualquier persona puede ser un medio de comunicación y eso modifica nuestra relación con las audiencias. Tenemos que hacer un nuevo pacto de relación con las audiencias, tenemos que aprender a escuchar, a entender que (ahora) cuentan con distintas formas de informarse y también hacerles entender que el periodismo requiere una profesionalización constante. No es una cosa que cualquiera puede ir y grabar y entender los fenómenos o los procesos que hay, en sus causas, en sus consecuencias. Necesitamos un nuevo pacto con la sociedad y aprender que en este mundo no sólo es la rapidez, la inmediatez, sino que, además, venimos de un periodismo en el que nos enseñaron en que lo anómalo es la nota, es decir, si el Sol sale 365 días y uno es el eclipse, el eclipse es la nota, pero no sabemos cómo contar los otros 364 días y eso sesga la realidad, porque si sólo contamos el eclipse, y parece que todo el año hay eclipse, pues distanciamos a la sociedad, y nos distanciamos de las cosas que necesita saber la sociedad. Estamos en ese aprendizaje. Vivimos un momento de cambios, nos encontramos en medio del huracán, necesitamos pensar y aprender a tener una nueva relación con las audiencias.
En qué momento crees que se encuentra el periodismo narrativo. Y cómo visualizas el que se hace en México.
Creo que justo en los 90, la emergencia también de la fundación Gabo en Colombia que ha tenido mucha influencia en el periodismo de América Latina, hubo un boom de cronistas o de nuevos cronistas, les decían los nuevos cronistas en América Latina y en México y de pronto parecía que todo se hacía crónica y que se entendía que la crónica no necesariamente tenía que tener información dura, lo cual es una equivocación, empezó a cambiar y de pronto se empezó a hacer periodismo de investigación, o periodismo de datos, que se concentró mucho en lo que llamamos el dato duro y no entendemos que las dos cosas ya no tendrían que estar tan separadas, es decir, el periodismo narrativo no tiene que acercarse a la ficción, el periodismo narrativo tiene que tener un elemento fundamental que es la no ficción, estar basado en hechos reales. Necesitas tener muchísima investigación y tienes que contarlo como un cuentito, como una historia. Porque un error del periodismo de investigación es que suele saturarte de datos y nunca terminar de contar una historia. El distanciamiento entre lo narrativo y la investigación es absurdo, tenemos que aprender a contar historias y respaldarlas con una buena investigación. Ese tendría que ser el presente y futuro del periodismo, que no sea narrativo o de investigación, sino que el periodismo tenga una buena narración y además este muy bien investigado.
Hay una frase que dice “Cuenta tu aldea y contarás el mundo”. Podría ser esa la idea central que abraza al periodismo realizas.
Sí puede ser, pero no necesariamente. A veces una historia como la de Damián Tercero, nos muestra un país, y nos muestra todas la capaz estructurales que hay de las distintas violencias que tenemos sobre miles de personas del país, en las que no nada más hay un responsable, no hay sólo un gobierno. El último paso fue la ejecución, o la burocracia para poder regresar el cuerpo a su casa, (pero) antes, hay una serie de violencias que obligan a estos jóvenes a salir de su casa que competen al gobierno estatal o a los gobiernos anteriores y también hay un olvido de la sociedad porque esta familia estuvo no sé cuantos meses en plantón en el Zócalo, visible para todos, y tampoco hubo una atención de los medios que todos los días acuden a cubrir la conferencia del Presidente y a 50 metros no ver la historia, mucho menos acompañarla ya después en el recorrido. Este tipo de cosas habla de omisiones de distintos sectores de la sociedad y creo que esa es una de las cosas más importantes que tenemos que reflexionar ¿Qué cosas tenemos que cambiar? No sólo exigir a los gobiernos, también exigir a las empresas, exigir a nuestra propia visión para entender todas las violencias que ejercemos en países como México en estas sociedades tan desiguales y tratar de que esa historia muestre muchas que hay en en el país.
Precisamente hace poco se anunció que la crónica a la que titulaste De vuelta a casa, mereció el Premio Nacional de Periodismo. La historia de Damián Genovez Tercero, que luego de ser ejecutado por militares su cuerpo vive una travesía para volver con los suyos. Cómo crees que este tipo de reconocimientos ayudan a desmontar, en este caso, las múltiples violencias que se viven en México.
No sería tan optimista de pensar que eso (el premio) lo desmonta, pero si creo que puede generar una mayor consciencia social de que son problemas multifactoriales que no dependen de la voluntad de una persona o de un gobierno o incluso de un ente o de un partido político. Porque justamente el caso de estos muchachos, muestra todas las violencias, de todos lo factores, de todos los sectores de la sociedad. Lo que si creo es que (la crónica) puede ayudar a generar empatía y provocar un entendimiento mucho más real de que no sólo sufrimos violencia, sino que también la ejercemos en nuestros distintos entornos.
Identifico que el periodismo independiente es el que más se arriesga a contar la verdad con más matices. ¿Ese es uno de sus rasgos fundamentales?
Sí, es difícil. El tema de independiente es muy difícil porque ¿uno es independiente de qué?, porque puedes ser independiente de la agenda gubernamental, puedes ser independiente incluso, se le llama periodismo independiente al que hacemos los periodistas fuera de los medios tradicionales que son medios de poderes económicos, de empresarios, puede ser entonces, independiente del gobierno, independiente de los empresarios, pero siempre necesitas algo de que vivir, entonces, por eso, mucho de este periodismo se hace, o se ha empezado a hacer por la vía de la cooperación internacional, o por lo menos es lo que muchos hacemos, algunos lo hacen con sus propios recursos, pero es lo mismo, cualquier área tiene una agenda. Es decir, cualquier grupo que ponga un dinero tiene una agenda y hay que estar, digamos, lidiando con esa agenda. ¿qué hemos hecho en caso de Pie de página? Tratar de tener una enorme diversidad de fuentes de ingresos, eso para que si en algún momento, algo interviene en tu línea editorial, pues tú fácilmente puedas decir, ‘no gracias, me quedo con estos otros’. Pero no es fácil mantener esa autonomía porque requiere mucho esfuerzo y conocimiento en áreas que los periodistas no tenemos en nuestra formación: desde administración, hasta herramientas tecnológicas para mantener la arquitectura digital de los sitios, también el trabajo de relaciones publicas. Empecé en Reforma, y un área era el periodismo y otra relaciones públicas y ni siquiera nos conocíamos, entonces debes aprender a hacer gestión de proyectos y una serie de términos para poder postular a proyectos, a Becas o cosas así, y eso es realmente agotador. La característica que yo veo de quienes ejercen el periodismo independiente, o del que está fuera de los esquemas tradicionales, es que tienen un enorme compromiso con el oficio.
¿Cuál sería tu diagnóstico sobre el periodismo que se hace actualmente?
Hay muy buen periodismo en México. Hay trabajos espectaculares, pero también creo que el buen periodismo es muy poco. La mayoría del periodismo en México está muy buracratizado, muy formado en una escuela ortodoxa, de un periodismo que ya no existe, de un periodismo que está instalado en las narrativas del siglo XIX que son estas que tenían cuatro temas de agenda que eran crímenes, tragedias, insólitos y guerras. Es un periodismo que no está proporcionando herramientas a la sociedad para que tome decisiones.
¿Cuáles, según tu óptica, son las nuevas maneras de contar las historias que revelan verdades?
Siempre he creído en la crónica. Y siempre este tipo de premios generan sentimientos encontrados porque la historia es muy terrible, yo preferiría no ganar premios y que no existieran esas historias, esa es la verdad, pero, una cosa que me alegra de este premio es que fue en crónica, antes, ya he ganado tres premios nacionales de periodismo, por otros géneros, pero a mí lo que más me gusta es la crónica, porque bien dice Caparros: es la forma más democrática del periodismo. El periodismo siempre se ocupa de las elites, de las fuentes que tienen poder y como fuentes de información y de la gente marginada, de la sociedad sólo se ocupa cuando ocurre una tragedia, sino se mueren no tienen forma de salir en el periódico, pero la crónica te permite contar esas historias.
Qué significa para ti ser una periodista de a pie
Andar en la calle, y tener siempre muchas dudas. No es que nunca haga trabajo de escritorio, creo que hay que estudiar mucho, el tiempo podría dividirlo en tres, uno, es estudiar previamente cada historia, luego estar en la calle, luego otra vez estar mucho tiempo tratando de narrarlo y escribirlo con algún sentido. Pero...esa parte de ir a la calle, que a veces se nos olvida, porque vivimos en sociedades en la que parece que todo te llega a tu teléfono celular, para mí es fundamental no quedarme con la historia de sólo el documento, el documento es necesario como punto de partida, pero para mí es importante ir a los lugares, caminar, hacer recorridos, sentarme a escuchar a la gente, eso es fundamental. Eso es el periodista de a pie, el que no se queda sólo con lo que dice el presidente en su conferencia en las mañanas, sino el que va y observa lo que le pasa a la gente.
¿Cómo piensas que se puede fortalecer al periodismo hecho en México?
Una cosa muy importante que parece fácil, pero no lo es, es el (hecho) de revalorizar lo que significa ser periodista. Porque a veces ni nosotros mismos valoramos lo que es el periodismo. En Pie de página, por ejemplo, siempre pagamos, y si no podemos, aunque sea poco, no aceptamos los trabajos, porque partimos de la idea de que si nosotros no valoramos que es un trabajo, entonces, ¿quién lo va a ser?. Es importante valorar lo que significa (ser periodista), entender la importancia que tiene, porque nos han ido quitando contenido político intelectual al trabajo, al menos, yo crecí en una escuela que te decía que no teníamos que pensar y sólo escribir como si fuéramos notarios que daban fe de lo que dicen otros y no, tenemos que estudiar, pensar y pensar mucho en las historias que queremos contar para que tengan sentido. Creo que depende de nosotros empezar a darle ese valor y ese sentido al trabajo que hacemos para lograr que tenga un mayor reconocimiento social y que así se muevan estructuras, es como una guerra muy de David contra Goliat, porque hay que ver estructuras del estado, estructuras de los medios, estructuras sociales que nos ven más como problema que como solución. Valoremos la importancia de ser periodistas y no pensemos que es lo mismo ser periodistas a ser director de comunicación social de una dependencia. Luego parece que hoy puedes ser periodista y mañana estar haciendo publicidad y no, el periodismo tiene una función social fundamental para el desarrollo de sociedades democráticas. Así como los maestros, los abogados o los médicos que tienen roles fundamentales, también, no podrían existir sociedades democráticas sin el periodismo.
Comentarios