Nuevos bríos en Casa la Morelos
Arquitectura

Nuevos bríos en Casa la Morelos

Eco en el renacer de sus mudéjares

Una casa de estilo morisco destaca sobre la avenida Morelos de Torreón. Marcada con el número 1340 ha recobrado su brillo tras ser restaurada en 2022. El edificio fue construido por Cesáreo Lumbreras en 1935 a petición del empresario agrícola Fernando Rincón. Además de su evidente estética, su arquitectura es un libro que narra una época de esplendor económico para La Laguna y resulta evidencia del cruce de culturas que se a su vez construyeron la región.

Este edificio se encuentra en una etapa de reactivación cultural. Recién se inauguró una exposición del artista Miguel Sifuentes y, en enero de 2023, el Centro de Artes del Norte (CAN) comenzará a impartir diplomados. Conocer la historia de este inmueble también es dirigir la vista hacia el futuro y reflexionar sobre qué utilidad podrían tener los edificios viejos que yacen abandonados en la región.

Un constructor artístico

En su investigación sobre la arquitectura mudéjar en La Laguna, el historiador Carlos Castañón encontró un artículo en El Siglo de Torreón donde se resalta el trabajo que el constructor Cesáreo Lumbreras realizaba en los años treinta. Este texto, que lleva por título Las construcciones de nuevos edificios, publicado el primero de enero de 1935, describe que Lumbreras fue factor fundamental para el hermoseamiento que Torreón había experimentado durante 1934.

En este mismo diario, por la pluma de Francisco Fernández Torres, se publicó el 24 de septiembre de 1981 el texto titulado Cesáreo Lumbreras, un constructor artístico. En este, se indica que Lumbreras nació el 25 de febrero de 1885, en Saltillo, Coahuila. Y en sus primeros años de mocedad, decidió ponerse a trabajar pues las oportunidades educativas de su tiempo sólo le permitieron aprender a leer y escribir.

Comenzó su carrera en la construcción siendo un simple peón de obras. Sin el título de arquitecto, se convirtió en un verdadero artesano de los materiales. Su genio fue nato, la garantía de sus creaciones se respaldaba en hechos más allá de planos y papeles. Constantemente consultaba libros de escultura y pintura para nutrirse de ideas. Demostró, sin proponérselo, que los grandes constructores también podrían surgir de un lugar fuera de las aulas en las facultades de arquitectura.

Fernández Torres narra que Lumbreras, atraído por el horizonte de progreso que ofrecía la Comarca Lagunera, llegó a Viesca en 1901. Allí se empleó para la construcción de la Casa Grande de don Severino Rodríguez. Entre la realización de ese y otros proyectos, se mantuvo en el pueblo durante un periodo de siete años.

Tras el brote revolucionario, Lumbreras regresó a Saltillo ya calificado como maestro de construcción. Logró perfeccionar sus dotes de contratista, calculando y construyendo las obras que le eran concesionadas. Rubén Herrera, figura del arte pictórico en México, le reconoció la calidad y el talento con el que lograba moldear sus trabajos.

Tiempo después, el licenciado Garza Farías lo llamó desde Torreón para que orquestara mejoras en su casa. Ya en la ciudad, don Nazario S. Ortiz Garza le encomendó la construcción de banquetas. Gracias a su habilidad, logró los recursos necesarios (incluyendo un importante apoyo económico de Domingo Ortiz Garza) para fundar una fábrica de mosaicos que instaló frente a la Alameda Zaragoza.

Lumbreras fue el genio constructor detrás de la Casa Zarzar (calle Acuña entre avenida Presidente Carranza y avenida Hidalgo), de la Alhambra (que se ubicaba en avenida Colón esquina con avenida Abasolo, demolida en 1985) y de la actual Plaza de Toros Torreón. Asimismo, el Hotel Galicia cuenta con su mano en los balcones, con el fin de tener varias provincias españolas y recuerdos reunidos. Lumbreras falleció en Ciudad Juárez, Chihuahua, el 18 de febrero de 1961, a los 76 años de edad.

Arquitectura

El trabajo que Lumbreras había logrado consolidar en los años treinta no pasó desapercibido por el empresario Fernando Rincón. Al ver las obras que el saltillense había efectuado en la Alhambra, la cual era propiedad de su primo Fernando Rodríguez, solicitó los servicios de Lumbreras para comenzar la construcción de su nueva residencia.

En 1935, sobre la avenida Morelos, al lado del Hotel Princesa (construcción de adobe edificada en 1906), Lumbreras comenzó a levantar el nuevo hogar de Fernando Rincón. A pesar de la crisis económica mundial de 1929, se trataba de una época de esplendor y bonanza para La Laguna y esa riqueza comenzó a encontrar espejo en las residencias de los empresarios.

El objetivo de Fernando Rincón era hacer una alegoría a la arquitectura mudéjar con la que creció en España, tomar un fragmento de su origen y reproducirlo en la tierra que lo consagró económicamente. Reflejó así las dos patrias que lo habían labrado a él mismo. Si el suelo lagunero le permitió progresar gracias al algodón, ahora le daba la oportunidad de albergar los cimientos de lo que años más tarde se convertiría en una casa histórica para la ciudad.

El nuevo hogar de Rincón se tonificó en músculos de ladrillo, con estilo orientalista y “toque árabe”, según describe Carlos Castañón. La arquitectura mudéjar dialoga en sus mosaicos de inspiración islámica, en su cornisa y otros detalles que le brindan brillo en el centro de Torreón, donde sólo un puñado de viejos edificios han logrado sobrevivir.

En su libro La Casa Mudéjar y otros orientalismos laguneros (Archivo Municipal de Torreón, 2020), Castañón escribe que en la casa de Fernando Rincón resaltan los ornamentos orgánicos en su fachada y rejas. Además, se da la presencia de una repetición de remates que fungen de adorno en la construcción.

De la casa también resaltan las ménsulas, sostenes del gran balcón que continúa con el patrón orgánico. El balcón y el pretil ondulados fueron retomados por Lumbreras del edificio de la Alhambra.

Nuevo proyecto

La casa de Fernando Rincón entró en un periodo de abandono e incluso corrió el peligro de ser demolida para convertirse en estacionamiento. Tras ser adquirida por la ciudadana Josie Iriarte Reynoard, el inmueble entró en un proceso de restauración. Los trabajos contaron con la asesoría del historiador Carlos Castañón.

Después, los artistas Alfredo Esparza Cárdenas y Susana Nava, así como el promotor cultural Elías Agüero, se acercaron con la señora Iriarte para proponer una serie de actividades culturales que podrían hacerse en la casa.

La misión de este proyecto es crear el nodo, el centro de producción creativa más importante del norte. Y también creo que esta propuesta cayó en buenos oídos de la señora Iriarte, porque su ideal desde el inicio era justo eso. Ella tenía visionado que esta casa tuviera ese enfoque artístico y cultural”, señaló Elías Agüero.

La propuesta visiona que Casa la Morelos se convierta en una iniciativa similar a lo que es Casa Lamm, en Ciudad de México, donde se ha instalado una institución que incluso cuenta ya con un sólido programa académico que incluye licenciaturas, maestrías y doctorados en materias del arte y la cultura.

El CAN será el primer proyecto académico de gran expectativa que sea albergado por Casa la Morelos. La idea es que la iniciativa se consolide y que el inmueble se convierta en un espacio multiusos, donde además de la escuela se cuente con talleres, áreas para proyecciones de cine e incluso un área de bebidas y alimentos.

El proyecto es una asociación entre la dueña y nosotros, en el cual se busca establecer este centro de arte, sino también rodearlo con otros elementos, asociados, socios o colaboradores creativos. Hemos platicado con personas que buscan hacer un estudio de animación digital, algo de fotografía, nos acercamos con gente que trabaja la plata”.

Parte fundamental del proyecto es la instauración de una galería de arte, como un gran paso hacia la profesionalización artística. Se subrayó que no sólo se busca que los artistas tengan acceso a la oferta educativa y a la difusión de sus trabajos, sino también que sean conscientes de los requisitos legales que exige su labor.

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