La torre de Gálata
Arquitectura

La torre de Gálata

Guardiana de un mundo antiguo

En su libro de memorias titulado Estambul. Ciudad y recuerdos, Orhan Pamuk, Premio Nobel de Literatura en 2006, describe una escena en la que desciende de un taxi en el puente de Gálata. Era marzo de 1972 y bajó por las escaleras para luego abordar un barco de vapor. Ese puente, construido originalmente de madera en 1845 y donde también pasó el poeta francés Théophile Gautier en 1853, cruza el estuario del Cuerno de Oro y une a los barrios Eminönü y Karaköy, las partes nueva y vieja de la Estambul europea.

El nombre antiguo de Karaköy es precisamente Gálata. La historia relata que el barrio fue una colonia de traficantes genoveses, quienes prosperaron en tiempos de los emperadores bizantinos, a tal grado grado de permitirles tener cierta autonomía, regirse por sus propias leyes y proteger su arrabal con fortificaciones, donde erigieron una gran torre en medio.

Un volumen denominado Europa pintoresca. Descripción general de viajes, publicado en 1882 por el sello catalán Montaner y Simón, cuya versión en línea se puede consultar gratuita gracias a la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL), narra que los genoveses pagaron el favor con traición, pues dejaron abandonaron el campo de batalla y dejaron el camino libre al sultán Mehmed II y a sus soldados turcos, en el gran sitio de Constantinopla de 1453, que duró ocho semanas.

El texto continúa la descripción sobre el barrio y acuña que su antigua torre es el principal recuerdo que se conserva de la colonia genovesa. En el siglo XIX, la torre Gálata, construida de mampostería en 1348, cuya solidez había “resistido mil tempestades”, era utilizada como observatorio para dar la alarma al estallar algún incendio. Antes de esta, habían existido otras torres de madera en la zona.

En sus inicios, el barrio tenía una agitada vida comercial y era la principal conexión entre el puerto y la torre. Abandonados a su destino, la mayoría de los edificios históricos se convirtieron en ruinas o fueron devorados por el moderno cemento. Por tal motivo, la torre es una especie de sobreviviente, un testigo de centurias e historias que rozan la frontera de lo increíble.

Una de esas historias se aproxima al año 1630. El historiador Evliya Çelebi escribe que Hezârfen Ahmed Çelebi, legendario aviador otomano, subió a lo alto de la torre de Gálata. Con la cabeza metida en las nubes, se colocó sus alas artificiales (no indica de qué material estaban hechas). Deseoso de saltar al vacío, abandonó la terraza de la torre y se entregó a los aires en un vuelo sin precedente. El hombre pájaro fue capaz de cruzar el estuario y aterrizar en la plaza Doğancılar, en Üsküdar, al otro lado del Bósforo.

Antes, empleando alas de águila, había practicado el acto durante ocho o nueve veces en el púlpito de Okmeydanı, barrio ubicado al norte del Cuerno de Oro. Durante el vuelo, fue observado por el sultán Murad IV desde la mansión de Sinan Pasha, en Sarayburnu. Sorprendido, el gobernante llamó al aviador, le concedió un saco de monedas de oro y lo exilió a Argelia, donde murió tiempo después.

Restauración y actualidad

A lo largo de su historia, la torre de Gálata ha ejercido distintos papeles. Gracias a sus 67 metros de altura fue empleada como faro, torre de vigilancia e incluso prisión. Su arquitectura incluye una mezcla de estilos romanos, genoveses y otomanos, algo que responde al carácter cosmopolita que Estambul, como la ciudad que une a Europa y Asia, ha ostentado desde que era conocida como Constantinopla.

Pero el tiempo hizo su jugada. Tras las guerras, incendios y tormentas, la estructura de la torre se fue deteriorando. En 1963, ante el peligro de un derrumbe, el ayuntamiento de Estambul llamó a salvar el inmueble mediante un proyecto de restauración. Las obras comenzaron en 1964.

El ingeniero Köksal Anadol encabezó el proyecto a partir de 1966. Lo acompañó su socio, Ersin Arıoğlu. El reto era complicado, pues adecuar un edificio de una época pasada siempre es más difícil que empezar un proyecto de cero. Lo primero que se retiró fueron las entrañas de madera para sustituirse con hormigón.

En total, la torre de Gálata cuenta con ocho pisos. Los cuatro primeros están conectados entre sí a través de una galería abovedada de ladrillo. En su estudio, Anadol y Arıoğlu concluyeron que la torre está compuesta por materiales de distintas épocas y culturas. Hasta los 13.2 metros de altura, se aprecia el material de la época genovesa y, a partir de los 17.7 metros, aparece el ladrillo con ornamentos otomanos. La línea entre estos dos tipos de arquitectura se debería a la reconstrucción de la torre tras el terremoto de 1509.

Su diámetro en la base es de 16.5 metros y, hasta el cuarto piso, sus paredes tienen un espesor de 3.75 metros. Más adelante, se adelgazan donde se ubicaba la antigua escalera de madera, que ascendía en caracol y que fue reemplazada por los actuales escalones de hormigón.

Anadol y Arıoğlu también encontraron que, además del terremoto de 1059, el único suceso registrado con daño significativo para la torre fue en 1453, cuando los turcos tomaron Constantinopla. Los daños y reparaciones de los siglos siguientes sólo afectaron a las partes altas de la misma.

Las obras de esta primera restauración terminaron el 28 de septiembre de 1967 y fueron inauguradas por el entonces alcalde de Estambul, Haşim İşcan. Su última remodelación se efectuó durante la pandemia de COVID-19 y tuvo una duración de tres meses.

En la actualidad, la torre de Gálata es un museo. Su colección incluye vasijas y utensilios antiguos, una gran maqueta de Estambul, las cadenas que los bizantinos colocaban en el Cuerno de Oro para que los barcos extranjeros no entraran a la ciudad, una galería fotográfica dedicada a Mustafá Kemal Atatürk, considerado el padre de la patria en Turquía, y un video interactivo que muestra el vuelo del aviador Hezârfen Ahmed Çelebi.

El proyecto de restauración habilitó un ascensor para subir hasta la parte más alta, aunque también es posible hacerlo empleando los escalones. Se instaló un bar y un restaurante en la cima, y se cuenta con una sala que apertura en las noches para albergar espectáculos.

Desde este mirador es posible observar, en un rango de 360 grados, la urbe milenaria de Estambul y sus célebres mezquitas, sus barrios, el mar de Mármara, así como el sol caer sobre las embarcaciones del Bósforo tras dejar un rastro rojizo en el cielo, en un paisaje que inspiró las novelas de Orhan Pamuk y los poemas de Orhan Veli Kanik.

Sitios especializados en turismo internacional, mencionan que las mejores épocas del año para visitar la torre son los periodos que van de abril a mayo, y de agosto a octubre. El horario del ahora museo se extiende de las 08:30 a las 23:00 horas, los siete días de la semana.

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