Escribió No contar todo, novela sobre el universo masculino de su estirpe. Y ya en el camino autobiográfico se arrancó del pecho Justo Antes del final, un libro de carga materna que narra la historia de la mujer de todo su origen.
Emiliano Monge es un escritor mexicano que no cree en la frontera entre la realidad y la ficción, por ello sus propuestas literarias son novedosas. Aunque, no niega que su última novela toma elementos de su historia personal, la estructura que utiliza nos da acceso a otras lecturas que nos permiten arar entre la memoria y la imaginación.
Narrada de manera cronológica, de los años 1947 al 2014, ciclo en el que su madre habitó la tierra, Justo Antes del final parece tener una estructura lineal en la que en apariencia no hay saltos, ni relieves, pero con el uso de un narrador en segunda persona, el autor nos mete a una especie de espiral donde se puede ir del pasado al futuro, sin habitar el presente, todo a través de los recuerdos y la memoria de otras voces. Lo anterior es hablar un poco de la forma, de cómo Emiliano Monge decide entregar este libro. No obstante, en cuanto al fondo, los temas centrales son: la enfermedad, la locura y la violencia machista, pero también la resiliencia, la voluntad, el autocuidado y el amor por los demás.
De menos a más, de lo invisible a lo visible, el personaje central se vuelve entrañable debido a la honestidad con la que se desdobla a través de las 423 páginas que al final resultan, también, un repaso por la Historia universal, de la cuál, el autor entresaca ciertos acontecimientos que abonan y embonan en la vida de una mujer que vio a los ojos a la locura.
Justo antes del final es el retrato narrativo que Emiliano Monge hace de su madre, un estallido que con con el uso de herramientas literarias logró encausar hasta la mirada de sus lectores.
¿Por qué decides realizar un retrato narrativo de tu madre?
Hace tiempo escribí un libro que se llama No contar todo, que trata sobre un abuelo, un padre y un hijo, también de corte autobiográfico, que tiene que ver con las violencias machistas y con el abandono, con el universo masculino. Siempre supe que era un proyecto de dos libros. Este que pertenecía al universo masculino y este otro que pertenecía al otro universo, que es el origen de mi vida, que en este caso es la protagonista, mi madre.
Supongo que este ejercicio literario fue una oportunidad para acceder al universo materno que quizá conocías sólo desde cierta superficie ¿cuál sería la lectura final que haces de tu madre a través de este libro?
Hay una serie de postulados o de ideas previas que tienen que ver con la historia y con la estructura y en el camino de la escritura eso se modifica tanto en la historia como la forma. Cuando me preguntan esto pienso que lo que descubrí o lo que fui encontrando de ese personaje o de esa madre, tiene que ver con lo que apareció en la novela sin que tuviera claro que iba a formar parte de ella y en ese sentido pensaría en el cuidado que tiene de sí misma o el cuidado que hace de nosotros (sus hijos) a lo largo de toda la novela, es, al mismo tiempo, una manera de poner el único camino que tenemos para descomponer los tejidos o los hilos que se rompen con las violencias, es decir, la violencia rompe el nudo entre el mundo emocional y el lenguaje, y la posibilidad de volver a conectar nuestro mundo emocional con el lenguaje tiene que ver con el cuidado, y el cuidado de los otros es uno de los temas fundamentales de la novela junto con la salud mental.
Pareciera que eliges contar la historia de una manera lineal, cronológica, dónde difícilmente puede haber saltos, sin embargo brincas, por medio del lenguaje, del pasado al futuro y das la sensación de que estamos en una especie de espiral, ¿Qué me puedes comentar al respecto?
Cuando escribo un libro para mí es muy importante la forma. Decidir antes de empezar a escribir, cómo lo voy a contar, creo que eso es al final la huella digital de un escritor, las formas que elige para escribir. Pienso mucho en las estructuras y después empiezo a hacer ensayos con las voces narrativas, me interesa crear tensión de lo que cuento en cómo lo cuento, que la historia que estoy contando que tiene que ver con la locura, que tiene que ver con esos estallidos, quería que se pudieran ver en la forma, pero también narrar una cosa que es la memoria y la incapacidad de la memoria de ser el suceso acontecido. La forma no sólo presenta como dices, una novela que pareciera ser una historia lineal como nos enseñaron en la primaria con las líneas del tiempo, porque la historia se enrolla en el momento en el que el narrador desaparece el presente y está trayendo al futuro algo que le contaron en el pasado, pero, además, su voz no está presente más que en muy pocos momentos, porque en realidad es un canal para otras voces, para las de las tías, los tíos, la de la propia madre y se contraponen con los recuerdos de la protagonista, con lo que sucedió o con los recuerdos de esas otras personas que son como envolturas, y luego, está ese otro universo que lo rodea todo, que es la Historia con mayúsculas, entonces, desde lo más delgado que tenemos que es una intimidad hasta lo más ancho que tenemos que es la realidad de voces que construyen la historia, en la novela se ve esa tensión con los temas que suceden en la vida de ella y los que suceden en el mundo. Estamos acostumbrados a la idea de que nuestra vida está marcada por el mundo y se nos olvida que el mundo también puede estar marcado por algo tan pequeño como lo es una vida. Eso es lo que le da, más o menos, forma a la estructura de esta novela.
En ese sentido ¿Por qué ligar la historia personal de tu madre con sucesos de la historia universal?
Porque toda la historia universal está compuesta de historias personales y todas las personales están de algún modo marcadas por esa historia universal. La novela cuenta cada año, pero en realidad es un recuerdo, no es el año y me gustaba la frontera entre lo que pasaba con ese recuerdo y lo que pasaba con los elementos de ese recuerdo en el mundo.
Tú mismo describes que este libro es de una sola carga, ni positiva, ni negativa, sino un libro de carga materna. Para ti ¿cuál crees que sea la necesidad actual de hacer literatura en torno a la figura de la madre?
La literatura nunca se va a poder separar de ciertos temas: la familia, la violencia, el duelo, son cosas que están ahí desde que la literatura apareció y se va a seguir escribiendo de eso. Primero no es lo mismo un libro sobre una mujer, o una madre que un libro sobre maternidad por ejemplo, son cosas distintas, no es lo mismo la autobiografía que la autoficción. En la autobiografía hay la construcción de una voz, un narrador que media la historia entre el lector y el escritor. La autoficción a veces elimina a esa figura del narrador. Creo que actualmente hay una explosión de autoficción, no solamente de un tema en particular sino de varios temas, digamos, que tienen que ver con la autoficción. Ahora ¿por qué? Eso no lo sé, es interesante, las épocas se llenan de ciertos temas, pero hay temas de los que no se puede separar la literatura, si uno piensa en la Ilíada, precisamente esos son los temas que aborda: la familia, el duelo, la muerte, la violencia, y de ahí para el real no hemos dejado de escribir de ciertos temas. Creo que, también, tiene que ver con el asunto de la orfandad en México, y no sólo hablo de orfandad de literal de la madre, sino orfandad como colectivo, como sociedad, como personas, es decir México se a vuelto un país completamente huérfano, y en ese sentido creo que estamos buscando respuestas. En la novela el narrador habla en segunda persona, y eso le deja espacio al lector, porque se puede tratar de la madre de cualquiera, creo que se le da mucho peso al hecho de que es autobiográfico y que es mi madre, pero en realidad no es la historia de una madre es la historia de una mujer antes de ser madre, después de ser madre, a pesar de ser madre que vivió en una época.
En uno de sus poemas, Elvira Hernández escribe: “en la raíz de todo está mi madre”. Actualmente y después de escribir el libro ¿dónde ubicas tú a tu madre?
En la raíz de todo, como dice Elvira Hernández. Y no quiere decir que se haya acabado, yo he escrito de mi madre muchas veces más, de otras formas y he escrito de un modo que tiene que ver con esa raíz y es una parábola haber escrito ese libro, es una de las huellas que me marcan. La huella de ella está ahí.
Para tu madre, tu padre era “el caos que podía controlar”, pudieras decir que en tu caso, la literatura, es para ti, tu caos domesticado.
Creo que eso es parte de la novela, por eso también en la parte del mundo se habla tanto sobre la locura y sobre las diferentes formas de trabajar con ella, si uno lo piensa realmente cuál es la diferencia entre el loco y artista y cuando hablo de artista digo músico, escultor, pintor, escritor lo que tú quieras, artista es quien genera una metáfora que después va alimentando, la va moldeando, la va construyendo, la va haciendo crecer crecer crecer crecer, pero la verdad siempre va teniendo posesión de ella siempre desde fuera. La puede ver, pero todo parte del estallido de una metáfora. Y la locura es exactamente lo mismo el estallido de una metáfora que también se va alimentando y también va creciendo, lo que pasa es que el ojo se queda dentro, no consigue verla desde afuera no sabe que tiene una metáfora, pero el procedimiento, la gestación, la generación de la metáfora es lo mismo y es el estallido de un caos, que después hay que ir conteniendo. Cuando, seguramente los sabrás, cuando alguien, un artista, un escritor, por ejemplo, tiene por primera vez la idea de algo que puede convertirse en un libro en un relato, una novela, lo que sea es un estallido, pero eso va hacia todos lados, que eso se pueda convertir realmente en literatura es tratar de contenerlo y de encauzar, de ponerlo en un río, de que se vuelva un río narrativo y es la contención o el control, el encauzamiento de un caos, eso es la literatura. Ahora yo creo que uno puede pensar si medio pudo o no domarlo en cada ejercicio en cada texto, pero el siguiente texto va a volver a partir desde ese estallido. Tienes que enfrentar al caos absoluto. Y a mí lo que me interesa es enfrentarse siempre con herramientas diferentes, no repetir nunca el uso de herramientas, por eso escrito sobre una madre, por eso escrito sobre una genealogía masculina, por eso escrito sobre migrantes, me interesa que el siguiente caos tenga reglas distintas.
La locura es uno de los temas centrales de tu novela, y uno que querías fuera abordado con insistencia por tu madre que te pronunció que: “la locura no se habla, no se agarra así como así como si fuera una cosa, no es algo que se pueda ver a contraluz”. Después de escribir Justo antes de final ¿Cómo observas esa perturbación de la salud mental?
Es un tema de la novela porque es un tema en la vida de mi familia y te diría que aunque, creo, se volvió clara para mí, en algunos aspectos, la presencia sigue. Por eso se dice lo que tú citabas, no es bastante inaprensible. Que a veces pareciera que la locura es algo que sucede así, rápido. Y en realidad es algo que se va construyendo poco a poco, porque se va gestando poco a poco. Y que hay un momento en el que se rompe, y eso sí es lo que puede suceder de pronto, y también puede ser que no ceda y que la construcción de eso, de la gestación te acompañe siempre y le ganes muriéndote antes. Hay una sensación de que por lo menos para mí y creo que para otras personas en mi familia la locura es una especie de vórtice, que te acompaña, que va en el hombro junto a ti y a veces está ahí. La suerte es saber que está ahí, tener la conciencia de que está ahí, quizás sea el mejor camino para mantenerla a raya, y es un poco lo que hacen los personajes de la novela y un poco lo que lo que yo trato de hacer, y aún así sigo siendo muy torpe, sigo siendo incapaz de encontrar una manera mejor de relacionarme con las personas que han logrado que han terminado por deslizarse en la locura.
Otra de las cosas que me llamaron la atención es cómo manejas las fronteras de la realidad y la ficción. ¿Cómo trabajaste eso?
La literatura, en todo el mundo, pero sobre todo en Latinoamérica, está cada vez más cerca del triunfo de dejar de preguntarnos qué es ficción y que no, obviamente no en el periodismo, en temas académicos, en ensayo, quizá, pero en la literatura cada vez es menos importante. Porque, en el fondo, esa frontera la hemos inventado. Cuando uno recuerda ya no es el suceso, el suceso acontece una vez y recordar es reconstruir, y cuando uno vuelve a recordar, ya no recuerda el asunto, recuerda el recuerdo del asunto, después el recuerdo, del recuerdo, del asunto y así te alejas cada vez más y lo que te va poniendo distancia es el territorio de la memoria, que va siendo colonizado por la imaginación, el territorio del hecho es colonizado por el de la ficción, digamos que es igual lo que sucede con la imaginación en sentido opuesto. La primera vez que imaginas algo es la única vez, la siguiente vez vas a recordar lo imaginado, además que vas a seguir alimentando la imaginación va a empezar a ser colonizado por el recuerdo y después vas a imaginarlo imaginado que de lo imaginado que va a ser la colonización todavía mayor de permitir que eso se engulle de memoria. ¿Qué tanto importa la frontera entre la realidad y la ficción? a mí no me interesa y en esta novela menos.
Por último, ¿Este libro fue una forma de visibilizar a una mujer que muchos años sintió que era invisible? O ¿cuál buscaste fuera su efecto único?
No, yo creo que ella se visibilizó a sí misma, es mujer que fue invisible mucho tiempo supo hacerse visible, ella, claramente, no tenía la necesidad de este libro. Más bien lo que yo quería hacer es lo que se hace cuando se escribe un libro, sacarse adentro una historia que no te permite más que escribir. La literatura es: o agarrar algo de afuera y meterlo para que se revuelque en ti para poder ser, o es algo que está adentro que necesitas sacar para que pueda ser y al final los escritores podemos decir mil cosas con respecto a por qué se escribió el libro, pero la verdad los libros son escritos por que no hay de otra, porque para escribir el siguiente tienes que escribir el primero y ese es el único motivo del por qué uno escribe.
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