Una medalla para Lilus
Opinión

Una medalla para Lilus

Una medalla para Lilus

La finalidad de la vida no es prosperar sino transformarse.

Elena Poniatowska

Lilus va al centro de la ciudad. Trajo conchas del mar y tiene cuentas de mil colores. Se hará un collar. Va a comprar un hilo largo para ensartarlas. Se lo pondrá en el cuello, en la cintura, tejido en sus trenzas, amarrado en una pierna… Pero la ataja una manifestación. ¡Chole! ¿Por qué no dejan el mismo presidente y así se quitan de líos? Pero no. Es una manifestación de Siete Machos, y uno de ellos está gritando: “LA VOLUNTAD DEL PUEBLO… EL FUTURO DE MÉXICO, NUESTROS RECURSOS NATURALES… EL BIENESTAR…” Y Lilus piensa en el pueblo… ¿En dónde está? El pueblo anda vendiendo billetes de lotería, allá por Madero y San Juan de Letrán, comprando pulque en la Colonia de los Doctores y prendiendo veladoras en la Villa de Guadalupe. Lilus no es muy patriota, y lo sabe. En la escuela hay unos que pegan propaganda y otros que la despegan. Según eso, hay mucho mérito en pegar y despegar.

Lilus se limitó a preguntarle a uno de la secundaria con qué pegaban la propaganda, y él contestó: “Con la lengua babosa”. Lilus se cuela entre los Siete Machos. Unos oyen con cara de ¡Salvemos a México! y sudan mucho. Son los hombres de buena voluntad. Otros están parados allí para ver qué pasa. Son los hombres de voluntad dividida. Además hay mujeres. Unas gordas y otras flacas, que saben mucho de Leyes, es decir, de braceros, de refugiados y del Chacal de Peralvillo. Discuten entre ellas. Comentan: “Ay, que horrible horror!” “Fíjese Doña Rurris, con esos hombres que son tan imita monos. Lo que hace la mano hace la tras”. “Anoche le vi cara de chacal a mi marido”.

Doña Felipa, que barbaridad” Respecto a los refugiados su veredicto es que vayan a los steits porque lo que es aquí… De pronto, una ola de movimiento sacude la manifestación. Todos comienzan a hablar más fuerte. Hay unos cuantos gritos y a Lilus se le ocurre gritar también: “¡Que viva don Cástulo Ratón!” ¡Y pum, pas pum! Que le aceleran un guamazo por detrás.

Algunos de los Siete Machos levantan del suelo a una Lilus Kikus, tiesa pero patriota. Una hora después, en el juzgado, le toman la declaración a Lilus, que algo mustia contesta con voz temblosa: “Pues al ver que los del colegio habían pegado tantos carteles, pensé que lo menos que podía yo hacer era pegar un gritito”. Lilus se marcha a su casa, y por el camino se le ocurre que si le hubieran pegado más fuerte, a lo mejor la mandan al hospital. Don Cástulo Ratón habría ido entonces a visitarla en un coche negro para ofrecerle la medalla “Virtuti Lilus Kikus”. Los periódicos publicarían “Lilus Kikus seduce al pueblo”. Y en la sección de sociales: “La guapa Lilus Kikus, luciendo un precioso vestido defendió horrores a su partido. Se ve que lo ama en cantidades industriales…

Pacientísimo lector, lectora, acabo de transcribir para usted Las Elecciones; uno de los cuentos que integran la primera obra de la multipremiada Elena Poniatowska, quien recientemente recibió, no la medalla Virtuti que imaginó en su cuento sino la máxima condecoración que los Estados Unidos Mexicanos otorga a sus ciudadanos: la medalla Belisario Domínguez.

Quise rescatar este cuento que además de relatar sueños y fantasías de la joven Elena, es claramente premonitorio y porque ya desde 1973 en que se publicó Lilus Kikus, delata la retórica de frases repetidas ad nauseam por los charlatanes que hacen politiquería: LA VOLUNTAD DEL PUEBLO, EL BIENESTAR… NUESTROS RECURSOS NATURALES.

Y termino con una frase de Elena Poniatowska que me parece oportuna: Pero, claro, existe el sagrado derecho de ser tan mediocre o tan pendejo como se quiera o como se pueda y esto independientemente de todos los éxitos o las glorias aparentes.

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