Venecia presentó la XVIII Bienal de Arquitectura, ideada como un laboratorio sobre los cambios futuros del hábitat humano y en el que España y Latinoamérica darán su visión, centrada en la sostenibilidad y la protección de recursos naturales.
La Bienal, abierta al público desde el pasado 20 de mayo hasta el 26 de noviembre, se titula The laboratory of future (Laboratorio del futuro) y su organización ha sido encargada a la arquitecta y británica de origen ghanés Lesley Lokko.
Un total de 64 países, entre estos España, Argentina, Panamá, México, Perú, Uruguay, Venezuela, Chile y Brasil, abrirán sus pabellones para reflexionar sobre los lugares en los que habitarán los humanos del futuro, acerca de los cambios que adoptarán sus casas o del modo en que mutará su relación con el entorno.
COMPLETAR LA HISTORIA
Esta edición “por primera vez” se centrará en África, con casi la mitad de los pabellones abiertos por países de ese continente o por su diáspora intelectual, con una intención bien precisa: “completar” la historia de la arquitectura con puntos de vista de todo el planeta.
“A menudo se define la cultura como un compendio de historias que nos contamos a nosotros mismos, sobre nosotros mismos. Aunque sea verdad, lo que se escapa de esa afirmación es lo que representamos con el ‘nosotros’”, cuestiona Lokko en su nota de presentación.
Precisamente, alega, en la arquitectura “la voz dominante ha sido históricamente singular y exclusiva y su poder ha ignorado vastas franjas de humanidad” desde el punto de vista financiero, creativo y conceptual, como si fuera “una única lengua”.
“La historia de la arquitectura está por lo tanto incompleta. No equivocada, pero sí incompleta”, refirió Lokko. Por eso, debutan países como Níger o Panamá. Además se ha logrado la paridad de género entre los organizadores de los pabellones, la edad media de los arquitectos es de 43 años y casi la mitad de ellos proviene de estudios pequeños.
El evento, que se alterna cada año con el de Arte, mantendrá la exclusión de Rusia por invadir a Ucrania, un país ausente desde 2014, y además acogerá hasta su término un sinfín de actividades paralelas, como el evento del Istitut Ramon Llull de Cataluña.
Image: EFE
PAPEL LATINOAMERICANO
La Bienal cuenta con ocho propuestas llegadas de América Latina.
El pabellón de Argentina, creado por el arquitecto Diego Arraigada, ahonda en “el futuro del agua” y el impacto que la reserva del líquido elemento tendrá en las ciudades.
Esta preocupación también goteará en el recién estrenado pabellón de Panamá, que acogerá el proyecto Stories from beneath the water (Historias bajo el agua).
México, por su parte, propone una “infraestructura utópica: la cancha de básquetbol campesina”, un ágora de investigación y debate más que presente en las ciudades y pueblos de todo el mundo.
Perú abre la instalación Walkers in Amazonia: The calendar project (Caminantes en la Amazonia: El proyecto calendario) con el objetivo de “inspirar y provocar preguntas” sobre el urbanismo y la planificación que protejan la selva andina.
Por otro lado, el pabellón de Uruguay acoge la muestra En Ópera: Escenarios futuros de una joven Ley Forestal para exponer la legislación de este país como un “laboratorio de futuros en madera”.
También habrá un pabellón de Venezuela titulado Universidad Central de Venezuela, Patrimonio de la Humanidad en recuperación. Ciudad Universitaria de Caracas.
Chile, por su parte, lleva el proyecto Ecologías en movimiento ideado por el arquitecto, investigador y académico Gonzalo Carrasco sobre el influjo de la construcción de la Quinta Normal de Santiago.
Mientras que el pabellón de Brasil lleva un título más prosaico: Terra, para reflexionar sobre el pasado, presente y futuro del país con la tierra como poético centro de discusión.
PROPUESTA IBÉRICA
La agricultura surgió hace doce mil años, sin embargo su evolución acabó escondiendo de las ciudades su logística, las factorías que llevan la comida al plato, un fenómeno analizado en el Pabellón de España para sembrar el debate e imaginar futuros.
The Laboratory of the Future. Imagen: EFE
“Esta es una exploración a través de las estructuras que visibilizan los sistemas de producción y consumo de alimentos”, explica el arquitecto Eduardo Castillo-Vinuesa, junto a Manuel Ocaña, comisario del pabellón español.
Para ambos era muy importante poner de manifiesto una serie de arquitecturas “a las que nunca prestamos atención”. Alega: se trata del paisaje “agroarquitectónico” español, es decir, las factorías, los grandes polígonos industriales o los establos que nos nutren.
Son lugares “invisibilizados que, según el arquitecto, “no sabemos ni que existen, pero sin los cuales nuestra vida diaria sería completamente imposible” y a los que hay que prestar atención en pos de su futura sostenibilidad en medio de una crisis climática.
Castillo-Vinuesa, sentado en la mesa central del pabellón, explica que este debate era necesario, máxime en estos momentos en los que se habla tanto de energía y medio ambiente.
“La comida paradójicamente aparece en un segundo plano y sin embargo la forma en la que producimos, distribuimos y consumimos es uno de los procesos antropogénicos que más modifica la superficie del planeta”, sostuvo.
La idea surgió para destacar este “sustrato”, el de los edificios en los que se fragua el sistema de producción, porque detrás de la comida hay un fondo “arquitectónico”.
No obstante, esto muchas veces se ignora. Una parte de FOODSCAPES surgió durante un viaje de este arquitecto a Perú, en una visita a Machu Picchu. “Si te das cuenta, alrededor de la ciudadela hay campos de cultivo que no se ven, ocultados”, recuerda.
De este modo el pabellón español ofrece al visitante “un viaje por las arquitecturas que nos alimentan, desde los laboratorios domésticos de nuestras cocinas hasta los vastos paisajes operativos que nutren nuestras ciudades”, es decir, los polígonos industriales.
La exposición tiene tres elementos principales. En primer lugar, la proyección de cinco cortometrajes que recorren los paisajes de la alimentación de España, vista como un motor alimentario de toda la Unión Europea (UE) por sus cultivos y ganados.
FOODSCAPES. Imagen: EFE
Elaborados por cinco estudios distintos, uno muestra el trabajo sin descanso de los jornaleros bajo los invernaderos de plástico; otro trata del cultivo del arroz; un tercero se centra en la necesidad del frío industrial en la medida que el calor aumenta en la producción agrícola, y el último muestra “la digestión”, el deshecho de los alimentos que acaban en la basura.
Por otro lado, el Pabellón de España presenta un archivo sobre estas estructuras en forma de recetario para recordar que tras una deliciosa copa de vino hay una vendimia, trabajo a destajo, producción de cristal o corcho y una rutina de plantación.
Hasta que acabe la Bienal el próximo 26 de noviembre, este espacio brindará un rico programa público de conversaciones, debates e investigación colectiva para intercambiar conocimientos en este aspecto.
El Pabellón de España está organizado por el gobierno a través de la Dirección General de Agenda Urbana y Arquitectura del Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, Acción Cultural Española (AC/E) y la Agenda Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID).
Para el programa de debates, contará con la colaboración de TBA21 Thyssen-Bornemisza Art Contemporary, una fundación internacional líder en el arte y la promoción creada en 2002 y con sede en Madrid, donde colabora con el Museo Nacional Thyssen-Bonermisza.
Así como con el apoyo de la Fundación Europea para el Clima (ECF), una gran iniciativa filantrópica cuya misión es contribuir a hacer frente a la crisis climática al fomentar el camino hacia el final de las emisiones netas a escala nacional, europea y mundial.
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