María Gimeno, performance contra el olvido
Arte

María Gimeno, performance contra el olvido

Reclamar el papel de la mujer en la historia del arte

La historia del arte, del académico austriaco Ernst Hans Gombrich, se ha mantenido como un libro pilar para los estudios artísticos que acontecen en las universidades. A través de casi 700 páginas, el autor hace un extenso recorrido: zarpa desde la prehistoria, habla de civilizaciones antiguas como Egipto, Mesopotamia, Creta o Grecia, observa a Roma, dirige miradas hacia Oriente, enfoca su vista en Europa por diferentes etapas, indaga en la influencia de la Iglesia, en la ruptura entre tradiciones, se instala en la revolución de ideas, habla del arte experimental, de las vanguardias, describe los principales pintores y escultores. A pesar de su monumentalidad, el volumen presenta un hueco ignorado durante años: no incluye artistas mujeres.

La creadora española María Gimeno tenía 21 años de edad cuando leyó por primera vez el libro de Gombrich. Entonces estudiaba en la universidad, su fin era formarse como artista. Estacionar su mirada frente a ese volumen le sacudió, sintió fascinación. No obstante, más tarde se percataría de la ausencia femenina gracias a la crítica que hacen Griselda Pollock y Rozsika Parker en el libro Old mistresses, art and ideology. ¿Por qué las mujeres habían sido ignoradas por Gombrich? Leer a autoras inglesas que cuestionan cómo los historiadores del arte del siglo XX prescinden de mujeres artistas, le resultó una especie de bofetón. Habría que reescribir la historia, acudir a tijeras, recortala y pegarla con retazos de una verdad silenciada.

Así decidió diseñar el performance titulado Queridas viejas, mismo que presentó a finales de abril en el Museo Kaluz de Ciudad de México, en el marco de la exposición (Re) Generando… Narrativas e imaginario. Mujeres en diálogo. Fue la primera vez que la obra se realizó en el país.

AUTORA

María Gimeno es una artista multidisciplinaria nacida en Zamora, España, en 1970. Actualmente trabaja y reside en Madrid. Se licenció en la Facultad de Bellas Artes adscrita a la Universidad Complutense, en 1996. Su creación se abre en un abanico de diferentes técnicas y formatos: instalación, performance y escultura le sirven de medio para transmitir sus mensajes.

Sus proyectos poseen un hilo feminista cuya misión consiste en reescribir la historia y los espacios temporales donde la mujer ha sido olvidada. María es cercana a lo autorreferencial, habla de la situación femenina en el siglo XXI y el compromiso que se asume al momento de ser artista.

Imagen: Museo Kaluz

También ha declarado que comenzó en el performance debido a una necesidad de accionar sus obras: las piezas deberían moverse, transitar, provocar, invitar al diálogo, retar a la artista para emplear su actividad física. No suele ensayar, prefiere que la conexión con el espectador se produzca en el instante, que estalle su potencia.

LA OBRA

En el marco de la presentación de Queridas viejas en México, Siglo Nuevo conversó con María Gimeno sobre el discurso que enmarca su proyecto. El performance se ejecutó por primera vez en el Museo Nacional del Prado de Madrid, en 2019, y ha continuado sus presentaciones en otras instituciones como el Instituto Cervantes de la Academia de Bellas Artes de Nápoles o el Museo de Arte Contemporáneo de Alicante. Cabe resaltar que esta obra fue reconocida con el Premio MAV 2020 que otorga la asociación Mujeres en las Artes Visuales.

En el acto, la artista aparece vestida con saco y corbata. La escenografía comprende un escritorio sobre el cual yace un ejemplar de La historia del arte de Gombrich. María se dirige al público, comparte su relación con este libro y cómo se percató de la ausencia de mujeres. Luego, desenvaina un cuchillo, se decide a subsanar el error. Abre el libro, repasa capítulo por capítulo, disecciona e introduce esas páginas olvidadas por el historiador.

Queridas viejas trata de sumar, de engordar el libro. El cuchillo es un elemento muy importante. El libro es un vehículo y una representación del canon”.

María no duda en compartir que se trata de un tema muy personal, porque quería encontrar a las artistas dentro de ese volumen. El libro le sirve como vehículo para hablar de un sistema que excluye a las mujeres. Eligió el cuchillo por ser una herramienta rutinaria y, aunque también puede ser un arma, la artista lo muestra como ese utensilio de cocina cuya principal función es alimentar.

“Creo que reivindicar a las mujeres, aunque sea con mi performance en el ámbito del arte, es fundamental, porque las mujeres necesitamos que se nos respete ”.

Durante su puesta en escena que adopta el formato de una conferencia, una cámara colocada en la lámpara captura las disecciones del libro para proyectarlas sobre el muro. María se cuestiona si las primeras pinturas rupestres fueron pintadas por mujeres. Luego acude al capítulo de la Edad Media, para introducir a quien se considera la primera pintora europea: Ende, la ilustradora del antiguo libro El Beato de Gerona, uno de los manuscritos más valiosos que se conservan del siglo X.

María Gimeno en su performance titulado Queridas viejas, que presentó a finales de abril en el Museo Kaluz de Ciudad de México, en el marco de la exposición (Re) Generando… Narrativas e imaginario. Mujeres en diálogo. Imagen: Museo Kaluz

Otro corte se da en el barroco italiano. Gimeno llama a Artemisa Gentileschi. Dice que si el barroco no se puede entender sin Caravaggio, tampoco se puede abordar sin ella. Aparece también Clara Peeters, pintora belga conocida por autorretratarse en los reflejos.

“Yo creo que una manera de hacer que se nos respete es que se entienda nuestro pasado y nuestra historia, de lo que somos y hemos sido capaces, y también difuminar un poco esa visión de la mujer como domesticada, metida en casa y dedicada exclusivamente a su familia, a los hijos y al servicio de los demás”.

La artista asegura que el performance se ha modificado en el transcurso de los últimos cuatro años, sobre todo al momento de acoplarse a los espacios, simplificando aspectos y enriqueciendo otros. Enfatiza que siempre suma a más mujeres artistas. Hace poco estuvo en Italia y fue la primera ocasión en que Queridas viejas se realizó en dos idiomas.

Para la presentación en México, Gimeno incluyó a la fotógrafa mexicana Lola Álvarez Bravo, una de las artistas más prolíficas del siglo XX, lo cual le provocó ilusión porque no la había empleado antes. El performace, más que cambiar, se enriquece con cada función dada.

Así mismo, el hecho de estar en contacto con las culturas precolombinas le insta a otra reflexión, a otras ausencias en el desglose de la historia occidental del arte.

“Hay algo que me preocupa: es que realmente es la historia del arte en Europa. Y el otro día cuando visitaba el Museo Nacional de Antropología (en Ciudad de México), te das cuenta de que vuestra historia es otra, es muy distinta. Y bueno, te sorprende que este libro (el de Gombrich) no contempla para nada la historia de tantos otros lugares. Y en ese sentido, me siento un poco incómoda, he de confesar, al presentar la historia del arte en Europa, porque creo que faltarían capítulos en el libro. No sólo páginas de mujeres, faltarían también capítulos dedicados a otros continentes, a otras culturas, a otras civilizaciones”.

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