Enfermedad inflamatoria intestinal
Salud

Enfermedad inflamatoria intestinal

Dolencia que afecta la vida laboral y académica

Dividida en las variantes de enfermedad de Crohn (EC) y colitis ulcerosa (CU), la enfermedad inflamatoria intestinal (EII) provoca en los pacientes episodios de diarrea, dolor abdominal, sangrado del recto, pérdida de peso, fiebre y fatiga. También puede ir acompañada de manifestaciones extraintestinales como afectaciones en ojos, articulaciones o piel.

La condición suele alcanzar su máxima incidencia en la edad adulta joven, en un rango de los 14 a los 24 años. No obstante, se estima que entre el 10 y 15 por ciento de las personas con diagnóstico reciente tienen 60 años o más. Esta realidad estima el cálculo de que en la próxima década la mayoría de quienes tengan este padecimiento serán adultos mayores.

En la actualidad afecta a más de cinco millones de pacientes alrededor del mundo, 40 mil de ellos en México.

El doctor Manuel Alejandro Martínez Vázquez, especialista en Medicina Interna, Gastroenterología y Endoscopía por la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL), indicó en entrevista que se desconoce el origen de esta enfermedad, pero se sabe que es hereditaria y tiene recurrencia en personas de ascendencia norte-europea y anglosajona. Además, los familiares de primer grado (que incluyen madre, padre, hermanos, etcétera) de las personas que padecen esta enfermedad, tienen de cuatro a veinte veces mayor riesgo de desarrollarla. La estadística también indica que la tendencia entre familiares es mayor en la enfermedad de Crohn que en la colitis ulcerosa.

Martínez Vázquez es una voz autorizada para hablar del tema al ser miembro del Sistema Nacional de Investigadores (SNI), profesor en la cátedra de Gastroenterología en la Escuela Nacional de Medicina del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM), miembro internacional del American Collegue of Gastroenterology, la European Society of Crohn’s and Colitis, el Colegio de Medicina Interna de México, la Asociación Mexicana de Gastroenterología y la Asociación Mexicana de Génetica Médica.

Dr. Manuel Alejandro Martínez Vázquez. Imagen: Cortesía

Añadió que la enfermedad puede tener consecuencias en el paciente como bajo desempeño en la escuela o el trabajo, ida constante a sanitarios y, en casos graves, ausentismo educativo o laboral por hospitalización.

En un estudio realizado sobre el padecimiento, el 47 por ciento de los pacientes indicaron que la enfermedad inflamatoria intestinal condiciona el trabajo que desempeñan. El 20.3 por ciento ha tenido que rechazar un puesto laboral, 14.7 por ciento ha perdido una oportunidad de trabajo y el 11.5 por ciento ha sufrido el desempleo hasta por cinco años. Respecto a los estudiantes, el 19.4 por ciento ha enfrentado problemas académicos por la presencia de la enfermedad.

DIAGNÓSTICO

Para emitir un diagnóstico sobre esta condición, el médico debe excluir, en primera instancia, otras posibles causas de inflamación del intestino (infecciones por parásitos o bacterias). Para esto se realizarán varias pruebas, entre las que destaca el análisis de sangre y heces, así como la endoscopía con biopsia del tejido.

En la primera prueba se observan a detalle muestras de heces para detectar señales de infección bacteriana o parasitaria que, por ejemplo, pudo haberse adquirido durante algún viaje realizado recientemente.

Mientras que durante la endoscopía, que consiste en explorar el tubo digestivo con un tubo de visualización, se toman muestras de esa zona para luego examinarlas y descartar otros padecimientos como la colitis (inflamación del colón) o la inflamación de la íleon (parte última del intestino delgado).

TRATAMIENTO

Aunque no existe una cura, para paliar la enfermedad inflamatoria intestinal se recomienda la ingesta de fármacos o sustancias, una dieta adecuada, gestión del estrés y, cuando es necesario, intervención quirúrgica.

Aunque esta condición no tiene cura, los fármacos para reducir la inflamación, el manejo del estrés y una dieta baja en hidratos de carbono pueden paliar el malestar de quienes la padecen. Imagen: AdobeStock

Los fármacos empleados para reducir la inflamación intestinal en ambas variantes (enfermedad de Crohn y colitis ulcerosa) incluyen antidiarreicos (difenoxilato, loperamida, tintura de opio alcanforada y codeína), aminosalicilatos (mesalazina, olsalazina y balsalazida), corticoesteroides (metilprednisolona y budesonida), inmunomoduladores (aziatoprina, mercaptopurina, metotrexato, ciclosporina y tacrolimus) y biológicos (infliximab, adalimumab, certolizumab y vedolizumab).

Como precaución, las mujeres pacientes que tengan la enfermedad y no consuman fármacos inmunomoduladores, deben someterse a una prueba de cáncer uterino (papanicolau) cada tres años. Quienes sí ingieran estos medicamentos, deben hacer lo propio cada año.

Aquellos pacientes que tomen un fármaco inmunomodulador o un agente biológico, deben someterse a pruebas anuales de cribado para el cáncer de piel, así como usar bloqueador solar y ropa protectora. Mientras que las personas con riesgo de osteoporosis acudirán a pruebas de desitometría ósea.

Así mismo, se recomienda llevar una dieta que contemple la estricta restricción de hidratos de carbono. Otro consejo de los médicos es acudir a técnicas de manejo de estrés para ayudarse a llevar de por vida esta enfermedad crónica.

Cabe señalar que cada 19 de mayo, en 40 países alrededor del globo, se conmemora el Día Internacional de la Enfermedad Inflamatoria Intestinal, con el objetivo de crear conciencia y dar paso a nuevas investigaciones sobre el padecimiento.

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