Cuando se piensa en Rosalía, algunos símbolos vienen a la mente: mariposas, motocicleta y casco, el color rojo, lentes de sol y ropa de cuero. La imagen de la cantante española, construida íntegramente alrededor de quien es en realidad, se ha diseñado a detalle para convertirse en el gran fenómeno musical y cultural que es actualmente.
Su música, su estilo y redes sociales (elementos importantes que la han ayudado a desarrollar su concepto) están basados en lo que le inspira, gusta y vive en el día a día.
Es verdad que su exposición en redes, ya sea sobre lo que permite ver de su vida (pareja, vacaciones y gustos personales) o la posibilidad de que una de sus canciones se vuelva parte de una tendencia viral, han contribuido a su fama. No obstante, esto no sería posible sin la existencia de un verdadero talento musical que la nutre como cantante, compositora y productora, aspecto que le ha permitido crear los éxitos que hoy la proyectan.
ROSALÍA COMO STORYTELLER
Rosalía Vila Tobella (San Cugat del Vallés, 1992), cuya fama le da licencia para sumarse a las celebridades conocidas por un solo nombre, tiene sus inicios musicales en el flamenco. Bajo este género publicó su primer álbum: Los ángeles (2017), en colaboración con Raul Refree. En él realiza un viaje a través de varios títulos donde presenta la temática de la muerte; ofrece diferentes perspectivas, no dando una historia lineal, sino una que podría ser en ciclo.
La poderosa voz de la cantante en ese álbum, punto a favor según la crítica especializada, la lanzó entonces al ojo público. Sin embargo, El mal querer (2018) es el que catapultó a Rosalía a la fama internacional. Su proyecto para graduarse de la Escuela Superior de Música de Cataluña basado en Flamenca (novela del siglo XII escrita por un trovador desconocido), le dio al mundo los booms de “Malamente”, “Pienso en tu mirá”, “Di mi nombre” y más recientemente la letra de “A ningún hombre” como elemento de protesta por los derechos de las mujeres. Este álbum conceptual despeja cualquier duda de su capacidad para contar historias a través de ritmos y mezclas únicas, sobresalientes y con la capacidad de hacerse virales.
Los videos y el arte que conforman El mal querer narran en conjunto una historia compleja y, a la vez, funcionan como narraciones individuales que cualquiera que se identifique con ellas podría usar para sus historias de Instagram.
Motomami World Tour. Imagen: EFE
A continuación lanzó Motomami (2022) que, a pesar de ser muy diferente a sus otros trabajos, es otra historia bien contada acerca de su evolución como persona, cantante y figura pública. “Saoko”, “Bizcochito”, “G3N15”, “La fama” y “Sakura” destacan claramente. Es aquí donde Rosalía se presenta como la mariposa que se estaba formando en la crisálida de sus álbumes pasados, incluyendo colaboraciones con otros artistas que la ayudaron a darse a conocer más y a atraer la atención de la crítica.
No solo sus fanáticos afirman que Motomami es un buen álbum. Críticos de The New York Times, The Rolling Stone Magazine y otras publicaciones musicales, han catalogado al álbum de Rosalía como uno de los mejores de 2022, pues en él se pueden ver todas las influencias de la española, desde el flamenco, el reguetón y la balada hasta el dembow.
También le ha valido premios como el Grammy al Mejor Álbum Latino Alternativo, el Grammy Latino al Mejor Álbum y el reconocimiento como productora del año de los Women in Music Awards de Billboard.
Rosalía ha revolucionado la manera de interactuar con el público y presentar un espectáculo en sus conciertos a partir del Motomami World Tour. Su producción consta de pantallas gigantes instaladas en un fondo completamente blanco, sin músicos ni banda, pero con bailarines que la complementan y resaltan, además de cámaras que transitan por el escenario y conceden su uso para que la estrella y sus bailarines se hagan selfies.
Por ende, las críticas hacia este álbum también se trasladaron a las presentaciones en vivo, ya que su diseño es muy diferente a otros conciertos donde los artistas cambian de vestuario varias veces y ejecutan instrumentos. Rosalía casi no se cambia de ropa; durante todo el recital se le puede ver con su outfit al estilo “motomami”, que puede consistir en vestidos simples pero acompañados de botas altas de cuero o conjuntos de pantalón y chaqueta del mismo material; monos entallados en color blanco, negro o rojo; además de peinados inspirados en el anime y el manga como trenzas, una media coleta o chongos en la parte alta de la cabeza. Cabe aclarar que en ocasiones sí toca la guitarra o el piano, y definitivamente interactúa con su público, al que conoce perfectamente. El sueño de aquellos que están en primera fila es tomarse una foto con la artista, lo cual es posible a través del sistema de cámaras que emplea.
La puesta en escena que presenta la española puede parecer un lugar frío y sin diseño en cualquier fotografía que se encuentra en medios de comunicación o en redes sociales, pero la calidez que ella transmite, aunada al poder de su voz, sus coreografías y la forma de interactuar con el público, la hacen una gran experiencia.
Motomami World Tour. Imagen: EFE
La cantante ha seguido contando historias, más recientemente a través del EP que lanzó junto a su prometido Rauw Alejandro. RR habla sobre su vida en pareja y, en esta ocasión, juega muy a su estilo con uno de los géneros más románticos de la música: el bolero.
FILOSOFÍA “MOTOMAMI”
La palabra “motomami” es definida por la misma artista como “energía, una forma de sentirse, de estar en el mundo”. Consiste en la dualidad que encierran las canciones en el álbum: lo agresivo (“moto”), y lo más vulnerable y femenino (mami).
Después de su lanzamiento y del éxito conseguido, el término “motomami” dejó de considerarse solo como el título de un álbum musical, para convertirse en una forma de expresión con la que se han identificado miles de mujeres en todo el mundo. Desde una manera particular de vestir hasta nuevas demostraciones de sororidad y amor propio, ser una “motomami” empodera y une a las mujeres.
La misma transformación que tuvo Rosalía es la que inspira en sus fanáticos la feminidad, la vulnerabilidad y el amor propio y hacia los demás, pero con un lado rudo, fuerte y empoderador. Es por eso que es tan importante que todo se base en quién es la cantante.
Cierto que “motomami” también se basa en el glamour al vestir y al comportarse de cierta manera. Basta ver cómo sus seguidores asisten a los conciertos: con outfits donde el cuero, las mariposas, el rojo y el negro se fusionan de las maneras más creativas y atrevidas posibles. La misma artista muestra esa feminidad ruda con escotes, entalles y maquillaje marcado.
A pesar de eso, no teme recurrir a las redes sociales para mostrarse al natural, sin maquillaje, sin ganas de hacer ejercicio y consumiendo sus dulces favoritos. A esto se une el performance que hace a modo de declaración al cortarse las trenzas y desmaquillarse en el escenario.
Toda esta filosofía que representa ser “motomami” le ha dado identidad a fanáticos de todo tipo, que toman lo mejor de lo que Rosalía les ofrece: las canciones con las que se pueden identificar y que, como ya se mencionó, abarcan un amplio abanico de géneros y mezclas; así como una moda que inspira, desde los looks más sexis y atrevidos, hasta los más cómodos o rudos. Pero hay algo que su público se ha apropiado permanentemente: ser ellos mismos, aceptarse y saber que pueden cambiar siempre que lo necesiten.
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