Las últimas palabras
Opinión

Las últimas palabras

Cuarzo Rosa

No son como las primeras. Acaso porque suponemos que tras las primeras vendrán muchas otras. En cambio, las últimas palabras tienen esa fuerza de sentencia y, en el mejor de los casos, de sabiduría condensada.

Yo sé de últimas palabras. Acaso por eso el poema de Emilia Pesqueira me tocó el corazón.

Lo leí por casualidad. Me apareció como aparecen hoy las cosas, en las redes sociales. Y, como se hacen las cosas en mi generación, tomé papel y pluma y transcribí Las últimas palabras.

No sé si en realidad así se llama el poema, pero lo infiero. Emilia “conversa” con el miedo, el dolor, el enojo, el tiempo, el amor, la paz, el pasado, el futuro, el presente, y nos hace llegar las últimas palabras de cada uno.

¿Cuáles fueron las últimas palabras del miedo?

Puedes aprender a hacerlo sin soltarme de la mano.

¿Cuáles fueron las últimas palabras de la paz?

Gracias por sembrarme por dentro en lugar de buscarme afuera.

¿Cuáles fueron las últimas palabras del dolor?

El alivio siempre viene detrás de mí, sólo que camina más lento.

¿Cuáles fueron las últimas palabras del amor?

Gracias por verme en todos lados, incluso cuando estaba escondido.

¿Cuáles fueron las últimas palabras del tiempo?

Ojalá me hubieras dejado pasar sin tanto temor.

¿Cuáles fueron las últimas palabras del enojo?

Está bien que nos sentemos y nos tomemos un café de vez en cuando.

¿Cuáles fueron las últimas palabras del pasado?

Yo también me extraño a veces, pero nadie puede abrazar un fantasma.

¿Cuáles fueron las últimas palabras del futuro?

Cuando nos topemos que sea con una sonrisa.

¿Cuáles fueron las últimas palabras del presente?

¡Hola! ¿Respiramos?

A estas alturas de mi vida, yo creo que todas esas emociones y conceptos me hubieran podido decir algo así en sus últimas palabras. Aunque, puesta en ese escenario, quizás hubieran agregado algo más.

Por ejemplo, el dolor puntualizaría que el alivio llega sólo si dejamos que, primero, el dolor nos cubra, nos abrace; pero no lo hará si lo ignoramos o lo evadimos.

El amor me advertiría que suele huir del enojo y se esconde del aguacero del dolor. Por eso, particularmente en un duelo, hay que buscarlo. Su promesa es que, si lo buscamos, siempre lo encontraremos.

El pasado agregaría que, aunque no se pueda abrazar fantasmas, le agrada que le visitemos de vez en cuando, porque nos puede regalar hermosos recuerdos y valiosas lecciones.

El futuro, que suele ser un optimista, me diría que, si en algún momento no puedo imaginar topármelo con una sonrisa, mire más lejos, más a futuro. A veces las tormentas impiden ver el faro.

Y el presente me aclararía que todo lo anterior es cierto si aceptamos su invitación a respirar o cualquier variación en ese mismo sentido, suspirar, darnos un respiro.

Hechas estas anotaciones, no debe perderse de vista que soy una periodista, lo que significa que no me hubiera quedado con su sentencia sin hacer alguna pregunta. Pero sus últimas palabras no hubiesen quedado tan bellamente expuestas como en la poesía de Emilia Pesqueira. Así que, gracias Emilia.

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