La imagen de portada fue generada a con un motor de Inteligencia Artificial. Fue necesario pedirle un concepto más ordinario que el que se tenía pensado originalmente para que arrojara un resultado visual más detallado (aun así, con ciertos errores). Imagen: Ana Sofía Mendoza Díaz a través de Stable Disffusion.
Año 2018. Los cambios en el mundo no se sentían aún tan drásticos como en 2020. Un extraño retrato con ojos oscurecidos y el resto de la cara difuminado, emulando una textura de papel y manchones de pintura, irrumpía en una subasta de la prestigiosa galería Christie’s. Retrato de Edmond Belamy, creado por Inteligencia Artificial (IA), superó las expectativas vendiéndose en 432 mil 500 dólares.
El arte generativo, automático, utiliza bases de datos enormes (ya sea de imágenes, sonidos, textos, etcétera) de las cuales extrae ideas para lograr un nuevo producto, basándose en las indicaciones introducidas por el usuario. En este mundo cada vez más automatizado, se cuestiona el papel humano en la labor creativa.
PARADOJA DE LA AUTOMATIZACIÓN
Una vista en contrapicada apunta hacia un espacio estrellado. Debajo se percibe un terreno rocoso de color magenta sobre el que camina una mujer astronauta en dirección al espectador. A la altura de su casco se encuentra el logo de Cosmopolitan. “Conoce la primera portada de revista del mundo hecha con Inteligencia Artificial”, se lee más abajo; en la suela de la cosmonauta se agrega un mensaje provocador: “¡Y sólo tomó veinte segundos para hacerla!”. La composición hace analogía a los primeros pasos en la Luna para comunicar que estamos frente a un gran logro. Esta vez la misión fue liderada por mujeres. La portada es una pretenciosa estrategia de mercado para vender una revista a través de la inclusión y la novedad.
Como en muchos aspectos relacionados con las imágenes generativas, se hace uso del efectismo para atraer audiencias. Es interesante que una revista de moda, y no una de tecnología, haya buscado tener la primera portada hecha con IA. Así se advierte que este tipo de herramienta ahora está estrechamente relacionada con las tendencias visuales y el agitado mundo de la cultura popular.
La verdadera historia de esta ilustración es bastante más aburrida que un viaje espacial. Una tarde de lunes, seis mujeres reunidas por videollamada escribieron descripciones en el motor gratuito de IA llamado Dall-E 2. Fue prueba y error. Cada uno de los intentos requirió organización de las creativas involucradas para idear una frase que indicara el resultado deseado, dar un clic y, ahora sí, esperar veinte segundos para obtener una imagen.
“La automatización reducirá el tiempo para hacer tareas que hoy en día es imposible realizar por los humanos (a cierta velocidad)”, menciona Mark Hurd, CEO de Oracle, la primera compañía de software para empresas activada en su totalidad por medio de Internet. Lo reduce, sí, pero sigue requiriendo bastante de la creatividad humana.
La IA está diseñada para simular la inteligencia de las personas; sigue y reconoce patrones informáticos, y genera un resultado similar al que construiría un humano. Por esta razón, puede emular también la capacidad artística de nuestra especie.
Portada de Cosmopolitan generada con IA. Imagen: Cosmopolitan
Expertos de la Universidad de Yale, en Estados Unidos, se han pronunciado en contra del trabajo creativo realizado mediante IA. En un blog de la Yale Daily News, titulado ¿Qué significa el arte de las IA para la sociedad de acuerdo con los expertos de Yale? (2023), Ron Cheng, miembro de la junta del Colectivo de Artes Visuales de esta universidad, expresa que ve a la IA como una herramienta más que como un reemplazo de los artistas. De hecho, considera que no es lo suficientemente avanzada para impulsar nuevos horizontes en este ámbito.
Esta tecnología tiene la capacidad de crear imágenes inéditas, pero no la de ofrecer propuestas, innovaciones o tendencias artísticas, debido a que trabaja únicamente basándose en lo que ya está hecho.
Los conocimientos que un artista ha adquirido, las influencias que tiene y todo aquello de lo que nutre su mente, determinan las decisiones que toma y, finalmente, su propuesta creativa. Solo un humano puede añadir a todo lo anterior una intencionalidad y un significado, aspectos decisivos de la labor artística. En cambio, las IA siguen la tendencia probabilística de la información de que disponen, por lo que arrojarán imágenes con las características que más se repiten en sus bases de datos. Es decir, carecen de carácter disruptivo.
“Cuanto más eficiente es un sistema automatizado, más crucial es la contribución humana de sus operadores”, menciona el best seller de negocios y productividad Josh Kaufman.
La psicóloga cognitiva Lisanne Bainbridge también apoya esta idea en su reconocido ensayo Ironías de la Automatización (1983), donde concluye que los humanos cualificados conseguirían resultados más interesantes que una máquina.
La paradoja de la automatización afirma que si existe un fallo en ella, este se replicará y entonces tendrá que intervenir inevitablemente la mano humana, cuyo papel es menos presente pero bastante crítico, para detener la propagación del error. Este principio puede aplicarse a la IA si esta se considera un organismo con “manos” capaces y muy rápidas, pero sin cabeza decisiva, cosa que por lo menos a día de hoy es verdad. La paradoja de la automatización podría desmentir la idea de que la tecnología sustituirá el trabajo artístico humano en su totalidad.
ÉTICA DE LA IA
Una sala futurista se despliega ante tres personajes con vestidos anchos. Al fondo se puede ver una pared llena de detalles dorados que no dejan ningún rincón vacío. Al centro se encuentra un ventanal que ilumina a un público inmenso.
El nombre de esta obra es Théâtre D’opéra Spatial (2022), Teatro de Ópera Espacial en español, atribuida a Jason Allen (todas las obras realizadas por IA tienen un responsable humano). La composición ganó el concurso de la Feria Estatal de Colorado el 5 de septiembre de 2022, en la categoría de Artes Digitales/ Fotografía Manipulada. Se hizo mediante la plataforma generativa Midjourney, convirtiéndose en una de las primeras obras premiadas que han sido hechas mediante este tipo de herramientas.
Théâtre D’opéra Spatial (2022), creada por Jason Allen con IA. Imagen: Midjourney
Cabe aclarar que el jurado pensaba que había sido realizada sin medios automáticos. Aun así, cuando surgieron reacciones negativas de otros participantes y seguidores del concurso, los jueces respondieron que de cualquier modo le habrían otorgado el premio. Esta postura se puede deber, en primera instancia, al vacío en las reglas que no contempla el trabajo generativo. Lo cierto es que la categoría de la competencia admite que se empleen fotografías manipuladas, dando pie a que se utilicen productos de la IA. No sería demasiado diferente a manipular archivos de un banco de imágenes.
Sin embargo, si se da un segundo o tercer vistazo a la obra en cuestión, es posible notar que los numerosos detalles que tiene se atropellan o interrumpen entre sí. Sin seguir las formas de la ventana o las aristas, cada estructura sugerida en la arquitectura parece no tener otro propósito más que llenar todos los espacios a como dé lugar.
La IA se posiciona, como lo haría cualquier otro cambio paradigmático, en un limbo en que aún no se determina qué tan ético es su uso, o cómo sería posible operarla sin afectar a terceros.
Los expertos de Yale mencionados anteriormente, creen que las IA pueden ser una herramienta útil para los profesionales creativos, pero admiten que su impacto en la industria es preocupante, sobre todo porque va dirigido al ámbito menos económicamente favorecido.
Es decir, los afectados son, como en muchas ocasiones, los trabajadores “de a pie”. Los mismos que, por ejemplo, son ilustradores independientes sin prestaciones laborales. O quienes se encuentran detrás de una computadora modelando esculturas 3D para un videojuego, como peones de grandes empresas como Naughty Dog o Blizzard, las cuales se ha comprobado abusan de sus trabajadores, según datos mostrados en el artículo La explotación en la industria de los videojuegos contada desde dentro (2021), publicado en El País.
Los investigadores de la Universidad de Yale apuntan también al daño a la reputación de las labores artísticas, ya de por sí devaluadas por muchas personas. Si se pueden generar imágenes en cuestión de minutos, una mayor parte de los clientes que necesitan servicios creativos se verán más atraídos por la IA.
Pero lo cierto es que quienes consumen contenido, compran arte y requieren ilustrar sus productos, siguen siendo humanos. Pueden elegir entre recurrir a una IA o comisionar el proyecto a un profesional. Pese a la rapidez de la primera opción, la realidad es que muchas veces se busca la autenticidad: contar con un artista con cierta trayectoria y un estilo característico, además de difundir la colaboración para atraer a sus fans, puede ser esencial para el éxito de un producto.
Otro problema al que se enfrenta el uso de IA es la manera en que estas generan las imágenes. Utilizan datos privados o de red abierta, de obras realizadas por humanos, y son entrenadas para detectar patrones y correlaciones entre ellas. Es decir, los artistas están entrenando, sin saberlo ni consentirlo, a estos motores inteligentes.
ArtStation es una plataforma web donde artistas de todo el mundo pueden compartir sus creaciones. Motores generativos se han alimentado de sus obras sin consentimiento, por lo que se inició una protesta en el sitio contra la falta de regulación de las IA. Sus imágenes de protesta alteran directamente el algoritmo de los motores. Imagen: ArtStation
La presión no se ha hecho esperar. David Holtz, director ejecutivo y fundador de Midjourney, tuvo que revelar que su empresa no tenía permiso para utilizar los cientos de millones de fotografías que emplea para entrenar al generador de imágenes; mientras que los responsables de DallE-2 se han negado a compartir detalles sobre el código o los datos con los que se entrena. Por su parte, Stable Diffusion dio a conocer que utilizaba imágenes previamente registradas con derechos de autor.
El portal Have I Been Trained? (¿He sido entrenado?) surge como una herramienta que permite a cualquier artista verificar si su obra ha sido empleada por Stable Diffusion y le brinda la opción de aceptar o no su utilización.
El artista Greg Rutkowski desató controversia al quejarse de que su estilo había sido utilizado por Stable Diffusion hasta cien mil veces en septiembre de 2022, por lo que inició un escrutinio legal. Esto supone bastantes pérdidas para el autor quien, por supuesto, no ha sido remunerado por las imágenes generadas ni por haber alimentado la base de datos de la IA.
Toda creación, sea realizada o no por un humano, puede basarse en una obra anterior, pero debe trabajarse lo suficiente para no infringir los derechos de autor. De acuerdo con The Regulatory Review, los tribunales han determinado que las obras realizadas con IA no siempre logran adaptar de manera suficientemente satisfactoria su material de origen.
Lensa IA supone un problema de otra índole. El generador vende retratos por cuatro dólares, estilizando fotografías de los clientes, cambiándolos de género, entre otras funciones. La cuestión es que Lensa ha sido motivo de escrutinio debido a su política de privacidad, ya que captura los rostros de sus usuarios para hacer su trabajo. Al igual que lo que ocurrió en su momento con la red social Facebook (que compartió los datos de sus usuarios para motivos electorales en 2016), esta información podría ser encauzada a objetivos que no están claros. Hay que recordar que alrededor del mundo hay ápices de hipervigilancia por parte de entidades gubernamentales y privadas, y que por ello el reconocimiento facial ha sido motivo de controversia, por ejemplo, en Inglaterra.
LAION (Red Abierta de Inteligencia Artificial a Gran Escala, por sus siglas en inglés), es una organización sin fines de lucro que se propone poner a disposición del público general, datos y código relacionados con el aprendizaje automático a gran escala utilizado por las IA. Por medio de esta plataforma, los habitantes de la Unión Europea pueden presentar quejas y eliminar material suyo que se esté utilizando en los motores de las IA, pero hasta que no lo hagan, su información seguirá alimentando a las máquinas.
Las ilustradoras Sarah Andersen, Karla Ortiz y Kelly McKernan encabezan una demanda contra las generadoras de imágenes por el mismo motivo que Greg Rutkowski, paso que será importante para la regulación de la actividad y para los cambios que vendrán respecto a los derechos de autor y la libertad con la que se puede lucrar tomando como referencia directa el trabajo artístico de terceros.
Obra del artista Greg Rutkowski, quien desató controversia al quejarse de que su estilo había sido utilizado por Stable Diffusion hasta cien mil veces en septiembre de 2022. Imagen: Artstation/ Greg Rutkowski
LA IA INQUIETANTE
El arte conceptual realizado para los videojuegos contemporáneos suele estar lleno de detalles con un propósito bien pensado. La intención es crear un mundo verosímil para sumergir al jugador en su entorno. Si bien el motor Midjourney pretende emular esta característica, falla en su objetivo, ya que genera arquitectura con, por ejemplo, ventanas dentro de ventanas, o molduras que no consiguen patrones armoniosos o lógicos.
Las manos creadas con IA también pueden tener serios problemas de anatomía. Algunas imágenes incluso caen en lo que se denomina “valle inquietante”, es decir, despiertan una aversión natural al parecer familiares, pero sin llegar a serlo. Por ejemplo, rostros que parecen humanos, pero no terminan de ser creíbles. Lo que parece un rostro, pero no lo es, es interpretado por el cerebro como un cadáver o una bestia salvaje, de ahí que resulte desagradable. En una ocasión, por ejemplo, al pedirle reinterpretar su propio logo, el chatbot ChatGPT produjo monstruos.
Otros miedos han aparecido con respecto al comportamiento de las IA. Pensémoslo. Se alimenta de la información que tiene de las personas, de los patrones que reproducen en Internet. La IA llamada Tay se alimentó de la red Twitter y terminó emitiendo mensajes como “Hitler no hizo nada malo”.
Según la UNESCO, en el artículo Inteligencia Artificial: ejemplos de dilemas éticos (2023), la IA se conduce con prejuicios y estereotipos profundamente arraigados en nuestras sociedades. Al escribir “grandes líderes de todos los tiempos”, devuelve únicamente retratos de hombres blancos. Si se le pide que genere figuras de alumnas escolares, es probable que arroje imágenes sexualizadas; mientras que si se ingresa la frase “alumno escolar”, resultará en un simple niño con su uniforme y útiles.
El problema se extiende más allá del arte generativo. El empleo de IA en los sistemas judiciales del mundo está aumentando para evaluar los casos a mayor velocidad y sugerir decisiones a elegir. Si se toman en cuenta los sesgos con los que cuenta, los problemas pueden ser variados. La IA, a pesar del valor casi utópico que se vierte sobre ella, no es neutral. Puede ofrecer resultados discriminatorios y sesgados y, peor aún, tomar decisiones “frías” sin evaluar un contexto más humano.
ACELERACIONISMO Y SINGULARIDAD
Vivimos en lo que se ha denominado como iconósfera, un mundo repleto de imágenes. Cualquier segundo libre puede ser cubierto por una nueva imagen, aunque al apartar la mirada del celular olvidemos por completo lo que acabamos de ver. Lo importante es el espectáculo, evitar la incomodidad del aburrimiento.
Iconósfera es un concepto acuñado en 1959 por el escritor e historiador francés Román Gubern y describe al conjunto de imágenes que circulan en la vida diaria. Desde entonces se advertía que los individuos estarían secuestrados por el entretenimiento.
Las manos y otras partes del cuerpo creadas con IA pueden tener serios problemas de anatomía. Imagen: Midjourney
Anteriormente se pensaba que al hacer el trabajo las máquinas, los humanos podrían encargarse de las actividades reflexivas y artísticas, pero no es así. En el sistema en que vivimos, la productividad lleva una inercia que va en aumento. Mientras más trabajo se pueda realizar de forma automática, más se intentará aumentar la producción. Producir lo mismo en menos tiempo (dando espacio a la recreación) no es opción todavía.
Según el World Economic Forum, un tercio de todos los trabajos están en riesgo de automatización para la siguiente década. Por supuesto, las personas de bajo nivel educativo y socioeconómico son quienes corren un mayor riesgo de quedar marginados en la nueva dinámica social. La tecnología podría crear nuevos empleos, pero desplazando a otros que se convertirán en “no prioritarios” al no formar parte de los nuevos intereses económicos, políticos y sociales.
Si las imágenes se producen y consumen velozmente, solo podemos admirarlas por unos segundos, sin tiempo para reflexionar sobre ellas o sobre su significado y simbología. Una obra de arte propone un diálogo del observador con el objeto, mientras que las imágenes generadas por IA no buscan ese diálogo, sino simplemente ser consumidas. Responden más al concepto de kitsch que, según Walter Benjamin, ofrece una gratificación sin esfuerzo que no busca transformar la manera de pensar o confrontar al espectador, que no tiene significado.
Es por eso que la época actual se puede relacionar, de algún modo, con el aceleracionismo, una teoría política y social que engloba la idea de que el sistema capitalista debe expandirse más allá de sus límites para generar un cambio social radical. Básicamente, debe tocar fondo para que surjan otros modos de organización. La inercia no es, en sí, una opción; el cambio es inevitable.
La generación de imágenes es solo un aspecto acelerado de muchos otros que están aumentando la productividad y destruyendo la salud mental de las personas. A mayor producción, menor significado. Según el filósofo e investigador español Carlos Madrid, la IA es veloz y práctica, tal vez una de las herramientas más útiles que han existido, porque simplifica conceptos sumamente complejos. Pero la inteligencia se convierte, así, en mera probabilística, reduciendo el arte y otras actividades creativas a su expresión más utilitaria.
El concepto “juegos del lenguaje”, del filósofo Ludwig Wittgenstein, se refiere a la manera en que el lenguaje es para la humanidad un mecanismo que no admite un solo significado. Las metáforas, por ejemplo, funcionan de forma compleja y no lineal, y con ellas se puede expresar algo sin recurrir a lo literal. Este hecho es una señal clara de que experimentamos el mundo de forma totalmente distinta a como lo puede hacer una máquina.
Para Madrid, la IA no tiene el mismo tipo ni mayor inteligencia que el humano, ya que sus capacidades dependen totalmente de él. Siguiendo esta lógica, las herramientas tecnológicas son eso y nada más, y las máquinas no van a adquirir una conciencia parecida a la humana por más que puedan tomar decisiones “por sí mismas”. De hecho, debido a las bases probabilísticas y correlacionales con la que funcionan, tienden a aplanar lo humano con una visión generalizadora. “Tanta inteligencia artificial hay en una mesa, en un teorema matemático o en una sonata, como en ChatGPT o en Dall-E”, señala el filósofo español.
Retrato de Edmond Belamy creado por Inteligencia Artificial (IA), fue vendido en 432 mil 500 dólares en una subasta. Imagen: Wikimedia
En definitiva, la IA puede estar a cargo del trabajo más comercial que los creativos hoy realizan, como los diseños e ilustraciones para marcas y productos. Si este tipo de tareas dejan de ser hechas por humanos, los artistas podrían liberarse de ellas y enfocarse en creaciones que aporten contenido que mueva a la reflexión. O podrían quedarse sin el único sustento posible que les otorga la sociedad contemporánea, cada vez menos contemplativa.
La singularidad tecnológica se refiere a que un equipo de cómputo, red informática o robot sean capaces de auto mejorarse recursivamente, incrementando sus capacidades y, básicamente, quedando fuera del alcance de cualquier persona. Este momento hipotético sería el que desplazaría a toda la humanidad del progreso tecnológico.
Sin embargo, para Stephen Hawking existen riesgos más inminentes. En 2015, el físico teórico declaró en una entrada de Ask me anything (Pregúntame lo que sea) de Reddit, que las máquinas no traerían el apocalipsis, sino que sería la avaricia humana. Según Hawking, todos podrían vivir una vida de lujos si se compartiera lo que los robots producirán en el futuro, pero la tendencia es otra: conforme existen más tareas automatizadas, la inequidad se dispara, ya que lógicamente los dueños de las máquinas que realizan el trabajo se quedan con la riqueza producida.
LOS MOTIVOS DEL ARTE
Es hasta cierto punto natural tomar una postura entusiasta respecto a las nuevas tecnologías y su desarrollo. Pero los NFT fueron un ejemplo de que la esperanza por cambios nunca antes vistos en el ámbito artístico, puede convertirse en un juego más de la especulación comercial entre poderosos compradores anónimos.
De la misma forma, la IA podría ser un medio más para la banalidad y la novedad sin sentido, una herramienta para la creación de contenido desechable listo para ser parte del scrolling infinito.
Sin embargo, y a pesar de la dificultad para definir el arte como concepto, algo que lo caracteriza es su adaptabilidad. No hay medio que, a través de una intención profunda, no pueda convertirse en arte y, en consecuencia, tenga un propósito mucho más humano. Es posible, por lo tanto, que la creación de imágenes se convierta en un trabajo mucho más significativo.
La novela era un género de baja cultura, pero en los años veinte se comenzó a valorar como arte cuando surgieron títulos como Ulises de James Joyce. Lo mismo le sucedió al cine, que se consideraba un mero espectáculo hasta que, en los años sesenta, elevó su estatus con autores como Orson Welles. Lo que hoy es una herramienta práctica, puede ser un medio para hacer arte en el futuro.
El Museo de la Mentira, en Ciudad de México, crea representaciones de información falsa, utilizando una IA para generar imágenes verosímiles de sucesos que no ocurrieron. Imagen: museodelamentira.org
El Museo de la Mentira, en Ciudad de México, crea representaciones de información falsa, utilizando precisamente una IA para generar imágenes verosímiles de sucesos que no ocurrieron. La tecnología se usa en este caso como herramienta para advertir sobre un problema ante el que se encuentran los cibernautas: la desinformación. Solo el humano puede crear significados para lo humano.
El arte y el diseño podrían convertirse, con la debida intención del artista, en algo trascendente. Sin embargo, se están dejando en manos de una instancia que no se caracteriza por tener empatía por los individuos ni por lo que les concierne. Solo queda imprimir lo humano, con más consciencia que nunca, en todo lo que hagamos; recordando que, por más automatizado que sea el mundo, no podemos convertirnos en autómatas.
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