“Aquél a quien los dioses quieren destruir, primero lo enloquecen”
Eurípides
“Me besó, me besó. ¿Vieron como me besó?” La pejeviejita presume con su sonrisa desdentada. Y conste que no es para la foto, a él le sale de adentro.
“Propongo que nos quedemos aquí, que permanezcamos aquí día y noche. Organizaremos campamentos desde el Zócalo hasta la Fuente de Petróleos hasta que tengamos un Presidente electo con la legalidad mínima que nos merecemos los mexicanos”.
“Tu ordenas”, respondió Juan Pueblo y ahí se instalaron con sus anafres, sus tanques de gas, las letrinas y las casas de campaña que proporcionó el perredista Jefe de Gobierno.
“A pesar de la lluvia, el Zócalo humea, huele a café, a pan, a cebolla”, “(…) lo mío no es un asunto personal, no soy un ambicioso vulgar, no estoy obsesionado con el poder por el poder…” (Amanecer en el Zócalo, Elena Poniatowska).
Como guajolotitos hambrientos, car, car car… El pueblo picotea sus promesas. Los daños ocasionados por el plantón fueron cuantiosos pero: “Quejarse de no poder cruzar una calle me parece lamentable cuando está en juego el futuro del país”. Y Rayito de Esperanza “neció y neció”, hasta que lo consiguió. El poder de su dedito mantuvo paralizado el centro de la capital hasta que el 20 de noviembre del 2006, en la mismísima Plaza de la Constitución, con su banda tricolor al pecho, tomó posesión como “Presidente Legítimo” de los mexicanos.
Desde entonces, Rayito ha recorrido los caminos de México de norte a sur, de este a oeste, sembrando siempre la ilusión. Ahora, en su tercer asalto, y a la manera de Trump, ofrece devolver a México su grandeza: sin pobres, sin corrupción, sin narcos ni violencia, sin odios ni rencores, basta una sola palabra suya y nuestra nación será sana y salva.
Van pa´tras las reformas energética y educativa. Los maestros no tienen por qué evaluarse. Con su apoyo a mi campaña, los líderes recuperan su prestigio y su poder. ¿Y qué hay del nuevo aeropuerto? En él ya se han invertido tantos miles de millones. Por él se han firmado compromisos internacionales. Ese también va pa´tras, cueste lo que cueste. No tenemos por qué respetar las decisiones aprobadas por gobiernos anteriores. “¡Al diablo con sus Instituciones!” Y olvídense del lujoso avión presidencial. Que el presidente viaje en transporte público como cualquier ciudadano, ¡faltaba más!
“La vanidad es terrible; que la gente se sienta con derechos que no se ha ganado”, declara contundente Rayito, el creativo, el improvisador de grandes recursos, el maestro en atraer la atención de los medios. Sus frases siempre son ingeniosas. Las hay memorables, como cuando, “con todo respeto” (porque eso es innegable, él siempre habla con todo respeto), le gritó a Fox aquello de “ya cállate chachalaca”. Dicen los conocedores que ese gesto le costó la derrota en su primera campaña.
Los compló que la mafia del poder organiza en su contra, las encuestas encopetadas y la prensa fifí (eso de fifí es lindo ¿no?) se han convertido en dogmas del nuevo credo que, con gran malicia política, el Rayito ha llamado Morena.
¿Y cómo olvidar otra de sus grandes bufonadas cuando con su proverbial dedito designó a Juanito (torpe encarnación de Juan Pueblo) para delegado de Ixtapalapa con la pública advertencia de “No te lo vayas a creer”?
Como experimentado prestidigitador, nos sorprende ahora sacando de la manga su faceta de hombre enamorado. Con el título de Ese soy yo, Rayito de Esperanza nos presenta en un video la Macuspana de sus orígenes, sus duras batallas iniciales y lo más conmovedor: un alma romántica que no le conocíamos. Chorreando miel, babeando literalmente, cae rendido ante la voz de su personal sirena que le canta, de Silvio Rodríguez, “El necio”. ¿Acaso hay otro candidato que prometa más?
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